El ruso Zverev, limitado por el calor reinante, tuvo problemas para acabar el partido (6-4 y 6-3) . El murciano se reencontrará el lunes (21 horas) con Sinner en la final del Masters 1.000 de Cincinnati.

GREGORIO LEÓN
Dolía ver a un gigante de casi dos metros caminando errático, aturdido, embadurnado de sudor. Vencido. La imagen de Alexander Zverev producía compasión. Carlos Alcaraz ha huido del infierno para meterse en otra final. El sol calcinante que quema el planeta ha convertido el torneo de Cincinnati en un ejercicio de supervivencia, en el que los jugadores son sometidos a pruebas extremas al límite de resistencia física. Para el alemán el partido llegó a ser una tortura. Asfixiado, buscando aire desesperadamente, boqueando por el esfuerzo, con problemas previos en la espalda, aguantó todo lo que pudo. El tenista murciano, criado en secano, parece más adaptado que otros a estos calores insólitos. Sinner veía todo por televisión, preparándose para una nueva cita con Alcaraz.
Los dos mejores del mundo se reencontrarán en la final de Cincinnati. Carlos Alcaraz y Jannik Sinner ya han regalado golpes memorables, partidos de colección, desenlaces inesperados. Y la tierra azul piscina de este Masters.1000 ofrecerá el lunes una nueva posibilidad de verlos luchando a topa carnero. Todo eso después de ver cómo Zverev perdía el primer set por el mejor juego de Alcaraz y el segundo al quedarse sin gasolina.
Escapó con astucia Carlitos de los peligros que aparecieron en su camino muy pronto. Zverev, que había empezado con un saque directo, creció al resto y se puso muy pronto con un 0-40 a su favor. La primera situación delicada para el murciano. Pero con templanza y la impecable elección de los golpes, salvó el break y empezó a fabricar el suyo, que llegó para darle un 4-3 y saque. La colección de aces, hasta diez, dejó sin respuesta a Zverev. Y más allá de la decantación de la manga, ofreció puntos de alto nivel, rallies de intercambios de golpes… Nada que ver con otros partidos de tenis esquemático. Un gran espectáculo.
Alcaraz insistió en el segundo set con la finura que le había llevado a ganar el primero. No le dio respiro al rival, que se encontró con una rotura en el juego inicial. Derechazos, voleas… Charly parecía inclinado a sacar todo su repertorio, a darle velocidad a la victoria. Pero se traicionó. Juntó hasta cuatro dobles faltas y perdió la ventaja. Zverev, ofreciendo signos de cansancio, sobrevivía gracias a su poderoso servicio, que tantos réditos le ha dado a lo largo de su carrera. Pero el calor pudo con él. Pidió atención médica y el partido quedó interrumpido. Regresó, pero ya sin posibilidad casi de pelear las bolas que le mandaba Alcaraz. Fue heroico verlo terminar el partido, sabiéndolo perdido, por amor propio y respeto al tenis. Honores para el alemán. Y nueva final para la joya de Murcia.