Guantánamo, de cárcel del 11-S a destino de los deportados: «Es la guinda en la campaña contra los migrantes»

  • Los traslados han comenzado esta semana y la administración Trump espera llegar a los 30.000 deportados

  • ONG y organizaciones de derechos humanos denuncian que es incompatible con el derecho internacional

PorMIGUEL CHARTE  rtve

Guantánamo
Foto de archivo (2014), revisada por el Ejército de EE.UUl, de la base de Guantánamo, en Cuba. Mladen ANTONOV / AFP
6 min.Donald Trump ha comenzado a deportar a migrantes a Guantánamo, la base militar que Estados Unidos mantiene en suelo cubano, y cuyo nombre se hizo tristemente famoso durante la ‘guerra contra el terrorismo’.

Los primeros vuelos militares han llegado esta semana pasada, y una decena de internos ya ocupan las celdas que antes ocupaban supuestos miembros de Al Qaeda. Los planes del presidente estadounidense son que sean trasladadas hasta allí 30.000 personas.

Elegir Guantánamo como centro de internamiento de migrantes deportados es poco práctico y más caro, pero lo que Trump pretende es enviar un mensaje. «Trump busca combinar en la imaginación pública inmigración y terrorismo«, afirma, en declaraciones a RTVE.es Hannah Flamm, abogada y directora interina de Políticas del International Refugee Assistance Project (IRAP), una ONG con sede en Nueva York.

«Es la guinda de este plan de criminalizar a los migrantes y culparles de todo lo que pasa en el país», explica Blanca Hernández, experta en EE.UU. de la sección española de Amnistía Internacional (AI).

 

De la ‘guerra contra el terrorismo’ a la inmigración

En 2002, el entonces presidente, George W. Bush, abrió una cárcel militar en la base militar de la Bahía de Guantánamo para encerrar e interrogar allí a supuestos combatientes extranjeros detenidos en la ‘guerra global contra el terrorismo’, iniciada tras los atentados del 11-S.

La imagen de los internos entre rejas, arrodillados, vestidos de naranja, con privación sensorial total, provocó la indignación internacional. Guantánamo, que llegó a albergar a casi 700 detenidos, se convirtió en el símbolo de los excesos de la ‘guerra contra el terrorismo’. Grupos de derechos humanos han denunciado en numerosas ocasiones las condiciones de detención indefinida y los interrogatorios con métodos que equivalen a torturas.

Dos presidentes demócratas, Barack Obama y Joe Biden, prometieron cerrar la prisión, sin cumplirlo.

Guantánamo, de cárcel del 11-S a destino de los deportados
Fotografía distribuida por el Departamento de Defensa de Estados Unidos, fechada el 11 de enero de 2002, de detenidos en Guantánamo. EPA/Petty Officer 1st class Shane T. UK AND IRELAND OUT/HANDOUT

Poco a poco, el número de internos se ha reducido, conforme eran liberados o trasladados a cárceles de otros países. A finales de 2024 aún había 30 hombres encerrados. El 6 de enero, semanas antes de traspasar el poder a Trump, Biden ordenó el traslado de 11 yemeníes a Omán. A día de hoy, según el Pentágono, quedan 15 presos.

Es menos conocido que desde hace 60 años la base sirve también como centro de detención para migrantes y refugiados que se dirigen a EE.UU. y son interceptados en alta mar, principalmente haitianos y cubanos. Son alojados en el llamado Centro de Operaciones para Migrantes. En los años ochenta y noventa del siglo pasado pasaron por allí entre 30.000 y 45.000 personas. En los últimos años, el centro acoge de media a unas 35 personas hasta que son devueltas a su país de origen o enviadas a un tercero.

 

En un informe de 2024, IRAP denunciaba la situación del centro: condiciones antihigiénicas; falta de atención médica y de acceso a comunicaciones confidenciales; familias con niños conviviendo con otros adultos y devoluciones a países no seguros.

Trump ha ordenado que los primeros deportados no vayan al Centro de Operaciones para Migrantes, sino a la cárcel militar. Asegura que son criminales peligrosos.

La idea de internar a migrantes en centros fuera del país de destino no es exclusiva de EE.UU. Lo ha hecho Australia en las islas de Manus (en Papúa) y Nauru; el anterior Gobierno del Reino Unido tenía un plan para Ruanda, que el Ejecutivo laborista actual ha abandonado; y el de Giorgia Meloni en Italia insiste en enviarlos a Albania pese a los reveses judiciales.

Pero elegir precisamente Guantánamo y hacer el traslado en aviones militares (en lugar de aviones charter) es poco práctico y más caro. La intención de Trump no parece que sea agilizar el proceso, sino apuntalar su imagen de ‘hombre fuerte’ en uno de los asuntos que más le han ayudado a volver a la Casa Blanca: la inmigración.

