La caza furtiva que esquilma África

Este negocio ilegal millonario ha dejado en peligro de extinción a más de 300.000 especies. Su investigación en Burkina Fasso les costó la vida a los periodistas David Beriain y Roberto Fraile

CADENA SER

La caza furtiva está arrastrando al límite de la extinción a más de 300.000 especies de mamíferos. Al menos 30.000 elefantes, mil rinocerontes y cien tigres son asesinados cada año, según datos de Naciones Unidas. Es un negocio que mueve entre los diez mil y veinte mil millones de dólares al año.

Caza furtiva, lo que Beriain y Fraile querían contarte

Gema Rodriguez, responsable del programa de especies amenazadas de WWF, lo equipara a negocios como el de las armas o el de la droga. Es tan lucrativo porque los materiales que se obtienen de la caza ilegal de estos animales y que se exportan ilegalmente a otros países alcanzan precios escandalosos.

“Pone los pelos de punta saber que un kilo de cuerno de rinoceronte se paga en el mercado negro con hasta 60.000 euros”, dice Rodríguez. Algo por debajo, el kilo de marfil alcanzaba en 2013 precios de entorno a 2.500 euros. Pero los precios han escalado enormemente en la última década, asegura, especialmente en el caso del cuerno de rinoceronte, que ha subido de 700 euros hace 25 años a los sesenta mil que se han llegado a pagar actualmente.

La caza furtiva de rinocerontes en África era lo que investigaban los periodistas David Beriain y Roberto Fraile asesinados esta semana en Burkina Fasso a manos de grupos yihadistas, según ha confirmado el Gobierno de España.

Los rinocerontes, los elefantes y el gorila de montaña son los más amenazados, pero además de estas especies, la caza ilegal afecta a otras menos conocidas como el pangolín, animales que “de seguir a este ritmo de masacre, podrían extinguirse dentro de veinte o treinta años en algunos casos”, alerta la portavoz de WWF.

“Las cifras de captura del pangolín no se conocen porque son desorbitadas, pero cada vez que se incautan cargamentos de pangolines en barcos que llegan al sudeste asiático, contienen miles de toneladas de estos animales”.

En el caso de los gorilas, su atractivo es por un lado la carne, consumida por ejemplo en África, y por otro lado las crías, vendidas como mascotas en los mercados ilegales.

Demanda asiática y falta de persecución

Aunque la caza furtiva tiene su origen en África, es “un negocio global en el que están involucrados los cinco continentes”, asegura Gema Rodríguez. Existe una red clientelar con diferentes actores involucrados: desde los cazadores furtivos a funcionarios de aduanas y grupos terroristas. Para alcanzar los países de destino, hay una serie de rutas que varían en función de la vigilancia.

La demanda de estos animales viene casi siempre de Asia. Rodríguez explica que todavía existe una alta demanda de productos elaborados con polvo de cuerno de rinoceronte o con partes de tigre en países del sudeste asiático que elaboran con ellos productos medicinales. Allí también se vende carne de pangolín para consumo. Sin embargo, el mercado de mascotas tiene mucha demanda en Centroeuropa.

WWF denuncia que el mercado negro con animales está menos perseguido que otros negocios ilegales y se destina para combatirlo “menos recursos judiciales y policiales”. Gema Rodríquez pone el ejemplo de España, donde los crímenes ambientales como las capturas ilegales de anguila para enviar a China son perseguidos en muy menor medida que las drogas o las armas porque “tradicionalmente se le ha dado menos importancia”. Y esto se agrava en países con menos recursos como los africanos.

Para la organización, el convenio CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) no es suficiente “porque hay mucha ilegalidad y fraude. Hay mucho cargamento que se intenta introducir en los países de destino con papeles falsos”.

Aunque Rodríguez señala avances en África con la protección de más zonas, donde se ha ampliado la vigilancia, y con la puesta a disposición de guardabosques o rangers que, lamenta, “también pierden la vida cada año”.