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En las dos últimas décadas, esta agencia ha contribuido a evitar más de 91 millones de muertes en todo el mundo
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EE.UU. representaba el 43% de toda la financiación gubernamental donada por los países al sistema humanitario

Los recortes realizados al inicio de 2025 por la Administración del presidente Donald Trump sobre la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), así como su posible desmantelamiento total, causarán más de 14 millones de muertes adicionales de cara a 2030. En las dos últimas décadas, esta agencia ha contribuido a evitar más de 91 millones de muertes en todo el mundo, 35 millones de ellas infantiles. La reducción de inversión en ella ocasionará una media de más de 2,4 millones muertes al año.
Es la principal conclusión de un nuevo estudio coordinado por investigadores del Instituto de Salud Colectiva de la Universidad Federal de Bahía (ISC-UFBA), junto con el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), la Universidad de California Los Angeles (UCLA) y el Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM), entre otros, publicado en The Lancet.
La USAID se creó en 1961 como una agencia independiente del poder ejecutivo bajo la autoridad directa y la orientación del secretario de Estado, con el objetivo de proporcionar ayuda humanitaria y apoyar el crecimiento económico y la autosuficiencia de los países en desarrollo, así como influir en ellos bajo el contexto de la Guerra Fría contra la URSS.
El pasado 20 de enero, el Gobierno de Trump suspendió los programas de ayuda exterior existentes, excepto la ayuda alimentaria de emergencia y la ayuda militar. Después, el 10 de marzo, anunció que se cancelaría el 83% de los programas gestionados por la USAID, ya con miles de empleados de la agencia despedidos bajo la orden del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), gestionado entonces por el multimillonario Elon Musk.
Revertir dos décadas de progreso en salud
Los investigadores han determinado la influencia de la inversión en la USAID mediante el análisis de datos de 133 países y la combinación de dos enfoques: una evaluación retrospectiva del periodo 2001–2021 y modelos de proyección con y sin los recortes hasta 2030. Para ello, han sido los primeros en utilizar modelos estadísticos que han tenido en cuenta no solo las ayudas a los sistemas de salud, sino también factores como la población, los ingresos y la educación, midiendo las intervenciones para el alivio de la pobreza, las aportaciones nutricionales y las mejoras del acceso al agua potable, el saneamiento y la higiene.
Según sus cálculos, las tasas globales de mortalidad estandarizadas por edad en 2001 eran de 11,7 por 1.000 habitantes y disminuyeron un 13% hasta 2021, mientras que la tasa de mortalidad de menores de cinco años comenzó en 61,9% y se redujo un 58%. De media en ese periodo, la financiación de la USAID aumentó un 97% (de 1,38 a 2,71 dólares per cápita), mientras que la financiación media por país aumentó un 68% (de 151 a 279 millones de dólares).
Entre las muertes evitadas gracias a la financiación de USAID durante el periodo de estudio, los investigadores calculan que 91,8 millones fueron muertes por todas las causas y en todas las edades, y 30,4 millones fueron muertes por todas las causas en menores de cinco años.
Dentro de ese baremo, la relación más estrecha se observó en el VIH-SIDA, con una reducción del 74%, seguida de la malaria, con un 53%, y las enfermedades tropicales desatendidas, con un 51%. También se encontraron fuertes asociaciones con las enfermedades diarreicas, las deficiencias nutricionales, las infecciones respiratorias de vías bajas, la mortalidad materna y la tuberculosis, señala el estudio.
«Nuestro análisis muestra que la financiación de USAID ha sido una fuerza esencial para salvar vidas y mejorar la salud en algunas de las regiones más vulnerables del mundo en las dos últimas décadas», señala Daniella Cavalcanti, investigadora postdoctoral en el Instituto de Salud Colectiva y primera autora del estudio.
“El impacto sería comparable al de una pandemia global o un gran conflicto armado“
«Existe el riesgo de frenar bruscamente, e incluso revertir dos décadas de progreso en salud en poblaciones vulnerables. Para muchos países de ingresos bajos y medio, el impacto sería comparable al de una pandemia global o un gran conflicto armado», destaca Davide Rasella, investigador ICREA en ISGlobal y coordinador del estudio.
En concreto, solo en 2025, la reducción de la financiación per cápita de USAID provocaría aproximadamente 1,78 millones de muertes en todas las edades y 690.000 muertes de menores de cinco años. Durante el resto del periodo hasta 2030, la falta de financiación completa de USAID causaría unos 2,45 millones de muertes anuales en todas las edades, lo que llevaría a un total de 14,05 millones de muertes en exceso en todas las edades y 4,54 millones de muertes en exceso en menores de cinco años.
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Las primeras consecuencias
En 2023, EE.UU. representaba el 43% de toda la financiación gubernamental donada por los países al sistema humanitario, frente al 39% de la década anterior. Además, se calcula que en 2024 la USAID desembolsó unos 32.000 millones de dólares.
Aunque participa en una amplia gama de sectores, los más financiados fueron la ayuda humanitaria (9.900 millones de dólares) y la sanidad (9.500 millones de dólares), y la región más beneficiada fue el África subsahariana (12.300 millones de dólares).
El informe señala que en la actualidad, el cese de la financiación estadounidense de los programas como contra la tuberculosis ha obligado al 25% de las organizaciones de 31 países a suspender las operaciones de dichos proyectos, y a otro 46% a interrumpir las actividades de detección y divulgación de dicha enfermedad.
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Además, la suspensión de los contratos estadounidenses para la Iniciativa del Presidente de Estados Unidos contra la Malaria ha interrumpido la entrega de cientos de millones de dólares anuales a países como Nigeria y Uganda. Amenaza con un aumento de casi 15 millones de casos adicionales y 107.000 muertes más en todo el mundo en tan solo un año de interrupción de la cadena de suministro para el control de la malaria.
Otro estudio reciente estima que 79 millones de personas a las que antes se prestaba asistencia ya no están siendo atendidas debido a los recortes en los programas de la USAID, y que la capacidad local de las organizaciones no gubernamentales nacionales se ha visto profundamente afectada. Si estos profundos recortes continúan, la gran mayoría de las actividades financiadas por la USAID se verán afectadas y es muy probable que se ponga fin a las más importantes, advierten los investigadores.
Otros países se unen a los recortes
A las decisiones de la Administración estadounidense, que varios jueces intentan frenar, se añaden los recientes recortes de los presupuestos de ayuda de otros donantes como Reino Unido (40%), Francia (37%), Países Bajos (30%) y Bélgica (25%), que llevan tanto a los sistemas humanitarios como a los de desarrollo al borde del colapso.
Para este 2025, la OCDE estima que la asistencia oficial para el desarrollo podría caer entre un 9% y un 17%. Esto no solo amenaza con revertir décadas de progreso humano sin precedentes, sino que también «intensifica la extraordinaria incertidumbre y vulnerabilidad ya causadas por la policrisis en curso», denuncia el estudio.
“Los ciudadanos estadounidenses contribuyen con unos 17 céntimos al día a la USAID, aproximadamente 64 dólares al año. Creo que la mayoría apoyaría mantener esta financiación si supieran lo eficaz que puede ser una contribución tan pequeña para salvar millones de vidas,” afirma James Macinko, coautor del estudio y profesor de la UCLA.
Como conclusión, el estudio señala que además de causar millones de muertes evitables, especialmente entre los más vulnerables, estos recortes «corren el riesgo de revertir décadas de progreso en materia de salud y desarrollo socioeconómico en los países de ingresos bajos y medios», y podrían «socavar significativamente el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030».