Serena Williams, un premio Princesa de Asturias a la tenista del palmarés interminable y la conciencia inquebrantable

  • La ganadora de 23 Grand Slams es desde hace lustros uno de los mayores iconos de la historia de su deporte

  • Además de sus hitos deportivos, se premia una carrera de defensa de la igualdad de género y en contra del racismo

Serena Williams se proclama campeona de Roland Garros por segunda vez en su carrera.
Serena Williams se proclama campeona de Roland Garros por segunda vez en su carrera. REUTERS
Alberto de Castro Escalada

El impacto dentro y fuera de la pista de Serena Williams se puede medir de muchas maneras. Cronológicamente, la última ha sido verla llegar a Oviedo y dejar una de las imágenes más virales de la edición de este año de los Premios Princesa de Asturias bailando con el improbable acompañamiento de una banda de gaitas.

«Rough, tough and strong». «Bruta, dura y fuerte», así describió Richard Williams, padre de Venus y Serena, las cualidades de un campeón. Sin embargo, con el tiempo, la pequeña de las hermanas demostró que, aunque quizás eso servía dentro de la cancha, para ser una verdadera campeona se necesitan otros atributos. Una jugadora que, fuera de ella, se ha mostrado empática, generosa y justa.

Tres cualidades que, sumadas a los títulos y la trascendencia en la cultura del tenis en Estados Unidos – y en el mundo, seguramente -, ha llevado a la tenista de Michigan a recibir numerosos reconocimientos. A los cuatro Laureus a la mejor deportista del año, entre otros premios individuales, se le suma el que recibirá este viernes, el Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2025.

¿La mejor tenista de la historia?

Muchos consideran a Serena Williams como la mejor de la historia y, desde luego, argumentos hay para defenderlo. 23 títulos de Grand Slam en individual, solo superada por Margaret Court, y 14 en dobles con su hermana Venus. En total, en su carrera en solitario, sumó 96 títulos, siendo la pista dura la superficie en que más vivió su dominio con 52. Muchas victorias, entre las que destacan los 23 ‘Masters 1000’ y el oro en agosto de 2012 en los Juegos Olímpicos de Londres.

 

Cuádruple medallista olímpica, consiguió otros tres con su hermana en Sidney, Pekín y Londres, las 319 semanas que ocupó en el número 1 la colocan como la tercera jugadora que más tiempo ha sido considerada como la mejor de la WTA, solo por detrás de Steffi Graf y Martina Navratilova. Una carrera brillante, tanto en dobles como en individual, que ha sido alabada por los tenistas más grandes de la historia.

Sin embargo, no pasa desapercibido su ascenso. Incluso una película, ‘El método Williams’, se hizo para mostrar lo que su padre Richard Williams hizo con las hermanas. Un guardia de seguridad, con una gran pasión por el tenis, que las entrenó desde pequeñas para ser campeonas y que, como dijo en varias ocasiones durante las prácticas, tenía claro el techo de dos jugadoras que hoy son leyendas.

Referente fuera de las pistas

«Serena Williams ha sido siempre una firme defensora de la igualdad de género y de oportunidades entre hombres y mujeres en el deporte y, en general, en la sociedad», dice el acta del jurado que ha entregado el premio a la tenista. No es para menos, la jugadora de Michigan siempre ha tratado de lograr la igualdad salarial en el circuito, pero también ha luchado por defender diversas causas raciales. En 2001, tras recibir insultos racistas y ser abucheadas en Indian Wells, las hermanas decidieron no volver. Algo que sostuvieron catorce años.

 

En 2016, tras el tiroteo de dos jóvenes por parte de unos policías en Estados Unidos, publicó un post en Facebook, demostrando su compromiso, que finalizaba diciendo: «como dijo Martin Luther King, ‘hay momentos en los que el silencio es traición’. No me voy a quedar callada«.

Compromiso con la comunidad afroamericana en Estados Unidos, pero también con la igualdad de género. En el mismo año escribió una carta en la revista ‘Porter’, tratando las dificultades que tiene una mujer en comparación con un hombre. Habla de su género y su raza como desventajas para muchos, pero para ella fueron gasolina para lograr el éxito que tuvo.

Esa carta, la termina con el siguiente alegato: «Espero que mi historia, y las de otras, inspiren a todas las mujeres jóvenes que busquen la grandeza y sigan sus sueños con resiliencia. Debemos seguir soñando en grande y, haciendo esto, empoderaremos a la siguiente generación de mujeres a ser exactamente igual persiguiendo los suyos».

Quizás esa es la clave, quizás ese sea el motivo de este premio – y de tantos otros. Serena no ha sido una deportista normal, no solo por todos los títulos obtenidos dentro de las pistas, también ha sido un referente fuera de ellas, que ha inspirado y continuará haciéndolo a generaciones de jóvenes tenistas y, sobre todo, de mujeres.