Engaño, urgencia y pagos fuera de la web: así operan las mafias del alquiler vacacional cada verano

  • En 2024, las estafas descendieron un 29,7%, pasando de 1.617 en 2023 a 1.136, según datos del Ministerio del Interior

  • Es importante detectar señales de alerta, evitar las prisas y desconfiar del exceso de amabilidad o presión

Un bloque de apartamentos con vistas al mar en Nerja, Málaga
Un bloque de apartamentos con vistas al mar en Nerja, Málaga GETTYIMAGES
Lucía González Rodríguez   RTVE

El apartamento no existía. Las vistas al mar y las vacaciones, tampoco. Solo existía una cuenta bancaria, una transferencia de 780 euros y el silencio. Carmen había planeado el viaje con su marido y nietos durante meses, pero todo se truncó. «Quería volver a Santander con mis nietos, enseñarles la playa del Sardinero, repetir lo que hacíamos cuando mis hijos eran pequeños», recuerda.

El anuncio parecía fiable, pero resultó ser un anzuelo. «Ni siquiera era una ganga, estaba al mismo precio que otros de la zona«. Contactó con el supuesto propietario por una conocida web de alquileres vacacionales. Todo fue cordial, hasta que le propuso cerrar la reserva por transferencia directa para «evitar comisiones». Carmen dudó, pero la prisa —y la aparente demanda del piso— hicieron el resto.

Cuando volvió a escribir para concretar los detalles del check-in, las respuestas se volvieron escasas hasta que de repente dejaron de llegar. Fue entonces cuando buscando en Google, descubrió el mismo piso —las mismas fotos— en otra plataforma, en alquiler por meses, no por semanas. Llamó a la inmobiliaria: nadie conocía al supuesto dueño. No había ninguna reserva a su nombre.

«Llamé al banco, puse la denuncia, pero me dijeron que sería difícil recuperar el dinero. Ya no solo es eso. Es que no podemos permitirnos otra reserva», lamenta a la salida de la comisaría. Su caso es uno más entre los centenares que cada verano caen en una estafa que se repite con precisión quirúrgica en España. El verano, lejos de ser un tiempo de descanso, se ha convertido en temporada alta también para los estafadores.

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Redes falsas, pagos por adelantado y cuentas fantasmas

Las estafas por alquileres vacacionales han disminuido en el último año, pero siguen disparadas. Así lo confirma José Ignacio Sansegundo, policía investigador del grupo de fraude en Comercio Online de la Policía Nacional: «Es el delito de moda. No solo porque prolifera, sino porque es difícil de rastrear y está poco castigado. Muchos delincuentes lo ven como un negocio rentable y con bajo riesgo penal».

En 2024, estos casos descendieron un 29,7%, pasando de 1.617 en 2023 a 1.136, según datos del Ministerio del Interior. Sin embargo, la incidencia sigue concentrada en regiones como Andalucía con 432 fraudes y Comunidad Valenciana con 137, que suman el 50% de los casos.

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La mecánica se repite. Anuncios falsos, imágenes reales obtenidas de otros portales mediante técnicas como la búsqueda inversa, urgencia para cerrar el trato, pagos fuera de la plataforma. «El estafador siempre juega con dos cosas: la confianza y la prisa. Te dice que hay otros interesados, que si no lo reservas ya, lo pierdes. Y cuando vacilas, te hace sentir culpable por no moverte rápido».

A diferencia de los fraudes clásicos, estas estafas no son obra de un lobo solitario, sino de auténticas redes organizadas. «Funcionan como empresas. Hay quien publica el anuncio, quien cobra el dinero, quien gestiona las cuentas bancarias falsas —normalmente a nombre de ‘mulas’ que prestan sus datos— y quien realiza los cobros desde cajeros automáticos por toda España», detalla el policía.

Y las cifras agotan. «Hay comisarías pequeñas saturadas, incapaces de procesar la cantidad de denuncias. Pero cuando conseguimos agrupar los casos a nivel nacional, aparecen patrones que revelan organizaciones que han movido cientos de miles de euros».

Fraudes turísticos al descubierto: la trampa detrás del ‘alquiler perfecto’

Uno de los factores más sorprendentes de estas estafas es su sofisticación. Ya no se trata de anuncios con errores ortográficos y precios ridículamente bajos. «Ahora las páginas son profesionales, muchas veces copias exactas de portales reales como Airbnb o Booking. Imágenes robadas, descripciones cuidadas y precios que no levantan sospechas».

