Investigadores de la UMU dan con el talón de Aquiles de uno de los cánceres más mortales

Están investigando la autofagia, mecanismo que hace que el cáncer de páncreas resista a los tratamientos convencionales, con la esperanza de detenerlo

De izquierda a derecha: José Neptuno Rodríguez, Román Martí Díaz, María Fernanda Montenegro, Juan Cabezas y Luis Sánchez del Campo.

De izquierda a derecha: José Neptuno Rodríguez, Román Martí Díaz, María Fernanda Montenegro, Juan Cabezas y Luis Sánchez del Campo. / Juan Carlos Caval

Juan Daniel González    

El diagnóstico de cáncer siempre es devastador, pero en el caso del cáncer de páncreas, la gravedad del pronóstico es aún más alarmante. Este tipo de cáncer sigue siendo uno de los más difíciles de tratar, con tasas de supervivencia extremadamente bajas. A pesar de los avances en el tratamiento de otros tipos de cáncer, el de páncreas sigue siendo un reto enorme para los médicos y los investigadores.

La razón detrás de esta dificultad es un mecanismo que las células tumorales del páncreas utilizan para resistir los tratamientos convencionales y el ataque del sistema inmunitario. Este proceso se conoce como autofagia, una especie de «autolimpieza» celular que les permite regenerarse y mantenerse activas, evitando su destrucción.

Un grupo de científicos de la Universidad de Murcia, formado por Román Martí Díaz, José Neptuno Rodríguez López, Luis Sánchez del Campo, Juan Cabezas y María Fernanda Montenegro Arce, ha estado investigando este proceso con la esperanza de encontrar una manera de detenerlo y así debilitar al cáncer de páncreas.

El motor oculto del cáncer

Para entender la autofagia, podemos imaginar que cada célula de nuestro cuerpo tiene su propio equipo de limpieza. Este «personal de limpieza» está compuesto por pequeños sacos llamados autofagosomas, que recorren la célula recolectando desechos y componentes que ya no funcionan bien. Luego, estos desechos son transportados a los lisosomas, una especie de planta de reciclaje dentro de la célula, donde son degradados y transformados en nutrientes y otras moléculas esenciales.

Normalmente, este proceso es beneficioso, ya que mantiene sanas a nuestras células. Sin embargo, en las células cancerosas del páncreas, especialmente en aquellas que tienen una mutación en el gen KRAS, la autofagia se convierte en una herramienta para el mal. Estas células dependen completamente de este mecanismo para sobrevivir, ya que les proporciona la energía y los nutrientes que necesitan para su crecimiento incontrolado.

Este fenómeno ha llevado a los investigadores de la Universidad de Murcia a centrarse en cómo bloquear la autofagia en estas células cancerosas. ¿Podría ser esta la clave para frenar el avance del cáncer de páncreas?

Uno de los hallazgos clave del equipo, publicado en la revista científica Cell Death & Disease en 2023, es que la autofagia está controlada por un proceso químico llamado metilación de proteínas. Durante la metilación, una pequeña molécula llamada grupo metilo se adhiere a ciertas proteínas, actuando como una etiqueta que cambia su comportamiento. Esto puede influir en cómo se pliega la proteína o en cómo interactúa con otras moléculas dentro de la célula.

En su estudio, los investigadores descubrieron que la metilación de las proteínas PP2A y MRAS es crucial para que las células de cáncer de páncreas mantengan activa la autofagia. Estas proteínas juegan un papel fundamental en la supervivencia de las células tumorales, lo que convierte a este proceso en un objetivo interesante para desarrollar nuevos tratamientos.

Solo el 5% sobrevive

El cáncer de páncreas se ha consolidado como una de las formas más mortales de esta enfermedad. A pesar de los avances médicos, las tasas de supervivencia siguen siendo extremadamente bajas. Según la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), solo entre el 5% y el 10% de los pacientes sobreviven más de cinco años después del diagnóstico. Esto se debe, en parte, a que los síntomas suelen aparecer en etapas avanzadas.

Una nueva esperanza

El equipo de investigadores no se detuvo en la observación de cómo funcionaba la autofagia. También buscó una manera de interferir en el proceso para frenar el crecimiento del tumor. Inspirados por la estructura de las catequinas del té, que tienen similitudes con algunos medicamentos usados para tratar el cáncer, los científicos crearon una serie de compuestos derivados de estas catequinas con mayor capacidad para llegar a las células tumorales y afectar su funcionamiento.

La terapia que desarrollaron, conocida como tratamiento hipometilante, actúa bloqueando los procesos de metilación dentro de las células tumorales. Al hacer esto, no solo se inhibe la autofagia, sino que además se desencadena un proceso de apoptosis, es decir, la muerte programada de las células cancerosas. En sus experimentos, este enfoque mostró ser capaz de frenar el avance del cáncer de páncreas, lo que representa una posible vía terapéutica para esta enfermedad tan agresiva.

El éxito de esta terapia se debe en parte a que induce la acumulación de una molécula llamada S-adenosilhomocisteína, que actúa como un inhibidor natural de las enzimas responsables de la metilación. Al detener estos procesos, las células tumorales pierden su capacidad para mantener activa la autofagia y, en última instancia, se ven abocadas a su destrucción.