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«El móvil es lo último que echas de menos», cuentan los vecinos de áreas afectadas como Paiporta
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Sigue la última hora de las inundaciones provocadas por la DANA | Cómo ayudar a las víctimas
PorSOFÍA SOLER (PAIPORTA, VALENCIA) RTVE
Tampoco han podido su mujer y sus dos hijos pequeños, con los que lucha por distraer en esta situación de desastre en la región, sin clases en la escuela ni posibilidad de salir a la calle a divertirse.
«Me dicen amigos que vaya a ducharme, pero tengo que ir hasta Torrent y hay seis kilómetros. ¡No puedo ir hasta allí cada vez para ducharme! Pero lo peor es ir al baño», relata a RTVE.es en la puerta del bar en el que trabaja junto a otras siete personas, preocupadas por el futuro del negocio que les «da de comer».
Desde el establecimiento cercano al auditorio, Samir carga el móvil, donde sí hay electricidad, pero todo el mobiliario y los electrodomésticos han quedado cubiertos de barro. «Tengo que estar dos o tres horas para cargar mi móvil y el de mi mujer», lamenta.
Desde las 18 horas a oscuras: «El móvil es lo último que echas de menos»
En la misma situación precaria vive Albert, que cuenta sorprendido que lo «de menos es cargar los móviles y demás dispositivos». «Es lo último que echas de menos. Es peor entrar al baño a oscuras, cenar cada noche con velas, no nos vemos por la casa y es muy raro«, describe, porque a partir de las 18:00 empieza a oscurecer.
En Paiporta, admite, no falta comida y bebida porque los voluntarios y otros ciudadanos de toda España han abastecido el pueblo, pero muchos de los afectados por la DANA que continúan a oscuras hace semanas que no comen un plato caliente, no han probado casi nada que no sean galletas, tostadas y bocadillos.
Pero en la familia de Albert ha improvisado algunas soluciones: «Tenemos suerte y tenemos una pequeña bombona de gas y un caldero de hacer paellas, así que en la terraza apañamos cualquier cosa».
Sin duchas después de estar horas trabajando bajo el barro
Albert y Samir nos cuentan su experiencia sin luz ni agua con la ropa manchada de barro, como la de todos los presentes. En el séptimo día tras la DANA, el pueblo es un charco de agua marrón que se remueve entre los escombros y al terminar el día, después de ayudar a limpiar el bar o la casa de unos amigos, volverán a sus casas cubiertos de lodo.
«Lo que hicimos los primeros días era coger las garrafas de agua que daban en la calle y en un pequeño recipiente, una ‘safa’ que decimos en Valencia, te ponías el agua como podías, a tramos por las zonas íntimas», describe, un método con barreño y pocas cantidades de agua que se estilaba cuando no había instalaciones de fontanería en los edificios.
«Justo ayer pude ir a casa de unos familiares a ducharme. Llevaba seis días y la verdad es que sales como nuevo. Es verdad que el barro de las uñas no se va, cuesta de salir, pero esperemos que se vaya poco a poco».
Barrios de otros pueblos afectados por la DANA sufren la misma situación. En Massanassa, el ayuntamiento asegura que el suministro general se ha restablecido, pero persisten problemas puntuales en algunos bloques de vivienda. En Aldaia, un autobús de la EMT se ha reconvertido en ducha móvil para los vecinos que lo necesiten.
Y así, poco a poco, esperan que todo vuelva a la normalidad en el pueblo. «Todavía queda mucho trabajo. Necesitamos agua y luz para poder aguantar», insiste Samir. «Para poder volver al pueblo como [era] antes o mejor que antes». Piden, una vez más, que ni el Gobierno ni la gente se olvide de ellos.