-
Amazon, Meta o Microsoft planean desplegar grandes infraestructuras en nuestro país
-
Estos centros, cada vez más necesarios por la IA, son consumidores intensivos de agua y energía
PorÁLVARO CABALLERO RTVE
8 min.España se ha convertido en la meca de los centros de datos. Los gigantes tecnológicos de Silicon Valley han elegido nuestro país para llevar a cabo un acelerado desembarco de unas infraestructuras esenciales en este mundo hiperconectado, y que lo serán aún más con el crecimiento de la inteligencia artificial (IA).
Las administraciones locales, autonómicas y el Gobierno han dado una calurosa bienvenida a Amazon, Microsoft o Meta ―la matriz de WhatsApp, Facebook e Instagram― ante sus planes de instalar estos centros de España. Pero en una época en la que el agua no abunda ―y el cambio climático hará más frecuentes las sequías―, crece la preocupación por el elevado consumo de estos complejos.
“El problema no es que gasten energía y agua, sino que el tamaño de estos centros hiperescala es gigantesco, descomunal, respecto a las otras cosas que conocíamos. Son macrogranjas de datos”, señala a RTVE.es Aurora Gómez, de la asociación ‘Tu nube seca mi río’, que cuestiona la instalación de estas infraestructuras en la España seca.
Más centros, más grandes, y con más consumo
Si bien los centros de datos ―la infraestructura física donde se almacena la información digital de empresas y usuarios― llevan muchos años existiendo en las sedes de las grandes compañías o administraciones públicas, el aumento exponencial de estos datos, en lo que ya se conoce como era del Big Data, ha llevado a que sean necesarios enormes centros, separados físicamente de estas empresas, en los que cientos de ordenadores funcionen permanentemente para permitir que internet siga funcionando. Detrás de este incremento no está solo la IA, sino sobre todo «la digitalización de nuestras vidas, que después de la pandemia se ha acentuado», según Ana Valdivia, profesora de Inteligencia Artificial, Gobernanza y Política en el Oxford Internet Institute.
Algo tan simple como un correo electrónico pasa por un centro de datos entre que lo enviamos y lo recibe otra persona, y la crisis del coronavirus ha disparado el uso de herramientas digitales como las videollamadas. Pero la nube por la que circulan estos datos no es algo etéreo.
“Un centro de datos no es una nube, sino una nave. Una nave de cemento con muchísimos ordenadores dentro”, explica Valdivia. “Y cuando tú tienes muchos ordenadores metidos en una sola habitación, la temperatura aumenta y para disipar ese calor, lo que se hace es poner aires acondicionados o refrigerar mediante el agua”, detalla.
Otro gran consumidor para unos recursos hídricos «esquilmados»
Las empresas han optado por la segunda vía, la del agua, porque “es mucho más barata” que la electricidad para hacer funcionar estos aires acondicionados. No hay datos exactos de cuánto líquido necesita una instalación, pero una investigación de 2021 publicada en la revista Nature hallaba que un centro de tamaño mediano (15MW) usa tanta agua como tres hospitales o dos campos de golf.
Por ponerlo en perspectiva, los tres centros de Amazon en Aragón llegarán a tener una capacidad de 300MW en total en la próxima década. Y aunque cada vez recurren a más agua reutilizada, cerca de la mitad de la que usan es potable.
Su uso de agua “puede ser bastante significativo en determinadas zonas donde los recursos hídricos ahora mismo ya son escasos”, señala Santiago Martín Barajas, de Ecologistas en Acción. Aunque comparado con otros grandes consumidores de agua, como el regadío, representa un porcentaje pequeño, “es otro consumo más que se suma a la explotación de nuestros cada vez más esquilmados recursos hídricos”, añade.
De Aragón a Toledo: así es el despliegue millonario de las tecnológicas
El primero en desembarcar en España ha sido Amazon. Este gigante abrió en 2022 tres centros de datos en Aragón y solo dos años después, en mayo de 2024, ha anunciado que los ampliará y creará un cuarto para crear una gran red de centros en la comunidad. La inversión actual, de 15.700 millones de euros, hace palidecer cualquier otra de una tecnológica en España, y fue calificada por el presidente de la comunidad, Jorge Azcón, como la mayor en la historia de Aragón.
La compañía de Jeff Bezos no ha desvelado a preguntas de este medio cuánta agua consumen estos centros. Durante la presentación de la ampliación, eso sí, se comprometieron a “devolver más” agua de la que usan con inversiones para evitar fugas en los sistemas de abastecimiento de los municipios en los que se ubican.
También Microsoft ha elegido España. En febrero, la tecnológica fundada por Bill Gates anunció una inversión de 2.100 millones de dólares en los próximos dos años para infraestructuras de inteligencia artificial, entre ellas una “región cloud [nube, en inglés] de centros de datos” en la Comunidad de Madrid, y un campus de centros de datos en Aragón. El acuerdo fue refrendado al más alto nivel por el presidente de la compañía, Brad Smith, y el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez.
