Las Salinas de San Pedro: una muralla de arena

El proyecto de restauración de las Salinas de San Pedro llega a su fin tras recuperar las dunas en La Llana y frenar el avance del mar, junto con la construcción de 1.800 metros de motas y estanques salineros

LA OPINIÓN

Una fortaleza natural contra las inclemencias del tiempo y del mar, y también del ser humano. El parque regional de las Salinas de San Pedro del Pinatar es hoy un territorio más verde, más sólido y con más vida que hace cuatro años. El proyecto europeo Life Salinas, que ha permitido mejorar el estado de conservación de este enclave protegido, pone punto y final a su andadura tras abordar los principales problemas de preservación del parque desde 2018.

«Hemos conseguido frenar el avance del mar sobre la playa. Hemos recuperado el cordón dunar de La Llana, y eso es lo que más orgullo nos produce», explica, ilusionado, Gustavo Ballesteros, doctor en Geografía por la Universidad de Murcia y coordinador del proyecto. El efecto de los temporales sobre la zona, así como las corrientes marítimas alteradas por el puerto deportivo de San Pedro, amenazaban con echar encima de las salinas al mar Mediterráneo. El desgaste por la huella humana y de los fenómenos meteorológicos en este tramo al sur de las instalaciones portuarias y al norte de las Encañizadas ha pasado factura durante años.

Daniel Ibarra: «Se ha creado un stock de arena importante en la zona más delicada del parque»

Ahora, los trabajos de conservación han permitido instalar captadores de arena elaborados con cañizo en un tramo de 2,5 kilómetros en la franja de La Llana: «De esta forma, se ha reducido el riego de que el mar pueda inundar durante los temporales los estanques salineros más cercanos a la playa», manifiesta Ballesteros.

Además, se instaló una valla perimetral en los primeros 600 metros de este punto del parque para frenar el pisoteo de los senderistas y bañistas.

Captadores de arena de cañizo, instalados entre La Llana y las salinas.

Captadores de arena de cañizo, instalados entre La Llana y las salinas. JOAQUÍN ZAMORA

El proyecto, liderado por la empresa Salinera Española que explota las salinas de San Pedro desde 1920, ha estado apoyado por la UMU, la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), la Dirección General de Medio Natural, el Ayuntamiento de San Pedro y la consultora portuguesa Mãe d’água. Junto a ellos también han colaborado la Demarcación de Costas y la Fundación Biodiversidad. 850 hectáreas de parque protegido, que ahora puede presumir de ser uno de los puntos ambientales más importantes de la costa mediterránea.

«Se ha creado un stock de arena importante en la zona más delicada del parque», subraya Daniel Ibarra, doctor en Geografía Física y especialista en los sistemas dunares de Las Salinas y La Manga, «se han recuperado zonas de depresión, donde no había dunas ni vegetación».

Una valla perimetral guarda los primeros 600 metros del cordón dunar entre la playa y las salinas

Las sendas creadas originaban corrientes de aire que favorecían la erosión, por lo que el equipo de Life Salinas empleó las hojas de posidonia para regenerar estos surcos: «Ahora se han creado dunas capaces de hacer frente a los temporales más fuertes».

El equipo de ANSE ha trabajado tanto en la instalación de los captadores como el vallado, y en todo este tramo ha plantado 16.361 ejemplares de 24 especies autóctonas de dunas. «Se han retirado 63 toneladas de especies exóticas invasoras, erradicando los rebrotes de la especie ‘carpobrotus’ y reduciendo un 60% los de ‘agave’. Todo esto en un área de 115 hectáreas de todo el parque», explica el biólogo Jorge Sánchez. Las actuaciones de revegetación en la playa ayudarán a a fijar unas 20,58 toneladas anuales de CO2.

¿Quién vigila ahora que no destrocemos nada?

El geógrafo Daniel Ibarra, que ha estudiado la erosión del cordón dunar de La Llana, indica que no necesariamente el parque necesitaría otros proyectos de restauración, aunque sí vigilancia, «si apostamos por la educación ambiental y no caminamos por las zonas de dunas». Pese a todo, continuarán con las labores de control y esperan que los vecinos ayuden a cuidar las dunas.

Mejorar la circulación del agua

La Llana no concentró toda la actuación del proyecto. «La idea era remodelar el circuito salinero situado al norte de las salinas para mejorar el movimiento del agua y favorecer una mayor y mejor producción de sal», apunta Ballesteros. Una de las líneas de trabajo que nunca pensaron que pudieran llevar a cabo, por la férrea protección de las Salinas, fue la de construir 1.800 metros de motas nuevas y estanques salineros. «Con esto mejoramos la circulación del agua entre las salinas, obligando al agua a realizar un mayor recorrido dentro de estos estanques y aumentando la evaporación, lo que conlleva obtener más sal», comenta.

A su vez, han logrado mejorar el movimiento del agua en la charca de Coterillo (objeto de atención de promotoras inmobiliarias en el pasado siglo), mediante la adecuación de una entrada y una salida de agua, «lo que ha permitido reducir la elevada salinidad y recuperar las poblaciones de fartet y las colonias reproductoras de charrancito común, avoceta común o el charrancito común».

También se han desarrollado una serie de acciones paralelas, entre las que destaca el acuerdo de custodia del territorio entre Salinera Española y ANSE; el diseño de un certificado de calidad y protección ambiental para la sal de las Salinas, especialmente de aquellas incluidas en la Red Natura 2000 que se espera poder implantar a partir de 2023 o actividades de voluntariado y una potente campaña de difusión y educación ambiental que han dado a conocer el proyecto a escolares, vecinos, turistas y trabajadores de las salinas y del puerto deportivo.

El proyecto logra aumentar un 17% el territorio de cría de las aves acuáticas

El proyecto Life Salinas ha logrado dentro del parque regional aumentar en un 17% el territorio de reproducción de la gaviota de Audouin y de otras seis especies (avoceta común, cigüeñuela común, chorlitejo patinegro, charrán común, charrancito común, charrán patinegro y pagaza piconegra) con las que comparte su área de reproducción, mediante la construcción y adecuación de casi dos kilómetros de motas salineras.

Los nuevos diques construidos ha permitido invertir la reducción de la superficie de reproducción de aves acuáticas causada por el desarrollo de la vegetación que cubre gran parte de los diques de separación de los estanques salineros, pero también por la presencia de la gaviota patiamarilla, una amenaza para el resto de las especies del parque.  Las motas se han reforzado en su base con piedras y en la superficie con sustrato de los charcos calentadores, cuyo contenido en sales impide el desarrollo de plantas.

Otra gaviota, la de Audouin, nidifica en motas con escasa vegetación, algo que se ha mejorado desde 2018

Los censos de aves acuáticas que han anidado en las Salinas de San Pedro señalan que las colonias de especies seleccionan como lugar de cría las motas de separación de charcos salineros, almacenadores y calentadores, islotes y playas de las Encañizadas. Estas especies, entre la que destaca la gaviota de Audouin, nidifican sobre todo en motas con escasa cobertura vegetal.

La investigadora Diana Hernández ha llevado a cabo un estudio del impacto socioeconómico que ha tenido cada acción llevada a cabo dentro del proyecto.

También se ha realizado un seguimiento desde el principio y hasta ahora para determinar la evolución de las poblaciones de aves, así como del fartet y de macroinvertebrados acuáticos.