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Seis años después de su último mundial, el piloto de Ducati consigue el título a falta de cinco carreras para el final
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Márquez queda segundo en Japón y gana matemáticamente el campeonato del mundo mientras Pecco Bagnaia completa un fin de semana redondo

Abran paso en la vitrina de trofeos de Marc Márquez, porque a partir de hoy luce una nueva placa de campeón del mundo: la novena. Un título que se ha hecho esperar y, sobre todo, ha sido difícil de conquistar.
De nuevo en Motegi, escenario donde ya se consagró campeón de la categoría reina en 2014, 2016 y 2018. Siete años después y a lomos de una Ducati, Márquez vuelve a celebrar un campeonato en la casa de Honda, un hecho que trasciende lo emocional.
Se reafirma, como si hiciese falta, como uno de los pilotos más grandes de la historia del motociclismo. Con el noveno, el séptimo en MotoGP, iguala en títulos al que fue su referente en un pasado, Valentino Rossi y queda por detrás de leyendas como Ángel Nieto (12+1) y Giacomo Agostini (15).
«Si te paran los pies te salen las alas»
2184 días después y entre gritos y lloros, la emoción de Marc Márquez tras cruzar la meta rebosaba los cuatro costados del circuito nipón. Una celebración repleta de sentimientos que comenzaba nada más bajarse de la moto tras quedar segundo por detrás de su compañero de escudería, Pecco Bagnaia. Una mezcla entre euforia y alivio envolvieron la celebración.
“Estoy en paz conmigo mismo”, “ha sido el mayor reto de mi vida”, decía el piloto tras alcanzar, de nuevo, la gloria.
Vuelve. Vuelve el que hasta 2019 dominaba el mundial con puño de hierro. El que fue rey de la pista y vio cómo su mundo se teñía de sombras. Hoy, en cambio, ha recuperado la luz más viva jamás vista.
La celebración no tuvo número, pero sí un mensaje claro: “Más que un número”. Porque este campeonato va más allá de lo matemático. La lesión también estuvo presente en esta fiesta personal de Marc y su equipo. Cada caída, operación y día de recuperación han sido parte viva de este título.
«Si te paran los pies te salen alas» eso es lo que se ha repetido una y otra vez Márquez durante estos cinco años. Las lesiones le pararon los pies, lo apartaron del asfalto y de su hábitat natural. Pero al piloto le nacieron alas. Alas de resiliencia, de esfuerzo y de una determinación que solo conocen aquellos que nunca se rinden, aunque tengan todo en contra.
El emotivo vídeo con el que Márquez celebró su séptimo título de MotoGP
Una temporada de ensueño
La de 2025 puede considerarse, sin duda, una de las mejores temporadas de la carrera deportiva del piloto. Es la regla que confirma que el esfuerzo tiene su recompensa. Su símbolo, la hormiga, nunca antes había cobrado tanto sentido: trabajo, constancia y perseverancia para volver a ser el piloto que un día fue.
Desde la primera carrera, Márquez ha liderado el campeonato, ha enlazado siete dobletes consecutivos, firmando una temporada histórica. Se ha convertido en el piloto con más puntos en el mundial. Con 541 a falta de cinco carreras para el colofón final en Valencia, el de Ducati supera los 508 puntos de Jorge Martín del año pasado, a quien sucede en este trono del motociclismo.
Un título que sabe a mucho más que una simple corona: culmina el regreso de un piloto que pone punto final a una época oscura, un largo periodo de ausencia del que fuera en su momento el rey de la pista. Hoy recupera su corona, su trono y todo lo que ostenten los campeones del mundo de MotoGP.
Nos acostumbró muy rápido a verlo ganar, a formar parte de la foto del podio y a estar siempre en las quinielas de cualquiera, incluso cuando las circunstancias no jugaban a su favor. Todo por el simple hecho de “ser Marc Márquez”, con él cualquier cosa puede ser posible.
El renacer de todo un campeón
Han pasado seis años de su último mundial en 2019, una temporada perfecta para quien parecía destinado a dominar la categoría reina. Pero, caprichoso el destino, todo cambió tras la caída en Jerez 2020. La fractura de húmero marcó el inicio de una etapa complicada. 273 días, casi nueve meses alejado de la competición, seguidos de recaídas, problemas de diplopía y, finalmente, el adiós a Honda, la marca con la que creció y lo ganó todo.
