Alertan del contenido de Bisfenol A en las latas de conserva: el 70% de murcianos presenta niveles de esta sustancia

La jefa del Servicio de Epidemiología de la Región afirma que la comida de conserva es la principal vía de exposición del compuesto

María Dolores Chirlaque, ayer durante su intervención en el Congreso Español e Iberoamericano de Toxicología que se celebra en Murcia.

María Dolores Chirlaque, ayer durante su intervención en el Congreso Español e Iberoamericano de Toxicología que se celebra en Murcia. / L.O.

Ana García LA OPINIÓN

 

La regulación y normativa sobre el uso de Bisfenol A (BPA) en productos o recipientes que estén en contacto con alimentos se ha endurecido en la última década a nivel europeo de forma muy importante. Pese a ello, la comida en conserva o de lata es la principal fuente de exposición a esta sustancia química, tal y como muestra un artículo publicado por la jefa del Servicio de Epidemiología de la Región de Murcia, María Dolores Chirlaque.

Sobre esta investigación precisamente profundizó ayer la autora durante su participación en el XXV Congreso Español y IX Congreso Iberoamericano de Toxicología que esta semana se celebra en Murcia y en el que la también investigadora del IMIB Pascual Parrilla ofreció la conferencia plenaria.

El BPA es una sustancia química utilizada junto a otras para fabricar plásticos y resinas, y que se usa en plásticos de policarbonato para fabricar dispensadores de agua, recipientes de almacenamiento y botellas de bebidas reutilizables, entre otros productos.

La propia Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) apunta que sustancias químicas como el BPA, utilizadas en envases de alimentos, pueden migrar en cantidades muy pequeñas a los alimentos y bebidas que contienen, por lo que los científicos revisan periódicamente su seguridad, teniendo en cuenta nuevos datos.

Chirlaque dio a conocer ayer los resultados de «un estudio muy complejo» que llevaron a cabo sobre el Bisfenol A como disrruptor endocrino, el estudio EPIC, en el que participaron cuatro centros de España (Murcia, Navarra, Guipuzcoa y Granada) y en el que se recogieron muestras biológicas de 4.000 pacientes.

En él se analizaba la exposición a BPA y si había relación con casos de cáncer de próstata y de mama, así como cardiopatías isquémicas.

«En un primer momento vimos que el 70% de la población de la Región de Murcia tenía niveles detectables de Bisfenol A, cuando éstos deberían ser cero, ya que es algo ajeno a nuestro organismo», insistió la jefa de Epidemiología de la Consejería de Salud.

El proyecto EPIC-España ha permitido hacer seguimiento a unos 4.000 pacientes durante 20 años

Además, se observaron diferencias geográficas y de género. En mujeres la media era más baja que en hombres, lo que también se ve traducido en menores riesgos de desarrollar una de estas enfermedades. «En hombres, quienes tenían mayores niveles de BPA tenían más riesgo sufrir cáncer de próstata, aunque en cáncer de mama en mujeres no se observó» esta correlación, dijo la investigadora. Al tiempo que subrayó que «también se ha demostrado la relación de mayores niveles de BPA con mayor sobrepeso y obesidad».

Tras más de 20 años de seguimiento de la cohorte EPIC-España se han identificado 1.350 casos de cáncer y unos 1.000 casos de enfermedad coronaria isquémica. Al tiempo que se ha demostrado que la comida, y más en concreto la comida enlatada o en conserva, es la vía de exposición más habitual a este compuesto .

Restricciones

En los últimos años se han aprobado ciertas restricciones en su uso, siendo la más conocida cuando en 2011 la Comisión Europea prohibió el uso de BPA en la fabricación de biberones. El Bisfenol A está también prohibido en botellas y envases de plástico que contienen alimentos para bebés y niños menores de tres años desde septiembre de 2018 y en 2020 fue prohibido en recibos de papel térmico.

No obstante, María Dolores Chirlaque explicó que «hecha la ley, hecha la trampa, ya que muchas empresas han cambiado el Bisfenol A por el D o cualquier otro, cambiando sólo una molécula, lo que hace que los investigadores tengamos que empezar otra vez de cero».

Chirlaque: «Ningún nivel de plomo es seguro, no debe haber plomo en sangre»

La jefa del Servicio de Epidemiología de la Consejería de Salud de la Región de Murcia, María Dolores Chirlaque, presentó también ayer en el Congreso de Toxicología que se celebra en el Campus de la Merced el trabajo y los resultados del estudio Emblema sobre la presencia de metales pesados en niños y madres en el entorno de la Sierra Minera.

La Sierra Minera de La Unión y Cartagena ha sido explotada históricamente con minas de hierro, plomo y zinc, así como con fundiciones de metales. Esta actividad ha dejado una importante cantidad de residuos en la zona, lo que se ha traducido en un gran impacto medioambiental debido a la presencia de plomo, cadmio y arsénico en suelo, aire y agua. «De ahí la preocupación de los vecinos de este espacio por los posibles efectos de la exposición a residuos mineros sobre su salud».

Chirlaque afirmó durante el encuentro que «ningún nivel de plomo es seguro, ya que no debe haber plomo en sangre». Por lo que se llevó a cabo un trabajo de investigación en el que se recogieron muestras de 184 madres y niños de entre 6 y 11 años de la zona minera y muestras de otras 184 madres e hijos de una zona no minera situada a 10 kilómetros de distancia de la primera para realizar una comparativa. En el desarrollo de su diseño participó un comité evaluador externo, de carácter multidisciplinar y constituido por investigadores expertos reconocidos a nivel internacional.

Sin embargo, María Dolores Chirlaque reconoció que los resultados les sorprendieron, ya que «esperábamos encontrar más diferencias en las cifras obtenidas y que próximamente saldrán en dos publicaciones». En plomo en sangre los niños de la zona minera presentaban una concentración de 1,65 frente al 1,08 de los de la zona no minera, mientras que las cifras de las madres fueron 1,28 y 1,16 respectivamente; en cadmio, fue igual en niños de una zona y otra (0,24); mientras que en arsénico los niños de espacios mineros tenían 44,94, por debajo del 53,23 de los no mineros.