El legado de Francisco, el más «transformador» del último medio siglo: «Sentó las bases del futuro próximo de la Iglesia»

PorÁLVARO CABALLERO  RTVE

El legado que deja el papa Francisco
6 min.Que Francisco iba a ser un papa distinto se vio ya a las pocas semanas de comenzar su pontificado. Como primer viaje, en verano de 2013, eligió un destino poco habitual y muy simbólico, la isla de Lampedusa, escenario de la tragedia de la migración en el Mediterráneo. Allí se encontró con alguno de los migrantes que habían llegado a la puerta de Europa, denunció la «globalización de la indiferencia» y evidenció el giro de su papado hacia los más débiles.

«Lo más importante de su legado, y en lo que él ha insistido mucho, es en que la Iglesia sea una madre que acoge, que escucha, que perdona, y no tanto, que juzga y condena», explica Sagrario Ruiz de Apodaca. Como corresponsal de RNE en Roma entre 2014 y 2020, siguió de cerca los pasos del papa, al que acompañó en 12 de sus viajes papales.

Francisco, el primer papa latinoamericano y el primero jesuita, ha dado un «aire nuevo» a la Iglesia católica, señala Ruiz de Apodaca, y «ha abierto la puerta» a una institución más renovada. Desde el primer momento, trató de impulsar reformas de calado dentro de la Santa Sede, como en el saneamiento y mayor control de las finanzas vaticanas, así como una persecución más firme de los casos de abusos sexuales o, en un terreno más doctrinal, una Iglesia más abierta hacia los no católicos.

En sus 12 años de pontificado, ha podido implantar muchas de sus ambiciosas reformas, pero otras se han quedado en el tintero. Así ocurrido en parte por las fuertes resistencias del sector más ultraconservador de la Iglesia, que llegó a acusar de «hereje» al papa, y también por la constante presencia de otro papa, Benedicto XVI. Este residió en el Vaticano durante los nueve primeros años del pontificado de Francisco, tras haber abdicado, y pudo haber ejercido de «freno» a su agenda reformista, señala el historiador de la Iglesia y sacerdote Juan María Laboa.

La «reforma de las mentes» antes que la «reforma de las instituciones»

Para Laboa, Francisco es, junto a Juan XXIII, el papa más «transformador» en tiempos modernos. Si el primero tuvo las «agallas» de convocar el Concilio Vaticano II a los pocos meses de su pontificado, lo que resultó en una completa renovación de la Iglesia, el segundo ha dado «el salto hacia una Iglesia mucho más abierta a los no creyentes, como hermanos, como hijos de Dios», con una «fraternidad muy fuerte». Este giro se demuestra, explica, con viajes a países donde el catolicismo es minoritario, como Estados Unidos, Emiratos Árabes, Irak, Indonesia, Japón, Mozambique o el Congo, lo que también ha sido criticado por los sectores conservadores del catolicismo.

El papa dio arranque a una «reforma de las mentes», de la que solo luego se deriva una «reforma de las instituciones». Cita, por ejemplo, el predicamento de Francisco para que «la manera de gobernar la Iglesia fuera menos clerical y más extendida», y, por tanto, se redujera el poder del obispo, algo que «sentó a cuerno quemado» cuando lo propuso por primera vez, pero que ahora tiene visos de aprobarse en el próximo sínodo, previsto dentro de unos meses.

Así, «ha abierto la puerta a futuros cambios», aunque él no los haya culminado, como una reforma de la curia que permita una mayor presencia de la mujer o «abrir la mano» con el celibato, expone la excorresponsal de RNE. Sugirió, por ejemplo, que hombres casados católicos pudieran ser sacerdotes en territorios amplios y extensos como la selva amazónica, lo que generó una gran controversia en la Iglesia.

