Los expertos inciden en la necesidad europea de tomar decisiones como uno de los factores claves para hacer frente a la incertidumbre económica generada por el regreso de Trump
Jordi Cuenca Málaga
La incertidumbre económica generada por las decisiones de Trump, singularmente las arancelarias, y las inquietudes de las principales ciudades del Mediterráneo español, resumidas en las dificultades de acceso a la vivienda, la compatibilidad de la vida ciudadana con los excesos de un turismo en alza o la adaptación al cambio climático, asumieron hoy el papel de protagonistas en la tercera jornada del II Foro del Mediterráneo, organizado por Prensa Ibérica y la Fundación La Caixa.
El consejero delegado de Prensa Ibérica, Aitor Moll, clausuró el evento y en su intervención, además de convocar a los asistentes a la tercera edición, que tendrá lugar el año que viene en Barcelona, puso énfasis en «el extraordinario potencial del área mediterránea». También ha defendido que «proteger el Mediterráneo es proteger nuestro futuro». Entre los retos a superar para este área ha mencionado la «falta de vivienda asequible, la precariedad laboral y la desconfianza entre residentes y visitantes». Tres objetivos presentes en la vida de las urbes mediterráneas.

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Como espacio para la convivencia, las ciudades son un factor esencial del territorio y el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, quiso además ponderar las capacidades de sus gestores. Tanto, que llegó a afirmar que «si los alcaldes y alcaldesas gobernásemos el mundo todo iría mejor». Ya bajando al terreno de lo cotidiano, el primer edil barcelonés expresó su convicción de que el gran objetivo es «reivindicar el derecho de quedarse en la ciudad. Es decir, hay que garantizar que la gente que quiere vivir y trabajar en su ciudad lo pueda hacer».

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La mayoría de las urbes mediterráneas se ven afectadas por dos fenómenos en cierto modo paralelos, como son el exceso de turistas y la uniformización. En relación con esto, Jaime Martínez Llabrés, alcalde de Palma, apunta a que el reto es recuperar «lo que se ha ido desdibujando con la globalización» y que eso se conseguirá «reafirmando la identidad, la historia, los orígenes». El turismo es una cuestión candente porque, además de su incidencia en el mercado inmobiliario, es difícil conjugar los enormes réditos económicos que rinden a las ciudades con la vida cotidiana en las mismas. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, defiende buscar un «equilibrio», mientras que Collboni expuso algunas medidas ya adoptadas en Barcelona, como la tasa turística o las limitaciones a la oferta de pisos.

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La alcaldesa de València, María José Catalá, puso énfasis en el cambio climático y la dana del 29 de octubre: «Gracias al plan sur, la gran parte de la población de la ciudad de València se salvó del agua. Si hace 60 años fuimos capaces de alterar el cauce del río Turia, ahora tenemos que pensar como país en infraestructuras hidrológicas de primer nivel». Catalá abrió otra línea de debate y es que «una gran ciudad no puede expulsar a los suyos. Hay varios mecanismos que se pueden poner en marcha, como la promoción pública de vivienda». Es la gran preocupación de muchos ciudadanos, en especial los más jóvenes. Tan es así que De la Torre ha confesado que «es a lo que dedico más tiempo de mi gestión».

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Para Noelia Arroyo, alcaldesa de Cartagena, uno de los problemas esenciales está en la movilidad, porque considera que «no estamos bien conectados, sino peor que el siglo pasado».

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Geopolítica: el reto de Europa
La economía nacional e internacional y la geopolítica han entrado de lleno en los debates de la tercera jornada del foro. El presidente de CaixaBank, Tomàs Muniesa, ha iniciado su intervención recordando que los ciudadanos sabían desde hace tiempo que «las cosas en el mundo iban a cambiar», con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos: «Está culminando su obra». En este contexto, se ha mostrado contundente: «O Europa da un paso hoy en la toma de decisiones o puede caer en la irrelevancia».

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El tema es capital, como pusieron de manifiesto el profesor de Economía del IESE José Manuel González-Páramo y la abogada Miriam González, quienes dialogaron sobre la forma de enfrentarse al nuevo escenario de la economía. El primero fue concluyente: «Nadie puede ganar una guerra arancelaria». A continuación vaticinó que «vamos a vivir una era de mucha más incertidumbre de la que estábamos acostumbrados. La geopolítica estaba ahí y ya nos hemos acostumbrado a ella, pero ahora hablamos de geoeconomía». González, por su parte, ha afirmado que le «preocupa enormemente Europa. Los límites de Trump son más los mercados que la política. En la Unión Europea nos pilla sin tener poder duro y muy desconectados de toda esa ola de la transición hacia la tecnología, donde no hemos tomado las decisiones que teníamos que haber tomado».

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La IA y sus contrapartidas
Carissa Véliz, experta en IA, ha destacado la erosión en la calidad democrática y ha añadido que «la privacidad es importante porque nos protege de los abusos de poder. Nunca hemos recolectado tantos datos personales en un momento en el que la geopolítica es cada vez más compleja y cuando la democracia no está en su pico».

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El Foro Mediterráneo ha contado con el respaldo de empresas señeras como Moeve, CaixaBank, Endesa, Telefónica, Metrovacesa, Iberdrola, Renfe, Naturgy, Mango, Redeia, Aena, Vueling, Abertis, Pamesa, Mercadona, Simetria, Fundación Pacha, Booking.com, Statkraft, Grupo Uax, TM Grupo Inmobiliario, Trops y beBartlet. También con el impulso de la Junta de Andalucía, Generalitat de Catalunya, Región de Murcia, Gobierno de les Illes Balears, Ayuntamiento de Málaga, Diputación de Málaga, Ayuntamiento de Barcelona, Ayuntamiento de Palma, Ayuntamiento de Murcia y Ayuntamiento de Cartagena.