EE.UU. comienza a enviar migrantes a Guantánamo
Fotografía tomada de una publicación en la cuenta oficial de la red social X de la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, de migrantes esposados el pasado martes, en la Base Militar de Guantánamo (Cuba). EFE/ Cuenta de X de Kristi Noem

«Busca unir en la imaginación pública inmigración y terrorismo»

Trump prometió deportaciones masivas de migrantes en cuanto volviera al poder, y ya han empezado.

«Ahora mismo, la situación en muchas zonas de Estados Unidos es dramática, porque, con todas esas medidas que han tomado, la comunidad migrante en general tiene mucho miedo«, asegura Blanca Hernández. «Empiezan a tener miedo, a enviar a sus hijos a la escuela, a ir a la iglesia, al médico, a hacer cosas básicas».

 

Llevar a la gente a Guantánamo, «símbolo de la violación de los derechos humanos durante tantos años», es, para Hernández, «la guinda de este plan de criminalizar a los migrantes y culparles de todo lo que pasa en el país».

La experta de AI subraya que acusar a los deportados de delincuentes, cuando en muchos casos su única falta ha sido entrar ilegalmente en el país, es «una farsa». «En muchos casos no han tenido oportunidad de entrar de otra manera. Utilizan eso para convertirlos en criminales que merecen estar en la peor situación. Ni siquiera un criminal que haya cometido los delitos más graves del mundo merecería ser encerrado en Guantánamo».

Hannah Flamm tacha de «teatro» estas primeras deportaciones en aviones militares. «Trump está inventando, con la intención de combinar en la imaginación pública inmigración y crimen, inmigración y terrorismo».

En la misma línea, según la abogada, hay que entender el decreto firmado por el presidente nada más llegar al poder para definir como «organizaciones terroristas extranjeras» a los cárteles mexicanos del narcotráfico y a bandas criminales como la Mara Salvatrucha, originaria de El Salvador, o la venezolana Tren de Aragua.

 

«Trump intenta pintar a personas de muchas nacionalidades como si fueran enemigos del Estado, cuando obviamente no lo son, pero es parte de la narrativa muy xenófoba y que busca centralizar el poder».

«Es una aberración añadida que un centro que ha servido para meter sin juicio ni garantías judiciales a cientos de detenidos en la nefasta ‘guerra contra el terror’, que lideró en primer lugar George Bush hijo, se convierta ahora en un centro de retención para personas en situación irregular», destacaba en TVE Jesús A. Núñez Villaverde, analista y codirector del Instituto de Estudios Sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).

Núñez lo relaciona con otro movimiento de la Administración Trump, el de enviar a deportados a la megaprisión que ha creado en El Salvador el presidente Nayib Bukele.

Contrario al derecho internacional

La legislación internacional (Artículo 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y Convención sobre el Estatuto de los Refugiados) establece la obligación de todos los países Estados de atender a los solicitantes de asilo, y prohíbe tanto devolverles a su país de origen sin revisar su situación como enviarles a un tercer país inseguro. Deportar a los migrantes a Guantánamo viola estos preceptos.

«Están mucho más lejos de sus abogados, de sus familias, de las organizaciones que trabajan con ellos, de toda la comunidad que les podría dar apoyo —explica Blanca Hernández— Entonces eso dificulta muchísimo más, en primer lugar, saber quiénes están allí, en qué situación están y poderles ayudar con el proceso legal».

Pero también viola leyes estadounidenses. Hannah Flamm destaca el hecho de que esta vez no se trata de migrantes interceptados en el mar, sino de personas que ya se encontraban en EE.UU. «Eso es totalmente distinto legalmente, nunca se ha hecho —explica— La ley define que ciertos derechos solamente se poseen al poner una pie en tierra estadounidense. Las personas a las que Trump está enviando a Guantánamo tienen muchos más derechos que cualquier otra que haya estado en Guantánamo anteriormente«.

Además, continúa, «son personas acusadas de violaciones de las leyes civiles migratorias, y no se les puede detener en una prisión militar«.

Por eso la abogada de IRAP prevé que dentro de poco van a empezar a llegar las denuncias judiciales. «Trump busca empujar la ley, ir más allá de la ley y ver qué puede lograr, hasta dónde le van a dejar llegar», advierte Flamm.

Amnistía Internacional también está documentando la situación antes de iniciar acciones concretas. Blanca Hernández pide «que todo el mundo, también el propio Gobierno de EE.UU., dejen de demonizar a la gente que solo busca seguridad, un lugar para poder sobrevivir y donde sus hijos puedan crecer sin tener que estar pendientes de una situación de alto riesgo».