LORCA/ El cielo respetó el Jueves Santo

Fuente: La Verdad
Azules y blancos lo dieron todo sobre la arena, después de una jornada marcada por la lluvia

La tensión y la incertidumbre que se vivió durante todo este jueves, por la inestabilidad del tiempo, se tornó en esfuerzo de las cofradías por brillar más si cabe en la procesión del Jueves Santo, cuando por fin el desfile salió a la calle ante un público más entregado que nunca. Azules y blancos se batieron en la arena dando lo mejor de sí mismos. La rivalidad fue máxima.

En el cortejo bíblico del Paso Azul, las dinastías de los Flavios y de los Antoninos pasaron como una exhalación por la carrera de Juan Carlos I. Los emperadores Vespasiano, Tito, Domiciano y Flavia Domicia y Nerva, Trajano y Adriano, en sus veloces carros, hicieron una auténtica exhibición de control sobre los animales, como solo puede corresponder a experimentados aurigas, en algunos casos especialistas de cine internacional. Los correajes de los enganches fueron los utilizadas en la película Ben-Hur y en la serie Juego de Tronos.

El rejoneador Oscar Borjas procesionó en el grupo de Los Exploradores haciendo alarde de una elegante doma y los hermanos Santiago, Antonio y Francisco Amador, premiados en el Salón Internacional del Caballo de Sevilla (Sicab) dieron buen ejemplo de su maestría en la caballería de los Antoninos.

Un público entregado jaleó las veloces carreras de los carros de los emperadores romanos, conducidos por expertos aurigas, y aplaudió la maestría de los jinetes

La incertidumbre que se vivió durante el día se tornó en esfuerzo de las cofradías por brillar

En el grupo de los Etíopes, que se caracterizan por cabalgar sin montura haciendo atrevidas acrobacias sobre el caballo, destacó la presencia de los domadores, Mirón Bococi y Florin Harabor, expertos en volteo cosaco, que realizan espectáculos ecuestres por todo el mundo.

La procesión romana del Paso Azul también estuvo representada por el nuevo grupo de Marco Antonio. El personaje lució el manto bordado en sedas y oro sobre terciopelo granate en un carro arrastrado por tres caballos. Le acompañaban ocho esclavos. Julio César estrenó los dos paños que visten el palio de su triunfal carroza. El de la parte delantera es una alegoría que celebra el éxito del cónsul romano y el de la parte posterior representa un Hércules que cubre su cabeza con la piel de un león.

También procesionó victorioso el emperador Tiberio César, en su majestuoso carro arrastrado por seis caballos en línea. La siga es una alegoría del águila imperial romana. El personaje, uno de los más emblemáticos del cortejo azul, luce un manto de terciopelo carmesí con la figura del dios Júpiter bordado en sedas. Como si de un auténtico combate se tratara, el Paso Blanco hizo también alarde del poder del Imperio Romano sobre la arena con cinco carros que corrieron a gran velocidad arrastrados por cuatro, cinco y seis caballos. Correspondían a los emperadores Octavio, Teodosio, Licinio, Valeria Maximina y Magencio.

Tras la caballería romana y la caballería imperial, que lucieron valiosos mantos bordados en sedas y oro, hizo su aparición el ‘caballo del respeto’, el único de la procesión lorquina que no lleva montura. Sobre la arena, a golpe de fusta, el caballo hizo depurados ejercicios de doma y se arrodilló ante la presidencia.

También ofrecieron un trabajado espectáculo de doma los aurigas de los carros del faraón Siamón y Manelik, que hicieron complicados giros sobre la carrera, consiguiendo poner al entregado público en pie.

Los imponentes caballos negros de la caballería de la reina de Saba, fueron alzados una y otra vez en corbeta por los nueve jinetes abisinios y la caballería de la Visión de San Juan, una de las más emblemáticas para el Paso Blanco, realizó vistosos ejercicios para lucir los diez simbólicos mantos que la componen.

El cortejo religioso del Paso Azul estuvo representado por el Misterio de la Coronación de Espinas, un grupo escultórico llevado en trono en andas por 88 portapasos con túnicas beige y capa en color granate.

En el Paso Blanco procesionó el Cristo del Rescate, portado por 82 costaleros ataviados con túnicas moradas. El trono adornado con lirios iba escoltado por la legión.