Cerrado desde 2011, el proyecto de restauración del edificio municipal será visado por el ente autonómico en las próximas semanas

Fachada principal de la antigua cárcel. / Daniel Navarro
En 2011, pocas semanas antes de que se produjeran los terremotos que devastaron la ciudad de Lorca, el Ayuntamiento anunciaba el cierre definitivo de la cárcel municipal. Aludiendo al alto coste que suponía su mantenimiento, que superaba los 600.000 euros al año, el penal cerraba sus puertas tras 238 años, contados a partir de 1773, cuando fuera inaugurado como penitenciaría –antes era un depósito de cereal– durante el reinado de Carlos III. Desde entonces, su futuro ha permanecido en el aire, aunque sin llegar a olvidarse.
Tanto es así que, en el año 2020, la histórica construcción era sometida a obras de consolidación estructural, gracias a una aportación regional de casi medio millón de euros. En el transcurso de dicha intervención también se restauraban las cubiertas, y en los sótanos se localizaba un gran paño de muralla medieval. Poco después, en junio de 2023, se daba a conocer la obtención de una subvención de 4,7 millones de euros para acometer la segunda fase de la rehabilitación, que se espera comience antes del inicio de 2026, puesto que la Consejería de Cultura ya se encuentra en proceso de autorizar el proyecto.

Vista de la antigua cárcel desde la calle Rodríguez. / Daniel Navarro
«Se está ultimando todo para iniciar las obras, si todo va bien, a finales de año. Se ha consensuado con Cultura todo lo necesario y, una vez tengamos la autorización oficial, saldrá a licitación«, señala la edil de Urbanismo, María Hernández, que hace hincapié en la gran labor de conservación que se llevará a cabo en el inmueble: «se van a proteger todos los elementos originales, teniendo mucho cuidado con las adiciones que se hagan».
De hecho, la conservación de los citados elementos ha supuesto un gran reto a la hora de elaborar el proyecto. «Conservar los suelos, las bóvedas originales… Ha sido muy complicado especialmente a la hora de ubicar el ascensor para garantizar la accesibilidad, pero finalmente hemos podido cuadrarlo todo», explica la edil. En cuanto al uso, Hernández Benítez confirma que será cedido a instituciones educativas locales para aportar tránsito a la zona.

En el centro, frente a la fachada de la antigua colegial de San Patricio, manzana de la antigua cárcel. / Pilar Wals
Núcleo dinamizador
Tras la restauración del Pósito Panaderos –anexo a la antigua cárcel– para convertirlo en la ‘Casa del Artesano’, la zona ha vivido un resurgir. No en vano, en el año 2024 la instalación fue visitada por 6.000 personas. Este tránsito es el que se quiere potenciar con la puesta en servicio del antiguo penal, que será transformado en un espacio polivalente. «La idea es que esté abierto durante todo el día», apostilla la edil. No obstante, estos dos edificios no serán los únicos atractivos de la zona, puesto que también se sumarán dos nuevas zonas verdes.
Y es que, ligados a la restauración de la cárcel hay dos proyectos destinados a regenerar la zona, ambos para crear zonas verdes. Por un lado, se procederá a la renaturalización de los antiguos depósitos de agua de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla y, por otro, se acondicionará del mismo modo un solar liberado a finales del 2024 gracias a la demolición de varias viviendas adosadas al histórico edificio.
Consideradas como un ‘punto negro’ para la seguridad local debido a los reiterados intentos de ocupación ilegal, el espacio que antes ocupaban las casas lo llenará una plaza desde la que contemplar la fachada de la antigua Colegiata de San Patricio, aportando a su vez encanto al conjunto del Casco Histórico.