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El incendio de Lleida provoca un pirocúmulo de 14 kilómetros de altura, algo nunca visto en Cataluña
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Son incendios con vida propia, capaces de propagarse a gran velocidad, incluso contra el viento
Hay incendios que tienen vida propia. Generan tal cantidad de energía y de calor que son capaces de alterar las condiciones meteorológicas de su entorno. Pueden crear sus propias nubes, sus tormentas y generar vientos fortísimos y de dirección errática, casi impredecibles. Además, se propagan a gran velocidad, incluso contra el viento.
No es ciencia ficción, sino una nueva realidad que ya hemos visto este verano de 2025 en Cataluña, con el incendio declarado el martes en Lleida, el primero de gran magnitud de la temporada. Son los incendios de sexta generación.
Este devastador incendio que ya ha afectado a las comarcas de la Segarra, la Noguera y L’Urgell, en Lleida, ha sido capaz de formar un pirocúmulo que ha alcanzado los 14 km de altura. Los bomberos calculan que este incendio se ha desplazado a unos 28 km/h, una de las velocidades más altas registradas en Europa.
¿Qué son los incendios de sexta generación?
A lo largo de las últimas décadas los incendios forestales han cambiado. Han dejado de ser fuegos localizados, en su mayoría agrícolas y relativamente previsibles, para convertirse en fenómenos mucho más rápidos, intensos, destructivos y difíciles de controlar.
Uno de los fenómenos más llamativos de estos megaincendios es la formación de pirocúmulos: enormes columnas de humo, de aire caliente y de cenizas que ascienden rápidamente por convección y pueden convertirse en nubes de tormenta.
El término pirocúmulo viene del griego pyro (fuego) y cumulus (acumulación). Aunque hoy lo asociamos a incendios, su origen está en la vulcanología, ya que originalmente se utilizó para describir las nubes generadas en las erupciones volcánicas.
Cuando estas nubes crecen lo suficiente, se transforman en pirocumulonimbos, capaces de generar rayos, precipitaciones y ráfagas de viento (incluso reventones). Todos estos elementos pueden alimentar o reavivar las llamas e incluso pueden acabar generando nuevos focos. Es un ciclo peligroso y muy difícil de romper.
¿Qué tienen de especial estos incendios?
Los incendios de sexta generación tienen tres rasgos distintivos principales:
- Generan su propia meteorología.
Pueden modificar el viento local, crear turbulencias y dar lugar a tormentas.
- Comportamiento errático e impredecible.
Avanzan contra el viento, cambian de dirección en minutos y pueden crear focos secundarios a kilómetros.
- Inapagables con medios convencionales.
Poco importa el número de efectivos que intenten luchar contra él. Su intensidad térmica puede evaporar el agua de extinción antes de que toque el suelo. A veces, solo la lluvia o un cambio brusco de tiempo los detiene.
El caso de Lleida: un pirocúmulo de récord
El incendio de Lleida, avivado por temperaturas extremas sostenidas, bajísima humedad y vientos erráticos de más de 90 km/h, ha generado un pirocúmulo de 14.000 metros de altura, algo nunca visto en Cataluña.
Estos incendios no son casuales. Se producen en un contexto de olas de calor más frecuentes, sequías prolongadas y abundante combustible vegetal acumulado.
El cambio climático actúa como multiplicador de riesgo: más días secos, más calor, más tormentas secas… Son las condiciones perfectas para que un incendio pueda convertirse rápidamente en este tipo de fenómeno devastador.