Los Caballos del Vino de Caravaca de la Cruz regresan este lunes tras dos años en blanco

Del 1 al 5 de mayo tienen lugar en Caravaca unos festejos únicos en el mundo. La jornada de los Caballos del Vino está declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO

ONDA REGIONAL   REDACCIÓN

Este lunes, 2 de mayo Caravaca de la Cruz celebra la Carrera de los Caballos del Vino, festejo único en el mundo que regresa, después de dos años de paréntesis por la pandemia, convertido en Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO.

Caravaca es del 1 al 5 de mayo escenario de unos festejos únicos en el mundo y en ellos se enmarca la tradición de los Caballos del Vino, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, que da comienzo a las 14:00 horas de este lunes 2 de mayo. Las Fiestas en Honor a la Santísima y Vera Cruz son, además, en su conjunto, de Interés Turístico Internacional.

Las fiestas de Moros, Cristianos y Caballos del Vino, en honor a la Santísima y Vera Cruz, rememoran una tradición que encuentra sus raíces en la Edad Media, cuando la localidad era tierra fronteriza con el Reino Nazarí de Granada. Más de 150.000 personas acuden cada año al noroeste de la Región de Murcia para presenciar unos festejos insólitos y cargados de pasión.

Desde diciembre de 2020 y tras un largo proceso de trabajo, esfuerzo, dedicación y entrega por parte de diferentes organismos, entre ellos, el
Bando de los Caballos del Vino, el Ayuntamiento de Caravaca de la Cruz y el Ministerio de Cultura, que han contado con la colaboración y el empeño de todo un pueblo, la UNESCO decidía que la única candidatura que presentaba el reino de España, los Caballos del Vino, fuese declarada
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, contando con el apoyo de los 22 países miembros del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial.

Desde entonces, el festejo no ha podido celebrarse debido a la situación sanitaria provocada por la Covid-19. Este 2022 sería el primer año en el que los caballos subirán la cuesta del castillo arropados por multitudes de lugareños y visitantes, tal y como lo han hecho siempre, con la relevante condición que les otorga el hecho de ser Patrimonio de toda la Humanidad.