El estafador suele establecer el primer contacto en la plataforma, pero rápidamente propone hablar por WhatsApp o correo electrónico, y cerrar el trato por transferencia o Bizum. También están proliferando los pagos en criptomonedas, aún más difíciles de rastrear.

Una de las recomendaciones más importantes, según la Policía, es no salirse nunca de la plataforma oficial. «Estas webs tienen medidas antifraude y métodos de pago seguros. Si el anuncio desaparece o el propietario deja de contestar, al menos tienes opciones de reclamar. Pero fuera de ahí, estás solo».

Los expertos recomiendan hacer búsquedas inversas de imágenes, comprobar la dirección del alojamiento en Google Maps, exigir vídeos reales y comprobar que el propietario esté registrado oficialmente. También conviene desconfiar si el interlocutor mete prisa o se niega a dar detalles.

En verano aumentan las estafas de apartamentos vacacionales

Del anonimato al crimen internacional

Una característica clave de estas redes es su carácter transnacional. «El dinero no va directamente a Nigeria, China o Europa del Este. Primero pasa por una cuenta europea, para no levantar sospechas. Luego desaparece«. Y lo mismo ocurre con los datos personales: muchos estafadores piden una fotocopia del DNI ‘para confirmar la reserva’, y luego la usan para abrir cuentas en bancos online, estafar a otros o pedir créditos.

En algunos casos, los documentos que el estafador entrega a la víctima como garantía —como un DNI o un contrato de alquiler— pertenecen en realidad a otras víctimas previas, atrapadas en el mismo ciclo. «Es un bucle. Ellos siempre intentan borrar el rastro y mantenerse en el anonimato. Entre sí ni se conocen».

Además, el fraude digital es un delito en expansión y con penas leves. «No hay comparación con otros delitos como el narcotráfico. Por eso muchos criminales están migrando a este modelo de negocio. Estafan desde casa, en chanclas, y si les pillan, las consecuencias son mínimas».

¿Y si ya he sido víctima? Lo que hay que hacer

Ante la sospecha de una estafa, la rapidez es clave. La Policía recomienda denunciar cuanto antes, con todos los detalles posibles. Desde el enlace original del anuncio hasta los números de cuenta, pantallazos de conversaciones, nombres de usuario, correos, direcciones IP o incluso acentos y expresiones. «Todo puede servir».

Cuanto más detallada sea la denuncia, más opciones hay de rastrear el dinero antes de que desaparezca en una red de cajeros o transferencias internacionales. «Si denunciamos rápido, hay más posibilidades de que el banco bloquee la cuenta o devuelva el dinero. Si pasan días, el rastro se enfría».

Aun así, recuperar el dinero es complicado. En la mayoría de los casos, el daño ya está hecho. «No es solo una pérdida económica. Te quedas sin ilusión. Y lo peor: con la sensación de haber sido engañado», lamenta Carmen.

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Educar para no caer: consejos clave para evitar fraudes

La mejor arma es la prevención. La Policía insiste en que la educación digital debe ser una prioridad. Conocer el funcionamiento de las plataformas, aprender a detectar señales de alerta, evitar las prisas y desconfiar del exceso de amabilidad o presión son pasos fundamentales.

Algunos consejos prácticos:

  • Verifica siempre la URL de la web. Las plataformas falsas imitan logos y colores, pero no las direcciones reales.
  • Usa la búsqueda inversa de imágenes para comprobar si las fotos han sido copiadas de otro anuncio.
  • Desconfía de los anuncios sin valoraciones o publicados recientemente.
  • No compartas tu DNI ni datos bancarios sin garantías.
  • Exige vídeos reales del piso, ubicación en Google Maps y registro turístico.
  • No hagas pagos por Bizum, criptomonedas o transferencias internacionales fuera de plataformas.
  • Guarda siempre los correos, enlaces y mensajes desde el primer contacto.

Y, sobre todo, no dejarse llevar por la urgencia. «Si el propietario insiste demasiado, si mete prisa o se muestra reacio a dar información, desconfía. Es preferible perder un buen piso que perder el dinero y las vacaciones», concluye Sansegundo.

Carmen aún intenta reponerse del golpe y espera que su historia sirva para alertar a otros: «Ojalá a alguien le sirva lo que me pasó. Porque estas cosas no deberían pasar, pero pasan. Y cualquiera puede ser la próxima víctima».