De dónde salen los 800.000 votos a Se Acabó la Fiesta, de Alvise Pérez: hombres, jóvenes y exvotantes de Vox

El activista de ultraderecha ha conseguido tres escaños con una campaña centrada en las redes sociales

Por JOSÉ Á. CARPIO | DatosRTVE / MARÍA NAVARRO | VerificaRTVE

Resultados elecciones europeas 2024: quién vota a Alvise Pérez
Alvise Pérez, cabeza de lista de la agrupación electoral Se Acabó la Fiesta, que ha obtenido tres escaños en las elecciones europeas. DISEÑO RTVE / EFE
10 min.«España se ha convertido en la fiesta de los criminales, de los corruptos, mercenarios, pedófilos y violadores», comenzó el domingo por la noche su intervención Alvise Pérez, desde una discoteca de Madrid, tras conocer sus resultados en las elecciones europeas. Lo que vino después fue su argumentario habitual, incluida una apelación al presidente del Gobierno -“Pedro: calienta, que sales (…) más vale que te metas en un maletero porque te vamos a meter en prisión»-, para luego pasar a prometer una “deportación masiva de inmigrantes” entre gritos e insultos de los asistentes a los “medios extorsivos de comunicación”.

Luis Pérez Fernández (Sevilla, 1990), más célebre como Alvise Pérez, se define como un analista y consultor político, pero se ha hecho conocido como activista de ultraderecha en redes sociales, donde tiene cientos de miles de seguidores, y, sobre todo, como agitador político y por acumular causas por difundir bulos. A partir de ahora será también eurodiputado.

Como ha ocurrido en el pasado, un personaje mediático da el salto a la política y con una agrupación de electores, ‘Se Acabó la Fiesta’ (SALF), cosecha un sorprendente éxito electoral. En su caso, tres escaños y 800.763 votos, sin haber participado en un debate electoral, sin financiación pública y sin una campaña tradicional. El propio Alvise Pérez, Diego Soler y Nora Junco serán los eurodiputados en Bruselas de esta formación.

SALF es cuarta fuerza en nueve de las 17 comunidades autónomas (Andalucía, Aragón, Baleares, Cantabria, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Murcia y La Rioja), y queda por delante de Sumar en todas ellas y en Canarias. Los mejores resultados a nivel autonómico los ha cosechado en Murcia (6,6%), Canarias (6,3%) y Andalucía (6,2%).

A nivel municipal, en más de 7.000 localidades ha conseguido que algunos de sus ciudadanos depositen papeletas con el logo de una ardilla. La mayoría de estas poblaciones apenas llega a los 1.000 habitantes -es ahí donde obtiene sus mayores porcentajes, como ocurre en Pozanco (Ávila) y Chequilla (Guadalajara), donde ha logrado un 40% de los votos-, pero también destacan localidades como Mijas (Málaga) o Roquetas de Mar (Almería), con alrededor de 100.000 habitantes y en torno a un 10% del voto.

De Ruiz-Mateos a SALF

El de Alvise Pérez es un fenómeno que en España no se veía desde José María Ruiz-Mateos, el histriónico empresario dueño de Rumasa, quien en 1989, en las segundas elecciones europeas celebradas en España, obtuvo dos escaños y 608.000 votos (3,8% del total), si bien luego no le sirvieron como trampolín en las elecciones generales de octubre de ese mismo año, donde apenas superó las 200.000 papeletas.

La diferencia con Ruiz-Mateos (o con el Podemos de Pablo Iglesias, quien se hizo conocido en las tertulias televisivas antes de saltar a la política) es que la fama de Alvise Pérez se ha fraguado casi en exclusiva en las redes sociales, fuera del foco de los medios tradicionales. Precisamente, ha usado esta circunstancia como un valor diferencial para presentarse como un personaje alternativo al ecosistema político o mediático dominante. Su currículo político previo no era extenso: unos estudios de Ciencia Política por la UNED, un tiempo como voluntario en UPyD y trabajar un par de años como asesor parlamentario con Toni Cantó en Ciudadanos, para pasar a ejercer por libre como agitador político en redes sociales.

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El activista de extrema derecha Alvise Pérez da la sorpresa e irrumpe en el Parlamento Europeo con Se acabó la fiesta

Activo primero en Twitter (ahora X), hasta que la plataforma de Elon Musk le suspendió la cuenta, se expandió por TikTok, y, sobre todo, Instagram y Telegram, hasta acumular más de un millón de seguidores, ha usado estas redes para lanzar acusaciones contra inmigrantes, contra el feminismo, contra periodistas y contra los políticos, fundamentalmente de izquierdas. De hecho, Telegram ha sido central en su estrategia de comunicación, señala Iago Moreno, experto en política digital. Desde su perfil de esa red social, «Alvise emitiría presuntamente contenidos nocivos, harmful content que se dice en inglés en la jerga de desinformación”, como “bulos diversamente documentados por las verificadoras”.

