Las explotaciones cierran por los costes insostenibles, la presión sanitaria y la falta de apoyo institucional
Asaja exige ayudas inmediatas para evitar la desaparición de un sector clave para el medio rural

Rebaño de ovejas en la rambla de Fuente Álamo. / Jesús Alcaraz/Asaja
Las señales de alarma ya no son discretas. Tras años de desgaste silencioso, el sector ovino de la Región de Murcia vive un momento crítico que muchos ganaderos describen como un punto de no retorno. Asaja Murcia sostiene que el declive ha dejado de ser una tendencia preocupante para convertirse en una amenaza real: si no llegan medidas inmediatas, el rebaño murciano —uno de los más tradicionales y arraigados en el territorio— podría entrar en una fase de desaparición acelerada.
La organización agraria lo resume con un dato que ilustra el alcance del problema. Entre 2017 y 2025, el censo ovino regional ha pasado de 594.000 a 478.000 cabezas. Una pérdida de algo más del 19,5 % que, según Asaja, refleja no solo un desplome productivo, sino el agotamiento de un modelo que ya no cubre los costes ni garantiza una mínima rentabilidad. La caída no se limita a los animales: también se ha reducido de forma notable el número de explotaciones. La asociación lo atribuye a la suma de rentabilidades negativas, presión sanitaria creciente, exceso de trámites y una desmotivación que comienza a instalarse como sentimiento dominante en el campo.
Ese retroceso, advierten, pone en riesgo el equilibrio del medio rural. La organización recuerda que el ovino mantiene pastos, contribuye a prevenir incendios y fija población en zonas donde apenas queda actividad económica alternativa. «Estamos ante una situación límite», resumen desde Asaja, que teme que cada cierre de explotación sea un peldaño más hacia un paisaje despoblado y más vulnerable.
El relevo generacional aparece como otra grieta profunda. La asociación insiste en que casi no llegan jóvenes porque el sector ofrece demasiadas incertidumbres y pocas garantías. Entre las causas principales citan la rentabilidad insuficiente, exceso de trámites, dificultad para acceder a financiación y terrenos, y la inseguridad que generan las enfermedades y los costes veterinarios. Señalan que sin «seguridad económica, estabilidad normativa y apoyo público real», será imposible que nuevos ganaderos tomen el relevo de quienes están a punto de rendirse.

Rebaño de ovejas en la Región de Murcia / Asaja
Problemas santiarios
Los problemas sanitarios agravan un escenario ya complicado. Los ganaderos afrontan un aumento de enfermedades que incrementa el gasto en medicamentos, obliga a más controles y provoca pérdidas de animales. También supone restricciones de movimientos y nuevas obligaciones burocráticas que, lejos de aliviar la carga, la hacen más pesada. Asaja reclama reforzar los servicios veterinarios oficiales, agilizar diagnósticos y habilitar ayudas que compensen las muertes por enfermedades como la lengua azul, cuya incidencia ha aumentado en la región.
Medidas
Frente a este panorama, la organización plantea un paquete de medidas que considera imprescindible. Exigen ayudas de choque inmediatas que compensen la subida de costes, apoyen la alimentación del ganado y cubran parte de los tratamientos sanitarios y de la renovación de instalaciones. A medio y largo plazo, proponen programas específicos para el relevo generacional, una simplificación administrativa real —incluyendo licencias urbanísticas y de actividad—, un seguro ganadero más sólido, incentivos a la mejora genética y al bienestar animal, y apoyo a la comercialización para valorizar carne y leche de oveja.
Asaja insiste en que el sector ovino no es solo economía: es paisaje, cultura y cohesión territorial. Por eso, advierte que sin una estrategia clara y sin ayudas urgentes, la Región puede perder un patrimonio ganadero de enorme valor social y ambiental. La organización asegura que seguirá presionando a las administraciones para que las soluciones lleguen a tiempo y para que el sonido de los cencerros no se convierta en un eco del pasado.