¿Cómo afectará el atentado contra Trump a la carrera de las elecciones presidenciales de noviembre en EE.UU?

PorADRIÁN ROMERO

Atentado a Trump: Simpatizantes de Trump se reúnen en apoyo al expresidente tras sobrevivir a su intento de magnicidio
Simpatizantes de Trump se reúnen en apoyo al expresidente tras sobrevivir a su intento de magnicidio AFP/KENA BETANCUR
7 min.El intento de asesinato del candidato republicano y expresidente estadounidense, Donald Trump, es un paso más dentro de un ciclo de crisis política sin precedentes desde los años setenta del siglo pasado en Estados Unidos. Y se ha ido fraguando desde hace años. Desde que los partidarios de Trump irrumpieran en el Capitolio el 6 de enero de 2021, Reuters ha identificado hasta 213 casos de violencia política, con un total de 39 asesinados en el país.

Ante las dudas que se plantean sobre cómo fue posible que un individuo armado pudiera llegar a disparar contra un expresidente, se suma la incógnita de qué consecuencias deparara lo sucedido para las elecciones que se celebran el próximo noviembre.

«Esto va a influir mucho en los indecisos del Partido Republicano que todavía no habían decidido su voto por lo que, junto con los problemas que ya tiene Biden dentro del Partido Demócrata, va a ser decisivo en los próximos dos meses», indica el catedrático emérito de Relaciones Internacionales en la Universidad Camilo José Cela, Rafael Calduch.

La incredulidad y la indignación de la opinión pública parten de la incertidumbre que pesa en un país en el que no es la primera vez que atestigua un intento de magnicidio, como ya ocurrió con John F. Kennedy o con Ronald Reagan. Además, es probable que la aguda polarización que vive Estados Unidos sea empleada por ambos contendientes políticos, especialmente Trump, pero también el presidente estadounidense, Joe Biden, para obtener réditos políticos.

El segundo intento de magnicidio en apenas dos meses en un país occidental, el más reciente fue en mayo contra el presidente eslovacoRobert Fico, evidencia la situación de deterioro del clima político que se vive tanto a un lado como al otro del Atlántico. Lo que plantea la cuestión de cómo incidirá lo ocurrido de cara a las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos.

El destino político de EE.UU. tras un intento de magnicidio

En la mayoría de casos, y cuando se producen en regímenes autocráticos, los magnicidios exitosos suelen precipitar un cambio institucional, pero no ocurre lo mismo en las democracias. La división de poderes y los mecanismos institucionales limitan enormemente que el sistema del país recaiga exclusivamente en un individuo, de ahí que su muerte rara vez cambie el devenir político. Menos aún cuando se trata de candidatos aspirantes a la presidencia.

En el caso de Kennedy, su asesinato no impidió que la legislación a favor de los derechos civiles y sociales que impulsó, así como la atención médica para personas mayores o las ayudas federales a la educación, fuera finalmente aprobada por su sucesor, Lyndon B. Johnson. Tampoco alteró la política internacional norteamericana, en un contexto complejo con la guerra de Vietnam en curso o la política de distensión que había inaugurado Kennedy junto a Jrushchov.

El atentado contra Trump, último eslabón en la historia de la violencia política de Estados Unidos

Sin embargo, incluso en sistemas democráticos, la muerte del dirigente pueda llegar a suponer un cambio en la política doméstica o exterior de un Estado en determinadas cuestiones. Por ejemplo, el asesinato del primer ministro israelí, Isaac Rabin, en 1995, limitó en gran medida las conversaciones de paz posteriores entre Israel y los palestinos. La pregunta es hasta qué punto la situación política de EE.UU. posee la suficiente resiliencia para sobreponerse del terremoto mediático y social que ha supuesto el ataque.

«Estados Unidos es un país que está muy dividido sobre Trump y su candidatura, y si Biden va a continuar como candidato», señala en el Canal 24h la profesora de Relaciones Internacionales del IE University, Alana Moceri. Un extremo que refrenda el experto de seguridad internacional del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, Jesús Núñez. «El clima de violencia es, desgraciadamente, una característica muy clara de Estados Unidos que se ha potenciado en estos últimos años, y es el propio Donald Trump quien ha alimentado esa polarización social y política en el país», añade.

En casos de enfrentamiento a nivel interno, la posibilidad de atentados contra líderes y contrincantes aumenta exponencialmente. Y aunque no se podía prever que el clima político estadounidense derivase en un escenario tan complejo como el actual, eventos anteriores tampoco habían contribuido a mitigar la tensión política existente.

«Trump no ha hecho ascos en ningún caso al uso de las armas por parte de personas para cualquier finalidad, por lo que es corresponsable en la creación de ese clima de violencia«, reitera Núñez. «Hasta ahora, igual que ha conseguido dar la vuelta a las acusaciones judiciales que pesan sobre él, convirtiéndolas en palancas que le dan más atractivo ante los votantes, podemos imaginar que va a ser lo mismo», añade.

