Adoptar ostras para salvar el Mar Menor

Una treintena de familias se han unido al proyecto experimental del cultivo de la ostra plana europea para poder investigar la capacidad de limpieza de nutrientes del Mar Menor con estos bivalvos .

Los científicos del proyecto sacan las cestas donde se encuentran las ostras apadrinadas.

Los científicos del proyecto sacan las cestas donde se encuentran las ostras apadrinadas. / L. O.

J.M. Lax Asís    31 AGO 2025 6:01  LA OPINIÓN

En los pantalanes de Lo Pagán, un grupo de familias se ha convertido en jardineros. La particularidad es que no cuidan plantas, sino ostras planas europeas (Ostrea edulis), una especie que en los años ochenta poblaba con más de 130 millones de ejemplares el Mar Menor, y que hoy está prácticamente desaparecida. Esta atípica iniciativa está coordinada por el Instituto Español de Oceanografía (CSIC), Anse, la Comunidad Autónoma de Murcia y la Fundación Estrella de Levante, y forma parte del proyecto RemediOs-2; su objetivo es claro: implicar a la sociedad en la recuperación de la laguna y recopilar datos científicos útiles para futuras restauraciones.

Filtros naturales

Sebastián Herandis Caballero, doctor en Biología Marina e investigador en esta iniciativa, explica que la idea surgió al observar proyectos similares en otros países que estaban funcionando muy bien: «Acercar a las familias al proyecto genera una conexión entre ciencia y sociedad. Y eso es fundamental para que tenga éxito», dice Herandis.

Dos de las cestas con las que se realizan las mediciones.

Dos de las cestas con las que se realizan las mediciones. / L. O.

En este momento está en fase de investigación, es decir, no está aún en un proceso de restauración de la especie a gran escala. Una vez estén analizados todos los datos, se podrá evaluar en qué medida se debe ejecutar esta implantación: «Los proyectos similares en Europa tienen quince o veinte años de vida. Nosotros llevamos tres o cuatro años con fondos que nos permiten trabajar», señala Herandis, «no es algo que puedas hacer a lo loco; liberar ostras tiene que estar basado en ciencia para tener muy claro qué se va a hacer, con el fin de que tenga la mayor probabilidad de éxito y el mayor impacto».

Tratar de restaurar el Mar Menor con bivalvos se puede realizar con cualquier especie, ya que todos son filtradores de agua, pero la ostra plana europea es la más idónea, pues es una especie local que ya poblaba la laguna con un centenar de millones de ejemplares hace 30 años. Debido al desastre ecológico que sufre el Mar Menor, y que ha dejado en sus aguas profundas cicatrices, esta especie, junto con otras tantas de este ecosistema único, está prácticamente desaparecida.

Ostra plana: características de la especie

La ostra plana (Ostrea edulis) forma parte del grupo de los moluscos bivalvos. Se trata de animales filtradores que se alimentan de pequeños organismos y partículas en suspensión, como el fitoplancton responsable de la ‘sopa verde’ que afecta al Mar Menor. Las ostras son organismos sésiles, se fijan directamente a una superficie, y acostumbran a vivir gregadas unas sobre otras, formando estructuras similares a los arrecifes de coral. Estos arrecifes de ostras ofrecen sustrato y refugio para numerosas especies de peces e invertebrados. Una sola ostra adulta es capaz de filtrar casi 100 litros de agua al día. Una población de 135 millones de ostras (según las estimaciones, esta es la población de ostras que hubo en el Mar Menor en los años 90) sería capaz de filtrar toda el agua de la laguna en solo 150 días.

La ostra plana se reproduce por fecundación interna. Los machos liberan el esperma al agua y las hembras los capturan al interior de las valvas donde están los ovocitos y se produce la fecundación. Las hembras incuban las larvas en su interior y cuando la larva alcanza un tamaño de 0.2 mm ,es liberada al agua. Las larvas nadan en el agua hasta que desarrollan el ‘pie’ para fijarse al sustrato.

Entre la nostalgia y el futuro

En los recuerdos de los pescadores y vecinos que vivieron el Mar Menor en los sesenta, setenta y ochenta, aparecen caballitos de mar, aguas transparentes y fondos arenosos llenos de vida. Hoy, esos relatos contrastan con una laguna degradada, invadida por caulerpa (un alga marina) y con episodios recurrentes de anoxia. Por eso, la implicación ciudadana es también una forma de reconciliación: familias que se reencuentran con la laguna cuidando de un pequeño jardín submarino. Los niños, sobre todo, lo viven con ilusión, y poco a poco estos conceptos de conservación serán asimilados y los acompañarán de adultos.