Desesperado por la situación con la marca japonesa, Márquez priorizó la idea de volver a ser campeón antes que seguir siendo el piloto más cotizado de la parrilla.
En busca del Marc que un día fue, fichó por el equipo Gresini, junto a su hermano Álex. Allí volvió a saborear la victoria 1.043 días después. El paso por la escudería de Nadia Padovani marcaría el renacer de un campeón que, un año después, ha demostrado que puede hacer y deshacer a su antojo.
Marc ha resurgido como un ave fénix. Con Ducati ha vuelto a ser el piloto agresivo, competitivo y ambicioso que deslumbró al mundo.
Todo queda en casa
Meritoria ha sido también la temporada de Álex Márquez, el pequeño de la casa y el único con opciones, hasta hoy, de frenar un poco a esa bestia con hambre de ganar.
Álex ha demostrado ser más que “el hermano de”. Se ha convertido en digno rival a tener en cuenta. Su madurez en pista ha sido una de las grandes sorpresas del año, consolidándose como firme aspirante a futuros títulos.
Un año soñado para la familia Márquez. En Tailandia, los hermanos compartieron podio por primera vez, una imagen que no se repetía desde 1997 con los hermanos Aoki. Hoy, esa foto se ha vuelto casi rutina.
Marc solo ha cedido el primer puesto del podio en cinco ocasiones, dos de ellas ante su hermano. Con cada victoria, asciende en el ranking histórico de ganadores de MotoGP; este año sin ir más lejos, superó las 90 victorias de Ángel Nieto en la categoría reina. A este ritmo, sus estadísticas precisan de actualización casi cada fin de semana.
El regreso más esperado
Dejó Honda para volver a ganar, alejándose del equipo que lo vio convertirse en número uno en seis ocasiones. Una decisión difícil, arriesgada y valiente… pero propia de campeones. Ahora, un lustro después, la recompensa por la que tanto ha luchado, se ha materializado.
El destino ha querido que Japón vuelva a ver en lo más alto al que en su día fue su piloto estrella. Ni el dolor, ni la duda, han vencido a un piloto al que la gloria aún le tenía reservado un lugar.
Motegi ha vuelto a convertirse en escenario de historia, su propia historia. Y el mundo, una vez más, ha vuelto a rendirse ante el hombre que nunca se rindió
Crónica del GP de Japón
Pecco Bagnaia ha completado un fin de semana que hacía mucho que no experimentaba. El piloto se marcha de Motegi con 37 puntos que le ayudan en su lucha por la, hasta ahora, tercera plaza de la clasificación general. El de Ducati lideró durante toda la carrera, pero lo que parecía una prueba tranquila comenzó a tensarse a pocas vueltas del final, cuando la moto del italiano comenzó a soltar un humo blanco en según que curvas. En el box italiano las caras eran un poema, Pecco, se enteró de todo en la sala de espera previa al podio.
Por su parte, Marc salió con el objetivo de coronarse y así lo hizo. El inicio de a carrera fue similar al de la sprint del sábado, con Bagnaia, Acosta y Mir por delante del 93, que de nuevo, recortó hasta llegar a la segunda plaza en la que terminó.
Detrás de él, la Honda del pasado perseguía a Márquez pero con otro jinete sobre ella. Joan Mir consolidó la tercera plaza de cabeza de carrera y regaló el podio a la marca japonesa, que competía en casa.
La cruz fue para Pedro Acosta, que tras unas buenas primeras vueltas, comenzó a perder posiciones progresivamente hasta que, a falta de seis vueltas para el final, el piloto se fue larguísimo en el paso por la primera curva del circuito japonés. Álex Márquez rodaba tras él y se benefició de esa acción aunque de nada sirvieron los puntos que sumó `puesto que, desde el minuto cero de carrera, su hermano ya era matemáticamente campeón del mundo.
Un fin de semana de rosas y espinas, rosas para Marc Márquez, que vuelve a lo más alto tras conquistar su séptimo mundial de MotoGP y espinas para Jorge Martín, quien será intervenido mañana en el Hospital de Barcelona tras su fractura de clavícula.