Donald Trump, de superviviente a «mártir electoral»

Milagroso es el adjetivo que mejor como define que Trump apenas fuera herido en el ataque, y así es cómo se prevé que el candidato republicano reivindique su salida airosa, tal y como ha ejemplificado con la simbólica imagen de su puño alto al grito de «Fight!» («¡Lucha!). «Lo que en principio podemos imaginar es que esto puede potenciar aún más sus opciones al presentarse como un mártir o decidido a hacer frente a ese tipo de violencia», señala Núñez. «Y es probable que encuentre una respuesta de los votantes también a su favor«, añade.

De lo que podría haber sido un desenlace fatal, Trump sale con apenas parte de la oreja izquierda perforada. De un escenario tan violento y terrible, Trump puede cosechar un rédito electoral que pueda darle una ventaja aún mayor frente a Joe Biden. «Tiene un instinto para sacar provecho de un momento así era consciente que debía demostrar su fuerza», incide Moceri. Ha sido capaz de desafiar al stablishment de Washington como candidato antisistema, también de enarbolar toda una campaña ante la opinión pública contra un supuesto «acoso judicial«, ahora añade un relato de supervivencia contra las fuerzas que atentan contra su carrera política.

Un ejemplo paradigmático en este sentido fue el de Ronald Reagan tras sufrir un intento de asesinato en 1981. Los índices de aprobación de su proyecto The American Presidency Project de la Universidad de California Santa Bárbara, aumentaron en hasta 7 puntos porcentuales en un primer momento. Si bien el respaldo disminuyó con el paso de los meses.

En un mensaje posterior al ataque, Trump ha dicho no tener «miedo» y sentirse fuerte y «desafiante». «Gracias a todos por los pensamientos y oraciones ayer. Es como si hubiese sido Dios solo el que evitó que lo impensable pasara». Una imagen de representante del pueblo, que busca devolverle sus poderes y darle capacidad para hacerlos valer (algo que ya quiso escenificar en la jornada que terminó con la toma del Capitolio), es también la que indirectamente ha favorecido que «una persona, haciendo ejercicio de ‘ese derecho’ que le da una de las enmiendas en la Constitución americana, lleve un rifle y atente contra su vida», señala el director del Instituto Gutiérrez Mellado, Gustavo Palomares.

Biden ante un EE.UU. cada vez más polarizado

Tanto en Delaware tras conocerse el ataque, como en Washington durante una declaración pública, Joe Biden ha llamado a la unidad y a la condena conjunta. «No hay lugar para esta violencia enfermiza para Estados Unidos«, reivindicaba. Un discurso realmente frío que refleja la feroz competición que viven ambos candidatos. Su mensaje llega en un momento de máxima debilidad política, con una imagen pública muy deteriorada y con dudas más que razonables sobre su posible continuidad en la carrera electoral.

«Biden se ha encontrado con una situación anómala porque, por un lado, tenía que dar una respuesta de rechazo pero, por otro, tenía que hacerlo sin darle demasiada publicidad a su candidato rival«, incide. «Eso es lo que explica esa ambigüedad inicial hasta asegurarse de que cuando saliese para rechazar el atentado, lo hiciera basándose en hechos ciertos y sin darles medios o instrumentos a los propagandistas de Donald Trump para que lo aprovechasen en la campaña», comenta.

Los estadounidenses, más polarizados que nunca, no atienden a las consecuencias de la política de Biden, sino a qué capacidad posee su candidato favorito para hacer frente a su opositor. «Al margen de cuál haya sido su balance, la economía de EE.UU. ha mejorado; Biden ha puesto en marcha medidas y fondos de ayuda y de inversión pública para modernizar unas infraestructuras estadounidenses que estaban obsoletas», apunta Jesús Núñez. «Acaba ahora mismo de ser el anfitrión de la cumbre de la OTAN, y Biden podría presentar un balance en términos racionales relativamente positivo, pero todo eso queda anulado por sus propias deficiencias y carencias«, sentencia.

Joe Biden protagoniza varios lapsus en su rueda de prensa de la OTAN

Mientras que Trump es capaz de sacar provecho de cada revés, Biden se hunde en el fango de las críticas procedentes tanto de la oposición como de su propio partido. «Si para ser el presidente de Estados Unidos basta con responder a preguntas en una rueda de prensa que le puedan formular periodistas que ya estaban designados de antemano, nos da una idea de las enormes dificultades que tiene como candidato para hacerse atractivo al conjunto de los votantes estadounidenses», concluye Núñez. Frente a ello, en una especie de carrera en direcciones opuestas, Trump solo necesita disimular sus errores anteriores para aumentar los apoyos.

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