A la fiesta se ha sumado Meta, que el pasado año anunció su intención de construir un gran centro de datos en Talavera de la Reina, Toledo. La decisión también ha sido celebrada por la Junta presidida por Emiliano García Page. Allí, la empresa fundada por Mark Zukerberg, ha señalado en el informe de impacto ambiental que consumirá 500.000 metros cúbicos de agua al año (500 millones de litros), una reducción del 24% respecto al plan inicial, aunque supondrá en todo caso un 8% del consumo de agua de la ciudad. Y otras tecnológicas como Oracle o IBM también han anunciado inversiones para construir infraestructuras en España. También preguntada por RTVE.es, la compañía no ha dado más detalles del uso de agua, aunque sobre el consumo eléctrico, tanto esta tecnológica como Amazon han defendido que sus centros de datos usarán una energía 100% renovable.
Geografía, cables submarinos y renovables: por qué se instalan en España
Detrás de la decisión de instalarse en nuestro país hay muchos factores. Según las tecnológicas, influye en gran medida la potencia renovable de España ―las fuentes limpias ya suponen más del 50% de la energía eléctrica en nuestro país―, que hace que los precios de la electricidad sean más bajos. También es relevante la posición geográfica, con la Península Ibérica situada estratégicamente en un punto en lo que llegan los cables submarinos que hacen que funcione internet, así como la saturación de otros puntos de Europa que vivieron una primera oleada de instalación de estas infraestructuras, como Irlanda, Países Bajos o Alemania, y donde la red eléctrica ya se encuentra saturada.
Para Gómez, la principal razón en otra. “Están entrando en zonas despobladas de la España vaciada porque se lo permiten”, asegura, en referencia a las administraciones locales y regionales. “Un alcalde lo que quiere es decir ‘mi zona va a tener trabajo’ y esa es una narrativa absolutamente falsa”, asegura, ya que estos centros “no son fábricas” y tienen “muy poca mano de obra”.
Mientras, Ana Valdivia niega la mayor. No cree que las tecnológicas estén eligiendo España por encima de otros destinos. “No es verdad, las tecnológicas están yendo a todos los sitios porque necesitan estar en cualquier geografía” para así garantizar una buena latencia ―la velocidad a la que circulan los datos por internet―. Si queremos hacer una búsqueda en Google y que nos aparezca rápido el resultado, más veloz será cuanto más cerca haya un centro de datos. Sí que señala que, con medidas más restrictivas sobre, por ejemplo, la eficiencia energética en Alemania, las tecnológicas miran hacia otros destinos con el fin de maximizar beneficios.
Moratorias a la instalación de nuevos centros y oposición local
Antes de desembarcar en España, el desplliegue de los centros en otras latitudes no ha estado exento de polémica. Polémicas por el uso del agua y energía han llevado al Gobierno neerlandés y al Ayuntamiento de Ámsterdam a imponer varias moratorias desde 2019, con la última en vigor en la ciudad desde finales de 2023. El enorme consumo de electricidad también llevó a Singapur a imponer una moratoria entre 2019 y 2022, ya que los centros de datos usaban el 7% de la electricidad del país. En Irlanda este porcentaje sube hasta el 18%, el equivalente a 1,5 millones de hogares, por lo que asociaciones locales también reclaman una moratoria.
Mientras, en un Uruguay azotado por la sequía la población recibió con indignación el plan de Google de construir un gran centro de datos en el sur del país. Solo una demanda judicial permitió conocer el consumo previsto: 7,6 millones de litros de agua al día, el equivalente al consumo doméstico diario de 55.000 personas. Y en Londres, la compañía que gestiona el agua ya advirtió el verano pasado que se planteaba imponer restricciones al uso de agua de los centros de datos, incluyendo una posible subida de precios.
¿Vale la pena ese consumo para enviar «memes de gatitos»?
Ante esta creciente polémica, expertas como Valdivia pide a las empresas que ofrezcan “más información a la ciudadanía” para hacer evidente que la nube no es tal, sino que tiene una importante infraestructura con un gran consumo detrás, así como que los gobiernos impongan una mayor regulación, en la que se evalúe el impacto real en el consumo de agua y electricidad.
“¿Dejamos de enviar memes de gatitos porque esto consume mucha agua y mucha electricidad? Ahí hay un debate que como sociedad debemos solucionar“
“No estamos en contra de los centros de datos, yo dependo de ellos porque mi trabajo es completamente digital, pero sí que tenemos que pensar en qué recursos digitales son necesarios y cuáles no”, señala. Y pone de ejemplo el uso de plataformas como TikTok. “¿Dejamos de enviar memes de gatitos porque esto consume mucha agua y mucha electricidad? Ahí hay un debate que como sociedad debemos solucionar”, plantea, y cuestiona también la necesidad de otros usos con un importante consumo, como el metaverso impulsado por Zuckerberg, y que se barajó como uno de los posibles beneficiarios del centro de Meta en Talavera.
Aurora Gómez, de ‘Tu nube seca mi río’, cuestiona por su parte que estos grandes centros, necesarios para nuestra vida digital, tengan que estar en manos privadas. «Infraestructuras públicas, del común. Igual que ya inventamos las bibliotecas, podemos tener recursos similares», propone. Reclama una «computación con límites» ya que vivimos en «un planeta finito», y propone un decrecimiento con medidas tan sencillas como «apagar las máquinas por la noche», ya que «el 90% de los datos que se recogen no se vuelven a utilizar jamás».