Para el buen funcionamiento del proyecto se han realizado entrevistas a lugareños y pescadores con la finalidad de conocer el estado del mar cuando la población de la ostra estaba en máximos: «Cuando escuchas a padres y madres contar cómo era el Mar Menor, y ves la percepción que sus hijos tienen de este debido a su estado actual, te remueve mucho», reconoce Herandis.

El kit completo para mantener a los bivalvos en buen estado

A cada persona o grupo que participe en esta iniciativa se le asigna una cesta de rejilla con unas pocas semillas de ostra. Para crecer y convertirse en adultas, las ostras solo necesitan tener acceso a una corriente de agua rica en partículas y nutrientes. Por esto, las cestas se mantienen sumergidas en el puerto, atadas con un cabo, siendo visitadas de manera periódica por su ‘familia adoptiva’.

El kit cuenta con un calibre o pie de rey para medir la talla de las ostras. Esta medida se toma desde el umbo (la articulación que une las dos valvas conchas) hasta el vértice de la ostra.

Asimismo, hay una báscula para tomar el peso de nuestras ostras; para mayor comodidad, se usará un vaso. Primero se coloca el vaso, se tara y a continuación se introduce la ostra en el vasito y se anota el valor.

Del mismo modo, está el termómetro para medir la temperatura del agua de manera paralela y conocer mejor las condiciones en las que han estado creciendo las ostras. En cada visita se toma la temperatura del agua con un termómetro.

Además, está el cepillo para limpiar la cesta. Hay que asegurar que el agua cargada de alimento circule por la cesta y sea accesible para todas las ostras, por ello es necesario mantener limpia la superficie de esta, eliminando cualquier organismo que pueda crecer en ella, explican los expertos.

Los jardineros de las ostras

Cada familia, de las treinta participantes desde abril, cuida una cesta con diez ostras, que limpia, pesa y mide una vez al mes. Para ello utilizan un kit científico con balanza, calibre, cepillo y hojas de seguimiento.

Al llegar el día de la actividad, se acercan a la zona del pantalán donde tienen su cesta asignada, la extraen del agua y limpian la superficie de esta. Después sacan las ostras de su interior y les realizan mediciones biométricas: el tamaño, el largo, el ancho, el alto de la concha, el peso y la temperatura del agua. Cada ostra tiene una marca para posibilitar su identificación, ya que, aunque sean sus ‘familias adoptivas’, puede resultar difícil diferenciar una ostra de otra. Esos datos son recogidos en una libreta y con ello se pueden realizar uno análisis global de las diez ostras que comparten cesto.

El kit necesario para realizar la actividad.

El kit necesario para realizar la actividad. / L. O.

«Las familias nos aportan información valiosa sobre cómo responden las ostras a las condiciones de la laguna; no es solo una actividad lúdica, que también, pero su trabajo tiene una implicación práctica», señala Herandis.

Uno de los principales problemas para la implantación de la ostra es su hábitat. El fondo marino del Mar Menor se ha degradado tanto que a la ostra le es imposible habitarlo; por ello, se han elegido puntos piloto de fondo que aún conservan un sustrato más gravoso para que no se hundan en la arena. Actualmente, se desarrollan dos proyectos principales. El primero, Mitoister, estudia cómo los diferentes tipos de contaminación afectan a las ostras en tres puntos de la laguna: la zona norte (más limpia), la rampa del Albujón (con contaminantes orgánicos) y la rambla del Real (con metales pesados).

El segundo, RemediOs-2, plantea pilotos de restauración en fondo y en columna de agua. En el fondo, se instalan bloques arcillosos, a modo de arrecife, con ostras para estudiar su evolución. En columna de agua, se ensaya con una pequeña batea flotante instalada dentro de una zona militar, que permite medir la bioextracción de nutrientes.

La idea final es escalar el modelo: más puntos de jardinería de ostras, más familias implicadas y una red ciudadana que se convierta en aliada de la ciencia, pues es mucho más difícil y lento reconstruir un ecosistema que destruirlo. «En otros países se mantiene en el tiempo con un fuerte engagement social. Ese sería el ideal para el Mar Menor», apunta el biólogo.