 

Lucha contra los abusos y reforma económica

En aspectos más concretos, Francisco «se tomó en serio» la lucha contra la pederastia, según recuerda Ruiz de Apodaca. Creó la Comisión Pontificia de Protección al Menor, hizo reformas en el Código Canónico para castigar no solo a los que cometen delitos de pederastia, sino a los cómplices, y aumentó los plazos de prescripción.

Este tema ensombreció una histórica visita del papa a Chile en 2018, donde entonces se vivía un intenso debate social por los casos de pederastia en el país. Aunque en un primer momento defendió a los obispos señalados por encubrir casos de abusos, poco después pidió perdón por la actuación de la Iglesia chilena y por su propia actuación, mandó una comisión a investigar los casos y cesó a toda la jerarquía católica del país. «Reconoció que se había equivocado, lo que es muy de destacar en un mundo en el que poca gente sabe pedir perdón», señala Ruiz de Apodaca, quien acompañó a Francisco en aquel viaje.

También se ha reunido con víctimas de estos abusos, a quienes ha pedido de nuevo perdón en nombre de toda la Iglesia. «Ha sido muy valiente en momentos muy difíciles para la Iglesia», destaca Laboa.

Otra gran reforma que emprendió al poco de llegar a la silla de Pedro fue la de las finanzas vaticanas, sumidas entonces en una gran crisis y una escandalosa opacidad. Saneó las cuentas, sustituyó a sus gestores y creó algo parecido a un Ministerio de Economía.

Sus reformas, sin embargo, no han llegado a todos los ámbitos. Aunque ha insistido en que la Iglesia está abierta para las personas homosexuales -«¿quién soy yo para juzgar a un gay»?, afirmó ya en 2013-, no ha movido la postura católica respecto al matrimonio igualitario.

La igualdad de la mujer en la Iglesia es otra «asignatura pendiente», según la excorresponsal de RNE, aunque Francisco «ha intentado corregirlo ya nombrando a mujeres, incluso a mujeres laicas, dentro puestos de responsabilidad en el Vaticano». Tampoco se ha mostrado favorable a ordenar a mujeres sacerdotes.

Un papa menos «ostentoso» y crítico con el capitalismo

Respecto a la doctrina católica, Francisco «ha cambiado la música, pero no la letra», asegura Ruiz de Apodaca. Sin embargo, sí que ha impulsado cambios revolucionarios en el mensaje, como hizo con el lanzamiento en 2015 —apenas dos años después del inicio de su pontificado— de Laudato Si’, la primera encíclica de la historia dedicada a la Tierra como casa común del ser humano y que se ha convertido en un texto de referencia para el ecologismo.

En ella, el papa cargaba duramente contra el consumismo, el capitalismo depredador y reclamaba directamente una acción mundial rápida y unificada «para combatir la degradación ambiental y el cambio climático».

También se han visto los cambios en los gestos del propio papa, que ha renunciado a la «ostentación», según la excorresponsal. «No se ha puesto la cruz de oro ni los famosos zapatos rojos, decidió irse a vivir a la Casa de Santa Marta y no vivir en el Palacio Apostólico, y el coche en el que se mueve es un utilitario de lo más sencillo que hay», enumera. Aunque se pueda acusar de «marketing», cree que es «coherente» con lo que predica.

Ya en los primeros días de su pontificado, sustituyó la tradicional ceremonia de Jueves Santo en la que lavaba los pies a obispos y cardenales y lo hizo a reclusos en una prisión, entre los que había dos mujeres, una de ellas musulmana.

Laboa destaca que Francisco trajo consigo de Latinoamérica el enfoque social de la Teología de la Liberación, «anclada en lo social, en el rechazo a la injusticia», y sacudió los cimientos de un Vaticano muy occidental. Cree, además, que los cambios que ha empezado a impulsar no desaparecerán de la Iglesia con los cambios introducidos en el Colegio Cardenalicio, el que elegirá al próximo papa, y que cuenta con una presencia mucho mayor de cardenales americanos, africanos o asiáticos. Para Ruiz de Apodaca, Francisco «ha sentado las bases del futuro próximo de la Iglesia».