Groenlandia afronta sus elecciones legislativas con la independencia en su punto de mira

  • Las declaraciones de Trump sobre su intención de comprar la isla impulsaron al primer ministro a adelantar los comicios

  • El objetivo es que el nuevo Gobierno convoque un referéndum de independencia

PorMARÍA EULATE (Enviada especial a Groenlandia de RNE)

Invierno en Nuuk: casas de colores bajo un cielo gris, nieve en las calles y el mar parcialmente congelado al fondo.
6 min.

Reportajes 5 continentesLas elecciones en Groenlandia: un pistoletazo de salida hacia un referéndum de independencia

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Cuando en 2019, durante su primera legislatura, el presidente estadounidense Donald Trump dijo que quería comprar Groenlandia, en la isla ártica sonó a broma. En los pueblos más tradicionales y más alejados de la capital, los cazadores y pescadores se reían de semejante ocurrencia. Pero esta segunda vez ha sido distinto. El tono de Trump sonó más amenazante y la geopolítica mundial también es otra: hoy las grandes potencias compiten abiertamente por el control de los minerales y el subsuelo groenlandés tiene lo que otros quieren.

Groenlandia sufre desde hace tiempo los efectos del deshielo, que se pueden apreciar en las zonas costeras y más en el oeste que en el este. Este fenómeno, que ya está teniendo consecuencias negativas para la población y el ecosistema, abre, sin embargo, una oportunidad de financiación en un momento en el que los groenlandeses quieren poner en el horizonte su independencia de Dinamarca, su principal soporte económico.

 

Casa roja con antena en costa groenlandesa, rodeada de hielo que evidencia el deshielo.  Cielo nublado y colinas nevadas al fondo.

La isla también se encuentra en un momento diferente a 2019. El partido independentista Inuit Ataqatigiit llegó al poder en 2021 tras prometer una política de tolerancia cero a la explotación de las minas de uranio y tierras raras. Fue la respuesta a las protestas sociales contra un proyecto de explotación de una mina de uranio en el sur del país, la mina de Kvanefjeld en Narsaq. “La empresa concesionaria de la explotación era la australiana Energy Transition Minerals”, señala el profesor de la Universidad de Groenlandia y especialista en economía ártica Javier Arnaut, pero el 9% del capital era chino, algo que generó bastante controversia. “Por eso frenar el proceso supuso, geopolíticamente hablando, la vuelta del control a Dinamarca y a Estados Unidos”.

La presencia estadounidense en Groenlandia

La presencia de Estados Unidos en la isla ártica viene de lejos. Durante la Segunda Guerra Mundial, Copenhague firmó un acuerdo con Washington por el que delegó en los americanos su defensa. Dinamarca estaba bajo la invasión nazi y quería evitar a toda costa que estos llegasen a territorio groenlandés. Ole Weaber, director del Centro Danés para la Resolución de Conflictos Internacionales, cree que “lo difícil es saber dónde encaja Groenlandia en este contexto, porque, por un lado, ya no es una colonia de Dinamarca, aunque todavía tiene una relación constitucional con ella, pero en términos de seguridad y militar es básicamente un territorio estadounidense”.

La campaña electoral groenlandesa

Estas elecciones legislativas se veían como un termómetro sobre el proceso de independencia antes de que Trump llegara a la Casa Blanca, pero las últimas declaraciones del presidente estadounidense han acelerado el proceso. A principios de febrero, el primer ministro sometió a votación en el parlamento el adelanto de los comicios previstos inicialmente en abril. Se pasaron al 11 de marzo.

Para obtener la independencia, Groenlandia debe activar el Artículo 21 de la Ley de Autogobierno, por el cual los groenlandeses pueden decidir sobre su independencia. Para ello se debería convocar un referéndum, pero, de ser favorable, la decisión tendría que ser aprobada por el Parlamento danés.

Lo que piensan los groenlandeses

Ningún groenlandés quiere pertenecer a un país que no sea el suyo propio, todavía sangran las heridas que dejaron las políticas coloniales danesas. Durante décadas se llevaron a cabo programas de asimilación forzosa, por las que se separó a los niños inuit de sus familias y fueron llevados a Copenhague. En la isla saben de sobra que Estados Unidos no ha tratado mucho mejor a sus pueblos originarios, y que lo que le interesa a los americanos es su territorio, pero no ellos.

Arnamineq, una joven inuit licenciada en Economía por la Universidad de Nuuk, cree que “es necesario obtener la independencia» porque son ellos, los inuit, «quienes tienen que reescribir y contar su propia historia». «Siempre la han contado otras personas de fuera, las que nos han descrito en los libros como salvajes”.

Persona con ropa de invierno pasea dos perros por calle nevada, cerca de casas rojas y un autobús. Escena invernal en Groenlandia.

Muchas personas en Nuuk desconfían de los medios extranjeros por esa misma razón. Se sienten desbordados por la cantidad de periodistas europeos y estadounidenses que hemos desembarcado allí en las últimas semanas. Algunos habitantes hablan fuera de micrófono, otros se oponen a ser grabados o fotografiados, pero reconocen que en la calle se habla de política. Se nos acerca Jenny, una mujer de 38 años que quiere darnos su opinión. Ella se plantea votar por Demokratik, porque cree que no hay que tener prisa por independizarse. “Deberíamos plantearnos la independencia en 5 o 10 años, para mí las cosas están bien como son ahora”.

