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El contexto económico y político es muy distinto al del pasado 15-M, pero en ambos casos hay una «crisis de expectativas», según algunos analistas
PorÁLVARO CABALLERO RTVE
La situación de la vivienda fue una de las chispas que encendió aquel movimiento espontáneo que hace 13 años llenó las plazas de toda España, impugnando el sistema político bipartidista y el sistema económico en plena recesión. Antes de la manifestación del 15 de mayo, las protestas contra los desahucios habían calentado las calles y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca era uno de los actores más activos y reconocibles del movimiento.
Ahora, la dificultad de acceder a un hogar digno vuelve a desatar un movimiento multitudinario, aunque el foco está más en los inquilinos, por el drástico aumento del precio del alquiler, que en la vivienda en propiedad. ¿Estamos ante un nuevo 15M? Expertos y los propios protagonistas de la movilización responden.
Un contexto económico muy distinto
Para Cristina Monge, politóloga de la Universidad de Zaragoza, y que ha dedicado su tesis al fenómeno de los indignados, ambas movilizaciones comparten la protesta por la vivienda, que «probablemente ahora mismo sea el principal problema de España«.
“La situación de crisis económica, de desamparo percibido por la ciudadanía y de impugnación al sistema que había en el 2011 no la hay ahora“
Sin embargo, advierte de que «la situación de crisis económica, de desamparo percibido por la ciudadanía y de impugnación al sistema que había en el 2011 no la hay ahora». Entonces se dio la «tormenta perfecta»: la crisis disparó el paro al 20%, el desempleo juvenil superaba el 50% y aquel año cerró con cinco millones de parados por primera vez en nuestro país. Ahora «el empleo está mucho mejor», señala, y la tasa de paro ronda el 12%.
Coincide Eduardo Bayón, analista político y consultor en comunicación, que no cree que estemos en un momento como el del 15M «ni mucho menos». No solo la situación económica «difiere muchísimo», sino también las políticas que se están llevando a cabo actualmente son muy distintas de las de «aquel momento tan particular de poscrisis de 2008», marcado por los recortes de la última legislatura del socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
Se da otra «crisis de expectativas»
Ahora bien, recuerda Bayón, si algo une ambos momentos históricos es una «crisis de expectativas«, vinculada quizá más con el empleo entonces y actualmente con la vivienda, pero que en todo caso «está ahora explotando».
“Las grandes protestas y las grandes revoluciones siempre han aflorado más por crisis de expectativas “
«Las grandes protestas y las grandes revoluciones siempre han aflorado más por crisis de expectativas y de horizontes que por situaciones negativas en sí mismas», subraya.
Una crisis de expectativas que se traduce, por ejemplo, en tener que compartir piso a los 40 años o en ser expulsado del centro de las ciudades por la expansión de los pisos turísticos, cita entre otros casos.
¿Una lucha generacional, de clase, o ambas?
Ambas movilizaciones comparten también un protagonismo de los jóvenes, en 2011 la generación milenial y ahora a medio camino entre esta y la Z, aunque tanto en las acampadas de indignados como en la manifestación del 13-O había perfiles de todas las edades.
Para el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Madrid, unas de las organizaciones más activas en las reivindicaciones por la vivienda en la actualidad, «hay muchas diferencias respecto al 15M», ya que «esto no es una cuestión de jóvenes que no se pueden emancipar, sino que esto es una cuestión de clase», asegura su portavoz, Andrés Pradillo.
«En el sindicato hay compañeros que tiene 80 años, 50 y de todas las edades. Esto no es un problema generacional, es un problema de clase, de que hay millones de personas que enriquecen cada mes a los más ricos, que cada vez son menos y acumulan más propiedades», resalta.
“Al igual que hubo un 15M o un 8M, es el momento de la vivienda. Nos lo tenemos que creer“
Mientras, otros representantes de la organización sí que establecen comparaciones con aquel movimiento, centrándose en este caso en el empoderamiento de distintos sectores de la población. «Al igual que hubo un 15M o un 8M, es el momento de la vivienda. Nos lo tenemos que creer, a veces pasan cosas y tenemos que ser conscientes de la fuerza que tenemos para cambiar las cosas», señalaba en una entrevista en TVE Víctor Palomo, abogado y portavoz del Sindicato.
