El investigador del IEO, Juan Manuel Ruiz, viene a confirmar el origen agrícola de las aportaciones de carbonatos de la zona de la mancha blanca en la que se detecta también una mayor concentración de nitratos
El Instituto Español de Oceanografía ha presentado este martes, en una jornada científica organizada por la Comunidad Autónoma, los resultados de un estudio iniciado hace más de un año que ha podido identificar la naturaleza y el origen de la mancha blanca detectada en el Mar Menor. Estamos asistiendo al resultado de una aportación masiva de aguas cargadas de carbonatos que han provocado un aumento del PH de la laguna y que, justo en la zona en que se produce la conexión del acuífero, han precipitado, volviéndose blancos y por tanto, visibles.
Esa es la hipótesis más sólida que baraja el Instituto Español de Oceanografía, con la que coinciden los expertos del CEBAS y de las universidades públicas de la región reunidos por la Consejería. El director del proyecto, el investigador del Instituto, Juan Manuel Ruiz, explica que el fenómeno está bien documentado en la literatura científica porque se ha detectado en otras lagunas similares: el Mar Menor lleva años recibiendo desde el acuífero Cuaternario un volumen importante de agua cargada de carbonatos. Eso ha provocado una variación del PH de la laguna, que ahora se ha vuelto más alcalino. Y en esas condiciones los carbonatos han precipitado, volviéndose blancos y visibles, precisamente en la zona en la que hay una mayor concentración. «Al aumentar el pH, se ha atravesado el umbral por el cual precipitan los carbonatos. Antes estaban, pero ahora al aumentar el pH se ha producido la precipitación del carbonato y por eso lo vemos. Es como una visualización de un proceso que ya estaba ocurriendo» explica Ruiz.
La pregunta siguiente es casi obligada: ¿de dónde han salido esos carbonatos? Pues en parte son arrastres de la roca que envuelve al acuífero, pero ha sido decisivo -otra vez- el efecto de la actividad agrícola porque los nutrientes que porta el agua de riego ayudan a la liberación de carbonatos, y el volumen de caudales empleado incrementa también las aportaciones que van a parar del acuífero al Mar Menor. Ruiz señala que «tiene que ver con la geología del acuífero, pero también la actividad agrícola, primero, favorece la movilización de carbonatos y, sobre todo, es responsable del incremento de la entrada de agua dentro del acuífero y, por lo tanto, que aumente esa salida de aguas con carbonatos a la laguna».
Hay otro dato que vendría a confirmar el origen agrícola de esas aportaciones de carbonatos y es que en la zona de la mancha blanca se detecta también una mayor concentración de nitratos: «De hecho, en la mancha blanca no solamente estamos viendo esos aportes de aguas más carbonatadas, sino también muy ricas en nitratos, que además son las que están favoreciendo que en la zona de la mancha blanca haya más fitoplacton, más productividad primaria del fitoplacton que en el resto de la laguna. Digamos que son otro indicador de la procedencia de esos carbonatos» ha explicado Juan Manuel Ruiz.
Lo que está completamente descartado es que en este fenómeno de la mancha blanca tengan ningún tipo de incidencia los vertidos de origen urbano. No guardan ninguna relación con este aumento de los carbonatos como tampoco tienen un papel decisivo en la situación general del ecosistema. Juan Manuel Ruiz insiste en que no hay ningún informe científico que avale lo contrario. «No hemos encontrado ninguna relación con esos aportes. Además, es que creo que esa idea está totalmente manipulada por otros intereses, no tiene ningún fundamento científico.
Ni hay detrás un análisis de datos o de análisis de cualquier tipo para saber cuál es el papel de esos aportes de origen urbano en lo que está pasando en el Mar Menor, ni en la mancha blanca ni en el resto del Mar Menor»
A partir de este punto, lo que queda es definir una estrategia para acabar con la mancha blanca. Dice Ruiz que hay dos tipos de soluciones: o bombear agua del acuífero para rebajar su nivel y reducir a corto plazo sus aportaciones; o reducir las aportaciones de agua de uso agrícola. Habrá que elegir cómo afrontar el problema aunque este investigador del Instituto Español de Oceanografía sostiene que podemos gastar mucho dinero en una solución de ingeniería a corto plazo, pero no servirá de nada si no atacamos la raíz del problema. «Si solamente basamos esto en soluciones técnicas de alto coste y de ingeniería y no aplicamos medidas que tengan que ver con la ordenación de la actividad agrícola y el resto de actividades humanas en el territorio, esto en el futuro seguiremos igual» sentencia el investigador del Instituto de Oceanografía Español.