Telegram es “el vector central” de su estrategia de comunicación, “pero se ramifica y se expande” a través de otras redes sociales. Moreno destaca que “desde el equipo de campaña se hacen cuentas que convierten las declaraciones de Alvise en Telegram en vídeos hechos con inteligencia artificial generativa para ampliar su discurso”. Una de ellas, cuenta, es ‘Tiki_Tube’, un perfil “que genera versiones TikTok con inteligencia artificial de lo que Alvise hace en Telegram casi a un ritmo automatizado”.

Megáfono en ristre, Alvise Pérez se ha desvirtualizado frente a sus simpatizantes convocando actos en diferentes ciudades para hablar cara a cara con los electores y repartir en persona las papeletas de su candidatura, entre otras razones por desconfiar abiertamente de la transparencia del voto por correo.

Sin un programa electoral como tal, su discurso ultra en estas elecciones “contra la partitocracia criminal”, los medios de comunicación “mercenarios del poder” y la justicia se ha concretado en proclamas teñidas de puro populismo. Dos promesas destacadas: rifar su sueldo de eurodiputado entre sus seguidores (que cifra en “2,4 millones de euros en cinco años”) y crear una macrocárcel “al este de Madrid” con hasta 40.000 plazas contra el crimen organizado para meter “incluso a una persona que tenga un tatuaje de una banda”.

Guillermo Fernández Vázquez, doctor en ciencia política y profesor en la universidad Carlos III de Madrid, explica que el fenómeno de Alvise “se empieza a cocer durante la pandemia y muy concretamente durante el confinamiento, cuando desde su entorno y aupado por Vox empiezan a lanzarse consignas y cartelería beligerantemente confrontativa”. Pone de ejemplo “los hashtags #SánchezSepulturero ó #SánchezAsesino que se convertían en trending topic o los carteles desplegados en Madrid en ese contexto que venían a decir que ‘Sánchez conduce a España a una dictadura’, algo que ahora repite Alvise” y trasladar así “la idea de ‘esto es un nuevo 1984’”.

En febrero de 2024, explica Iago Moreno, es cuando el líder de Se Acabo la Fiesta “decide centrarse en denuncias contra la Junta Electoral Central, el CIS, Correos y autoridades locales para movilizar a sus seguidores en torno a la idea de que su campaña está siendo saboteada porque lo que en el fondo no se quiere es que él pueda llegar a las instituciones y hacer esa guerra contra los políticos” y “convierte en esa lucha contra el sabotaje en el corazón de su campaña”. “El centro de la narrativa desinformativa de esta campaña tiene que ver con el discurso de fraude electoral”, concluye.

Escaño, sueldo e inmunidad

La obtención de tres escaños en Bruselas comporta para Pérez no solo un mayor altavoz para sus ideas políticas (que podría aspirar a llevar a unas próximas elecciones generales), aunque no desde la capital comunitaria, donde no pretende instalarse. También le reportará un sueldo como eurodiputado (aunque lo rife) y, sobre todo, la inmunidad parlamentaria, una garantía jurídica de la que han hecho uso en la última legislatura políticos como Carles Puigdemont y Toni Comín, en su caso frente a la euroorden de detención en las causas del ‘procés’. Valioso recurso que el propio Alvise Pérez, que se ha enfrentado a varios juicios en los últimos años, ha reconocido que perseguía al presentarse a estas elecciones.

De hecho, es el candidato con un historial más largo de polémicas debidas a procedimientos judiciales en contra, conducta indebida o mala praxis: nueve en total, según ‘EU Misconduct Investigation’, una investigación conjunta de varios medios europeos sobre los escándalos y condenas de los candidatos con opciones a entrar en el Parlamento Europeo.

Uno de los más destacados fue la publicación, sin pruebas, que hizo durante la pandemia de COVID-19 contando que la exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena había recibido un respirador en su casa mientras muchas otras personas no podían disponer de él en los hospitales. También difundió una falsa PCR positiva de Salvador Illa, exministro de Sanidad y candidato en las elecciones catalanas, que se había negado a hacerse una prueba antes de un debate en TV3 alegando que no presentaba síntomas. Pérez quería demostrar que Illa trataba de ocultar que estaba infectado, pero el documento era falso. En febrero de este año, convocó un acto en Madrid para sumarse a las protestas de los agricultores y cortar sin autorización la M-40, provocando unas cargas policiales en las que el propio Alvise Pérez fue golpeado.

El politólogo Fernández Vázquez explica que se difundieron bulos que “iban dirigidos” a trasladar la idea de que “los políticos te hacen la vida más difícil pero en el fondo son unos hipócritas porque ellos no se lo aplican a sí mismos”. Fernández Vázquez subraya que la irrupción de Alvise “es una mezcla de gotas de conspiracionismo”, como es la “idea de vivir en una dictadura o camino de ella”. Un marco discursivo “que usa Alvise pero ya habían usado y consolidado Vox y el PP”.