Para Monge, el perfil de manifestantes «es bastante variado», con jóvenes en primer plano, pero no solo, y «transversal ideológicamente». Destaca también que la movilización no es homogénea a nivel nacional, y tiene más fuerza en Madrid, una de las regiones que más ha visto subir el alquiler en los últimos años, que en otros lugares.
En todo caso, recuerda, antes de establecer comparaciones, y dado que este movimiento acaba de nacer, que «las movilizaciones sociales se sabe cómo empiezan, pero no cómo acaban». Está por ver qué seguimiento tiene la protesta y, sobre todo, si se culmina en la huelga de alquileres, una medida que han planteado varias organizaciones.
Críticas a todos los partidos
En 2011, buena parte de los lemas y cánticos de las acampadas iban dirigidos contra los partidos políticos, en especial el bipartidismo de PP y PSOE. Poco después del estallido del 15M nacía precisamente un partido que recogía el espíritu de aquellas protestas, Podemos. La formación morada, que articulaba en sus inicios un discurso contra la «casta» que representaban los políticos, llegó a estar en el Gobierno en la pasada legislatura, y ahora Sumar, heredero de este espacio político a la izquierda del PSOE, ocupa también varios ministerios.
Y ahora, en la manifestación del 13 de octubre en Madrid, los representantes políticos han vuelto a ser blanco de las críticas. Entre los protagonistas de las mismas, la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, del PP, por negarse a aplicar en su comunidad la regulación de alquileres que permite la ley estatal de vivienda, pero también socialistas, especialmente la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, de la que pidieron su dimisión, y miembros de Sumar y Podemos —partido que negoció arduamente durante años con el PSOE la actual ley de vivienda—.
El Sindicato de Inquilinas ya ha dejado claro su decepción con las posibilidades de acción de la política institucional, dado que, a pesar de medidas como la ley de vivienda, los alquileres no han dejado de dispararse, muy por encima de los sueldos. «El tiempo de los políticos se ha terminado, no hay voluntad política por parte del Gobierno, las autonomías y los ayuntamientos para favorecer el derecho a la vivienda. Es el momento de las inquilinas», reivindicaba Palomo.
¿Un problema para el Gobierno de coalición?
«Creo que el desencanto con los partidos de aquel entonces no se ha recuperado«, apunta Monge. «Tuvo un momento de encantamiento con la aparición de Podemos y de Ciudadanos, pero a partir de ese momento ha vuelto a caer». Los datos respaldan estas afirmaciones: la política lleva tiempo figurando entre los principales problemas de los ciudadanos, según el CIS.
«Estamos en un momento también de cierta desafección política, ya no tanto institucional, lo que lo diferencia de 2011», apunta por su parte Bayón.
“El Gobierno está aquí en una posición un tanto incómoda y contradictoria“
Ambos coinciden en que el Ejecutivo de coalición no tiene una posición fácil ante esta reivindicación. «El Gobierno está aquí en una posición un tanto incómoda y contradictoria», señala la politóloga de la Universidad de Zaragoza, que recuerda que había ministros participando en la manifestación o tuiteando a favor de la misma a pesar de ser objetivo de las críticas.
El Gobierno de Sánchez «reconoce que este tema le puede causar muchos problemas en términos electorales, y no sé si tiene muy claro por dónde quiere tirar«. El Ejecutivo defiende sus políticas sobre la materia y reconoce que se trata de una «emergencia social», pero culpan a las comunidades, la gran mayoría de ellas en manos del PP, de no aplicar la ley de vivienda, ya que esta competencia es autonómica.
Unos meses después del auge del 15M, en noviembre de aquel 2011, llegaba al poder el PP de Mariano Rajoy con una holgada mayoría absoluta, mientras gran parte del electorado de izquierda optaba por la abstención. Pero tanto Bayón como Monge no ven que estemos en una situación similar. Entonces, señala el primero, el voto a la izquierda del PSOE estaba «huérfano», ya que solo existía una IU en crisis, y a pesar de que este espacio está ahora dividido, «no tiene nada que ver» con aquel momento, remata esta profesora.