Como a muchos groenlandeses, a ella le preocupan algunos problemas que son especialmente visibles en Nuuk: hay muchas personas con bajos ingresos, algunas viven en la calle, también hay droga y alcoholismo. En la capital groenlandesa hay un hospital que atiende a enfermos de todo el territorio. Tiene todos los servicios, no tiene nada que envidiar a cualquier hospital de Copenhague, pero para Jenny hay un inconveniente: la mayoría de sus trabajadores son daneses y extranjeros. “Aquí no tenemos a personal capacitado, es gente que viene de fuera. Por eso creo que las nuevas generaciones deberían optar a la educación superior. Mírame, yo tengo 38 años y no tengo ningún certificado de estudios, es algo propio de mi generación”.

Ciudad costera nevada con casas de madera de colores vivos, edificios modernos y un quitanieves.  Mar parcialmente congelado al fondo.

Nuuk es una ciudad de cazadores y pescadores, pero la mayor parte de la población trabaja para instituciones dependientes del Gobierno danés. Peter trabaja en la Oficina de Estadística y reconoce que no sabe si quiere independizarse ahora o dentro de unos años. “Hasta el momento no he escuchado a ningún político explicar cómo nos financiaremos cuando seamos independientes”, nos cuenta. En la cafetería de la Universidad de Nuuk, los estudiantes debaten sobre lo que es mejor o peor. Isak se declara independentista, pero cree que es peligroso precipitarse. “No sé a quién votaré, porque no me identifico con ningún partido político […] Creo que antes de eso los políticos deben sentarse a diseñar una hoja de ruta hacia la independencia, con sus beneficios y sus riesgos, e informar a la sociedad con transparencia”.

La gente más mayor, quienes sufrieron las políticas colonialistas danesas, tienen más claro su voto y se muestran más partidarios de la desconexión a corto plazo. Algunos son partidarios de hacer negocios con Estados Unidos para atraer las inversiones, creen que es la manera de romper para siempre con Dinamarca, pero insisten en que eso no quiere decir que estén dispuestos a permitir que otro país quiera se haga con el control de su territorio.

La mayor parte de los groenlandeses quiere la independencia, pero también exigen una hoja de ruta bien definida sobre cómo se financiarán si eso sucede

Las dos Groenlandias

Un error que cometemos al hablar de Groenlandia es hacerlo desde la óptica de la capital, Nuuk. La fisonomía de los pueblos es distinta. En Nuuk hay agua corriente, calefacción, carreteras, un puerto grande, un cine, un centro comercial, un museo nacional, restaurantes… y la gente vive en bloques de pisos.

La distinta fisonomía de las comunidades de Groenlandia

 

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  • Edificio moderno de madera con fachada curva en paisaje nevado. Ventanales amplios, entrada visible y cartel con "COFFEE", "CULTURE", "FOOD".

    En Nuuk hay centros comerciales

    06.03.2025

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  • Edificios blancos de varios pisos con detalles verdes y murales en un paisaje nevado. Nieve acumulada y un coche negro visible.

    Los habitantes de la capital suelen vivir en bloques de pisos

    06.03.2025

En el este, en localidades como Kulusuk o Sermiligaaq, la vida es diferente. En Kulusuk no hay coches ni carreteras ni agua corriente y solo hay un supermercado, en el que tienes que pagar con dinero al contado porque no hay cajeros. Los cazadores y pescadores se desplazan a veces en moto de nieve, pero fundamentalmente en trineos de madera tirados por perros groenlandeses, la raza autóctona.

Lago congelado en paisaje invernal groenlandés, con casas y montañas nevadas. Dos personas con ropa oscura están cerca de la orilla helada.

En las zonas aisladas del norte y del este, la geopolítica mundial parece más lejana. Estos diferentes modos de vida dan lugar a diferencias de opiniones respecto a las decisiones políticas que se toman en Nuuk. El antropólogo especializado en los pueblos inuit, Francesc Bailón, reconoce que la costa este es deficitaria. «Hay pocas poblaciones de difícil acceso y resulta caro mantener los servicios, por lo que Nuuk apuesta por ir despoblando esas zonas paulatinamente».

El explorador polar Ramón Larramendi, afincado en el noroeste de la isla, nos explica que Nuuk no sólo es un lugar lejano, sino también ajeno para los habitantes de esa zona. «Hay muchas personas que no han ido nunca a la capital, porque para ellas es como ir a Europa. Eso no quiere decir que no estén informados, pero lo que sucede en la capital realmente les afecta poco».

«Hay muchas personas en Groenlandia que no han ido nunca a la capital, porque para ellas es como ir a Europa»

Uno de los retos del próximo Gobierno groenlandés será no sólo definir su hoja de ruta tras un proceso de independencia, asegurar sus fuentes de financiación y su futura relación con Dinamarca, Estados Unidos y la Unión Europea, sino también definir la relación que mantendrá con las poblaciones menos europeizadas de la isla. Los gobernantes de una Groenlandia independiente deberán conciliar la forma de vida de esas dos Groenlandias si no quieren repetir los mismos errores de quienes fueron sus colonizadores: imponer a la población una forma de vida que no es la suya y que hasta ahora sólo ha dejado desarraigo y un aumento desorbitado del número de suicidios.