“El entorno de las redes de Vox le da mucho altavoz”, afirma el experto. “Esos discursos y mantras se independizan de Vox y se convierten en un sujeto propio y van proliferando”. Fernández Vázquez explica que el discurso de Se Acabó la Fiesta se centra en trasladar “la idea de libertad, conjugada con la de antidictadura, antiimpuestos (‘el poder nos roba y nos hace más pobres’) y la de “antifeminismo” (‘el feminismo y la izquierda son esas fuerzas políticas que te roban libertad, te juzgan y te indican cómo tienes que vivir’).

Más voto en poblaciones con más paro y extranjeros

Aunque las elecciones europeas son un escenario propicio para un voto ‘outsider’, la fulgurante aparición de Se Acabó la Fiesta hace preguntarse de dónde viene el apoyo a un candidato y un partido desconocidos en plena campaña para casi la mitad de los ciudadanos (el 44,6% no le conocía, según la encuesta preelectoral del CIS publicada el 3 de junio).

El voto a la formación de Alvise Pérez es mayor en poblaciones grandes y, de hecho, su perfil de voto compite con el de Vox en estos lugares. No tiene un voto asociado a la renta, como el partido de Santiago Abascal, de modo que no recibe un mayor apoyo en municipios más ricos; pero sí que capta más voto en aquellos donde el paro es mayor y donde hay más población extranjera, de nuevo con un perfil similar al de Vox y en competencia con ellos.

Así se desprende del análisis del voto a estas formaciones de DatosRTVE. Los gráficos anteriores muestran la radiografía socioeconómica del voto a SALF y comparándolo con Vox, su principal competidor en el eje ideológico de la derecha radical populista. Los municipios se han dividido a partir de una variable socioeconómica en varias barras. Los segmentos más oscuros de cada barra muestran dónde se concentra el 50% del voto al partido y la línea negra indica la mediana del voto en un segmento demográfico concreto. Si esta línea forma una escalera, significa que hay una tendencia significativa en el voto al partido según la variable de que se trate.

El politólogo Fernández Vázquez subraya que “la potencialidad de Alvise para el campo de la derecha es que no solo divide a la derecha en tres formaciones, la amplía electoralmente, porque podemos hipotetizar que algunos de los votantes de Alvise o bien no habían votado o hacía tiempo que no votaban o desde luego no votaban a la derecha o no votarían a VOX”.

De hecho, destaca el simbolismo de la formación de Alvise Pérez, que busca transmitir “rebeldía” y “la idea de ‘nosotros frente al poder” de un partido “antiestablishment”. Según este experto, “el uso de esta retórica y símbolos pone las piedras para que alguna gente que no habría votado por Abascal sí que, sin embargo, vote por Alvise”.

Votantes de Vox, primerizos y abstencionistas

A falta de que las encuestas postelectorales lo confirmen, la encuesta del CIS previa a los comicios ayuda a conocer un poco más sobre el perfil del votante de Se Acabó la Fiesta. Casi el 30% del voto potencial a Se Acabó la Fiesta provendría de ciudadanos que votaron a Vox en las últimas elecciones europea de 2019 (18,7%) y de jóvenes que votan por primera vez en este tipo de comicios (11,2%)

Son precisamente los hombres, jóvenes y de derechas el principal perfil de votante de SALF. El 9,8% de los votantes de 18 a 24 años aseguraba que votaría a esta candidatura, según el CIS, y el 9,5% de los jóvenes de 25 a 34 años. Entre estos grupos de edad, sería más votado que Sumar o Podemos y rivalizaría con Vox, mientras que su intención de voto y simpatía decae entre los adultos de más de 45 años y las personas mayores hasta hacerse insignificante.

Alvise Pérez recibe una calificación general de 3,11. Destaca su valoración entre los jóvenes menores de 34 años (los menores de 24 años elevan su nota al 4,9 y los de entre 25-34 años le dan un 4,3) y alcanza su máxima calificación como líder entre los votantes de Vox (5,08 entre quienes votaron a la lista de Jorge Buxadé en 2019).

Por ocupación profesional, la mayor valoración se la dan los estudiantes (4,93, solo valoran mejor a la socialista Teresa Ribera), militares y cuerpos policiales (4,58), los trabajadores del sector primario (4,27) y directores y gerentes (3,98), aunque estos últimos colectivos valoran más a la ‘popular’ Dolors Montserrat y a Jorge Buxadé (Vox).

En general, como puede verse en el siguiente gráfico, la mayor inclinación por el partido antisistema se encuentra entre los ciudadanos que se consideran ideológicamente de derechas.