El interior se encuentra repleto de decoración de estilo antiguo y medieval

Imagenes El Castillo de La Manga / castillodelamanga
Aunque el verano parece encaminarse hacia su recta final, lo cierto es que todavía quedan muchos viajeros con vacaciones pendientes. Septiembre y octubre se han consolidado como meses perfectos para quienes buscan sol, tranquilidad y menos aglomeraciones. Entre las opciones que ofrece la costa murciana hay un alojamiento que sorprende por su singularidad y su historia: el Castillo de La Manga.
Este castillo no es solo un complejo de apartamentos frente al mar. Fue creado y diseñado en los años 80 por Hagen Udo Rodenhorst, un visionario que, junto a su esposa Marie Luise, formó aquí su hogar y su familia.
Su huella permanece viva en cada rincón y hoy sus nietas, Sophia y Mara, se encargan de transmitir con cariño y orgullo la historia de su abuelo, que también levantó otras casas con forma de castillo a lo largo de La Manga e incluso la urbanización Castillos del Mar.
El interior está lleno de detalles que reflejan la exquisitez de los materiales que Hagen traía de distintas partes del mundo. Murales, artesonados, puertas de madera tallada, paredes pintadas a mano y hasta un escudo familiar repetido en varios rincones confirman que se trata de una obra muy personal.
Entre las sorpresas aparece una bodega donde el propio Hagen elaboraba vino y varias terrazas orientadas a todos los puntos cardinales para aprovechar al máximo el sol del Mediterráneo.
Un alojamiento frente al mar
Hoy, el Castillo de La Manga mantiene esa esencia de casa familiar, pero adaptada a los viajeros que buscan una estancia diferente.
A tan solo unos pasos de la Playa El Arenal/Pedrucho, combina la cercanía al mar con una piscina exterior de temporada rodeada de jardines. La valoración de quienes ya se han alojado en él habla por sí sola: un 9,3 en ubicación y comentarios que lo describen como un lugar tranquilo, relajante y especial.
El complejo ofrece distintos apartamentos, cada uno con características propias: algunos están pensados para parejas, como el “romanticón”, con vistas directas al Mar Menor desde la cama.
Otros resultan perfectos para familias, con dormitorios dobles, baños con bañeras grandes y salidas directas desde el salón a la piscina. También hay espacios que destacan por sus terrazas con barbacoa y tumbonas, o salones presididos por artesonados y mobiliario de madera toledana.