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Los ladrones burlaron las medidas de seguridad del museo en un robo con muy pocos precedentes
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Consiguieron llevarse nueve piezas, aunque perdieron una por el camino
Solo había pasado media hora desde que el museo más visitado del mundo había abierto sus puertas, cuando cuatro ladrones encapuchados lograron burlar la seguridad del Louvre para llevarse un botín de valor incalculable. Llegaron en dos motos y un camión por el flanco sur del museo, junto al río Sena, una zona en obras. Equipados con pequeñas motosierras, subieron por la escalera de un montacargas hasta la primera planta. Rompieron la ventana para acceder al interior de la galería de Apolo, que alberga joyas, diademas y broches de la era napoleónica. Consiguieron llevarse nueve piezas, aunque, tal vez por las prisas, perdieron una por el camino. El atraco, al puro estilo Hollywood, apenas duró unos minutos.
¿Qué se han llevado?
Ni controles, ni máquinas de detección, ni cámaras, ni personal. Los ladrones burlaron cada medida de seguridad del museo en un robo con muy pocos precedentes. Se llevaron una diadema de la reina María Amelia y de la reina Hortensia, un collar del conjunto de zafiro de las mismas, un pendiente de ese mismo conjunto, un collar de esmeraldas de la reina María Luisa, un par de pendientes de esmeralda de María Luisa, un broche, una diadema y una diadema de la emperatriz Eugenia de Montijo, la esposa española del emperador Napoleón III.
De los nueve objetos que intentaron robar, se llevaron ocho. Perdieron la corona de la emperatriz Eugenia, que resultó dañada. Solo esta vale decenas de millones de euros. Con 1.354 diamantes y 56 esmeraldas, fue creada para la emperatriz con ocasión de la Exposición Universal de 1855. Tras el cambio de régimen a la III República, fue vendida por el Estado francés como una forma de liquidar su pasado monárquico y solo volvió a París algo más de un siglo después gracias a una donación.
A los ladrones, sin embargo, les pasó desapercibido el diamante Régent, una gema valorada en más de 60 millones de dólares expuesta junto al resto de piezas robadas. Una incógnita que sigue sin resolver.
¿Cómo avanza la investigación?
Aunque ha sido considerado como «muy profesional» y «sin violencia», las autoridades indicaron que los intrusos utilizaron pequeñas motosierras como amenaza contra los guardias de seguridad. La policía sigue buscando pistas y recogiendo huellas. Uno de los delincuentes llevaba un chaleco reflectante amarillo que ya fue encontrado. Los ladrones dejaron cortes en dos vitrinas y un intento fallido de incendiar la grúa que usaron para entrar.
La Fiscalía de París ha abierto un procedimiento por robo en «banda organizada y asociación de malhechores» y descarta, por ahora, una intervención extranjera. Consideran que podría tratarse de crimen organizado, ya sea por encargo de un coleccionista o para revender las joyas y metales preciosos.
Esta última opción sería otra operación de mucho riesgo para los ladrones por los cientos de ojos que están pendientes de sus movimientos. El único mercado que queda sería el de desmontar las piezas y venderlas por partes, destrozando la obra y haciendo que pierda parte de su valor.

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Los fallos de seguridad
El robo plantea serias dudas sobre la seguridad del museo, que alberga obras como la Mona Lisa y que, el año pasado, recibió 8,7 millones de visitantes. En enero, su dirección pidió ayuda urgente al Gobierno francés para renovar las salas y reforzar la protección de las obras. Macron, delante de la mismísima Gioconda, prometió una renovación integral para este templo del arte.
Este domingo, el senador comunista Ian Brossat denunció que el Ejecutivo francés no hubiera hecho caso de las advertencias que habían lanzado los empleados del Louvre, que el pasado 16 de junio organizaron una huelga sorpresa para alertar sobre la falta de personal, sobre todo en la seguridad. Hizo notar que en los últimos cinco años la plantilla del museo se ha reducido en 200 personas.
Por su parte, la ministra de Cultura, Rachida Dati, señaló que la seguridad de los museos «no es un problema nuevo». «Durante 40 años se prestó poca atención a proteger estos grandes museos», denunció.
Una lista de robos en el Louvre
El último robo en este museo se produjo en 1998, cuando se sustrajo a plena luz del día el cuadro El camino de Sevres del pintor francés Camille Corot que aún sigue sin aparecer. En 1983 desaparecieron piezas de armadura del siglo XVI, una coraza y un casco ceremonial del período renacentista, que no fueron recuperadas hasta 2011.
Pero el más famoso fue el que cometió el 21 de agosto de 1911, cuando desapareció La Gioconda. Se llegó a detener e interrogar a un par de famosos artistas vanguardistas de la época: Pablo Picasso, el padre del cubismo, y Guillaume Apollinaire, poeta y dramaturgo francés. La obra de Leonardo da Vinci no se recuperó hasta 1913, después de que el ladrón intentase venderlo. Era Vincenzo Peruggia, extrabajador del Louvre, que justificó el robo con un motivo político. Quería devolver la pintura a Italia, convencido de que era una de las obras que Napoleón se había llevado a Francia a principios del siglo XIX. Fue condenado a un año y quince días de prisión.
¿Se puede visitar el Louvre?
Desde el momento en el que saltaron las alarmas, la policía desalojó rápidamente el Louvre. El museo asegura que las personas que hayan reservado una visita para esta fecha podrán recibir un reembolso.
Sin embargo, el complejo reabrirá este lunes 20 de octubre. Los horarios habituales de la semana son de lunes a domingo de 9:00 a 18:00, con horario extendido los miércoles y viernes (hasta las 21:00/21:45), excepto cada martes, que cierra sus puertas.



