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El 90% de las exportaciones del país que acoge la COP29 son petróleo y gas
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Los expertos recuerdan que el papel de la presidencia es de «mediación» y no es tan relevante en las decisiones finales
PorÁLVARO CABALLERO (Enviado especial a Bakú)
Activistas, científicos y también expertos en gobernanza climática han cuestionado el hecho de que las principales negociaciones sobre el cambio climático se celebren, por tercer año consecutivo, en un país productor de combustibles fósiles, que son el principal responsable, precisamente, de este calentamiento global.
La cumbre de hace dos años se celebró en Egipto, un Estado fuertemente dependiente de los hidrocarburos y que ha seguido expandiendo su producción de gas —ha aumentado un 283% en lo que llevamos de siglo— después de aquel encuentro, pero si una sede ha centrado toda la polémica en los últimos tiempos ha sido Dubái.
Emiratos Árabes Unidos, que acogió la cumbre del año pasado, es el séptimo mayor exportador de petróleo del mundo, pero además el presidente de la cumbre, Sultan Al Jaber, era a la vez directivo de la petrolera estatal ADNOC. Una investigación de la BBC halló que Al Jaber había usado la cumbre para organizar reuniones con otras potencias para tratar de expandir sus negocios fósiles, lo que este negó tajantemente.
Muchos en la cumbre de Dubái recibían con incredulidad la elección de la siguiente sede: Azerbaiyán, un país todavía más dependiente del petróleo y el gas que Emiratos, ya que estos representan la mitad del PIB nacional y más de un 90% sus exportaciones, según datos de la Agencia Internacional de la Energía. Parecía que la historia se repetía, ya que, además, el nuevo presidente de la COP sería un antiguo ejecutivo de la petrolera estatal.
Vetos cruzados y tensiones geopolíticas de fondo
Pero, ¿por qué una cumbre del clima se puede celebrar en un petroestado? La explicación se encuentra, en primer lugar, en las reglas no escritas de la ONU, que marcan que cada año estas cumbres se celebren en una región: África, Asia-Pacífico, Latinoamérica y Caribe, Europa del este y Europa occidental (este último grupo también incluye otros países como EE.UU., Turquía, Israel, Australia y Nueva Zelanda).
Egipto acogió la cumbre como país africano, Emiratos como Estado asiático y en 2024 era el turno de un país de la Europa oriental. Aquí entra el segundo punto de la explicación para entender cómo ha sido elegida Bakú: las tensiones geopolíticas.
A raíz de la guerra de Ucrania, Rusia vetó como sede cualquier país que hubiera condenado la invasión, lo que incluía todos los de la Unión Europea así como Moldavia y otros de la región. Del lado contrario, la UE vetó tanto a Moscú como a sus aliados, lo que en la práctica dejaba dos opciones: Azerbaiyán y Armenia.
Parecía difícil que estos dos Estados, que han estado periódicamente en guerra en las últimas décadas, la última vez en 2023 en el enclave de Nagorno-Karabaj, retiraran su veto mutuo, pero finalmente llegaron a un acuerdo agónico al final de la pasada cumbre por el cual Armenia permitiría que la cumbre se celebrara en su país vecino a cambio de cesiones diplomáticas y un intercambio de prisioneros.
«Las COP ya no sirven a su propósito»
Las críticas no se limitan solo a grupos ecologistas o de derechos humanos —que estos países vulneran sistemáticamente, según organizaciones como Amnistía Internacional—, sino que varios destacados líderes en política climática han publicado una dura y polémica carta en la que se pide una reforma del proceso de las COP.
«Está claro que las COP ya no sirven a su propósito. Su estructura actual sencillamente no puede proporcionar el cambio a la escala y velocidad exponencial necesarias para asegurar un aterrizaje climático seguro para la humanidad», señalaban en un escrito publicado en plena cumbre de Bakú figuras como el exsecretario general de ONU Ban Ki-moon, la antigua jefa de clima de Naciones Unidas Christiana Figueres o el respetado científico Johan Rockström.
En esta carta pedían, directamente, «excluir» como anfitriones a los países que «no apoyen el abandono de la energía fósil».
De Azerbaiyán no solo han sido controvertidas las palabras de Aliyev sobre el petróleo y el gas o la elección de Babayev como presidente de la cumbre, sino también una información publicada por la BBC según la cual el equipo negociador pretende aprovechar la cumbre para negociar una expansión de su producción de gas.
Greta Thunberg, una de las voces más conocidas e influyentes del movimiento ecologista, denunció al inicio de la cumbre la decisión de la ONU de organizar una cumbre climática en un «petroestado autoritario que no respeta los derechos humanos».
Un papel de «mediador»: ¿influye en los resultados dónde se celebra?
Pero, ¿cómo influye realmente que el país anfitrión sea un petroestado? Más allá de la imagen reputacional para la cumbre, el papel del país anfitrión no es tan relevante en cuanto a los acuerdos alcanzados, según los expertos consultados.
«La presidencia [que ostenta el anfitrión] tiene una labor de mediación», asegura a RTVE.es Javier Andaluz, representante de Ecologistas en Acción en Bakú y veterano participante de las COP. «No van a tener capacidad de proponer los textos que ellas quisieran, sino lo que hacen es canalizar el consenso previo de los países», apunta.
Eso sí, el mediador siempre «establece un sesgo» y «es más proclive a incluir algunas decisiones en función de su visión particular». También influye la voluntad de liderazgo y de construir puentes entre las partes enfrentadas del presidente de la cumbre.
Pero también se dan casos aparentemente paradójicos como el del año pasado, cuando fue en un país tan vinculado a los hidrocarburos como Emiratos Árabes Unidos donde se acordó dejar atrás el uso del petróleo, el gas y el carbón, un pacto histórico, ya que en tres décadas de cumbres del clima nunca se había un lenguaje tan claro en relación a los principales culpables del calentamiento.
Acompañar, y no «ignorar», a los países dependientes del petróleo
Para muchos expertos, no es tan sencillo cómo expulsar a los países exportadores de petróleo de estas cumbres. «Si hay países que son dependientes hay que buscar una salida para ellos, y yo creo que es mejor encararlo y estar ahí, que no ignorarlos», asegura Marta Torres Gunfaus.
Estos países «serían demasiados como para dejarlos atrás, los necesitamos también», reivindica.
No se trata solo de autocracias de Oriente Medio. Noruega también es un gran productor de petróleo, Estados Unidos el principal exportador de gas del mundo y Polonia, un país fuertemente dependiente del carbón, es el país que más cumbres ha organizado hasta ahora —tres, solo por detrás de Alemania, aunque esta última acoge la sede de la agencia de la ONU sobre cambio climático—.
También científicos como Pep Canadell, director del Global Carbon Project, el principal conteo sobre emisiones del mundo, pedía «trabajar» con países como India, que ha escalado hasta la tercera posición de países contaminantes. «Es importante trabajar con ellos y con otros países en vías de desarrollo que necesitan ayuda para tener acceso barato a energías renovables y tecnología», señalaba en una entrevista a RTVE.es.
Por el momento, la cumbre del año que viene se celebrará en Brasil, un país puntero en las políticas contra la deforestación del Amazonas bajo los mandatos de Lula da Silva, pero también un importante productor de petróleo.