ABARÁN/ Celebración de Rafaelillo empañada por la cogida de Ureña

Ureña, siendo atendido en la plaza. / JAVIER CARRIÓN / AGM

Gran compromiso de los dos diestros, que se jugaron la vida y pasearon siete orejas y un rabo con una gran entrada en Abarán

LA VERDAD

FRANCISCO OJADOS/

Había ganas de toros en la Región y se comprobó en Abarán, con una plaza llena sobre el aforo permitido y unos aficionados que quisieron arropar a sus dos toreros más importantes del momento: Rafaelillo y Paco Ureña. Era día importante para el torero del barrio del Carmen, por sus 25 años de alternativa. Los prolegómenos fueron densos, con minuto de silencio, el himno nacional y la entrega de placas conmemorativas a los toreros por parte del Ayuntamiento, representado por el vicealcalde Jaime Tornero.

Abrió plaza un toro colorado de Juan Pedro Domecq, marcado con el número 154, de nombre Tarumbo. Lo recibió Rafaelillo con una larga cambiada y siguió toreando de rodillas por verónicas para luego, de pie, enjaretar un ramillete de delantales de figura erguida, rematados con la revolera. El ejemplar de Juan Pedro tuvo tanta nobleza como poca fuerza, por lo que apenas recibió castigo en varas. Hasta la cabalgadura lo había llevado Rafael con un galleo por chicuelinas. Brindó Rafaelillo desde los medios, al público, su primera faena de la tarde. La inició en el tercio toreando de rodillas. Entrega del murciano que pronto tuvo que alzarse para torear de pie en una faena de mano diestra, a media altura y tirando del animal, que manifestó su debilidad doblando un par de veces las manos. Terminó en terrenos de tablas, toreando sin ayuda. Una estocada corta fue suficiente para que doblara este primero de la tarde y para que Rafaelillo paseara el primer trofeo de la tarde.

Otro colorado ojo de perdiz fue el segundo de la corrida. Lo recibió Ureña con acompasados lances y lució luego en un quite por delantales. Muy justo de todo, terminó por dejarse el ‘juanpedro’, sin terminar de emplearse. Le cogió pronto el aire Paco Ureña, que brindó a Rafaelillo una faena que no pudo tener emoción por la escasa casta del animal, pero que sí tuvo una correcta estructura. Cuando ordenó las primeras embestidas rebrincadas pudo estirarse y torear por abajo. Al final, metido entre los pitones, firmó dos circulares invertidos que metieron al púbico en la obra. Una estocada entera en buen sitio puso broche a la primera actuación del lorquino que paseó su primera oreja de la tarde.

Dos largas y un farol de rodillas fueron los lances de recibo de Rafaelillo al tercero, de nombre ‘Torerío’. Prometió el saludo capotero, con el toro desplazándose. El quite del murciano fue muy vistoso, con faroles, chicuelinas y una elegante larga de remate. Brindó a la pareja formada por Chelo Scrihiela y José Antonio Pellicer. El toro quedó entero y se dobló por abajo con él Rafael. Nada hacía presagiar que el toro terminaría sacando genio y desarrollando peligro. Ni una corrida de un hierro de figuras se puede relajar el torero del barrio del Carmen, que tras una tanda con la zurda aguantó con valentía los tornillazos del burel. Faena de tragar paquete, de garra y vergüenza torera que levantó a parte del público de sus asientos. Mató de entera trasera tras un pinchazo que dejó el premio en una oreja.

El viento llegó con el cuarto

Tras el entreacto fue turno para Paco Ureña. No escatimó esfuerzo. Se había levantado el viento, gran enemigo de los toreros, y se puso complicado mantener tersas las telas. El cuarto de la tarde fue un toro que recortó de salida y no permitió el lucimiento de capa. Lo ahormó en un gran puyazo Óscar Bernal. Tras el paso por el caballo se echó el torero de Lorca el capote a la espalada en un quite por gaoneras. Ureña brindó al público y con el toro venido arriba, en bravo, comenzó su faena por estatuarios, ganando terrero hasta llegar a los medios. Allí firmó una faena de torero comprometido con la profesión. Hubo verdad en los cites y largura en los derechazos. Se echó la muleta a la izquierda para torear al natural. Se tuvo que ayudar con el simulado por el vendaval, y volvió a la diestra para citar metido entre los pitones y sacar los muletazos por abajo, ligando los de pecho. Con la faena hecha siguió toreando para acabar por manoletinas. En el remate perdió la cara del animal que se lo echó a los lomos en una cogida fea. Al levantarse lo volvió a prender el astado. Entre gritos de ¡torero, torero!, entró a matar cobrando una casi entera de la que rodó el burel. Se pidió con insistencia el rabo, concedido. Lo recogió y pasó a la enfermería, de donde salió para lidiar el último. Pendiente de estudio de un golpe en la rodilla.

Pelea de bravo hizo el quinto en el caballo, al que derribó. Antes lo había toreado primorosamente a la verónica Rafaelillo. Como a los dos anteriores de su lote lo recibió con la larga cambiada. Rafael brindó en esta ocasión a sus hijas, Claudia y Valeria. Comenzó su trasteo pegado a tablas y el toro ya había cambiado. El murciano volvió a tirar de orgullo. Se la jugó sin remilgos, llegó a ser cogido sin consecuencias, volvió a plantar cara al ‘juanpedro’, hasta en un desplante de rodillas a cuerpo limpio y logró una estocada al encuentro de la que cayó el toro a sus pies y que provocó la euforia del público, que pidió con mucha fuerza el doble trofeo. Rafaelillo se dio el placer de pasear el ruedo acompañado de sus hijas.

Contra las tablas

La tarde estaba en fiesta cuando salió de la enfermería Ureña para torear al sexto. Fue cogido brutalmente por el toro con más romana de la corrida al abrirse de capote. Se mascó la tragedia. El toro, entero, lo estrelló con violencia contra las tablas y le pasó el pitón por el pecho. El torero lorquino fue conducido con presteza a la enfermería. Se tuvo que hacer cargo Rafaelillo del astado. Brindó a la cuadrilla del compañero herido y pasaportó al astado con dignidad.

Con la cogida de Ureña en el ambiente, Rafaelillo renunció a la salida a hombros en solitario, sin su compañero y abandonó la plaza a pie con una gran ovación. Ureña fue trasladado en ambulancia camino del hospital, donde quedó ingresado en observación con una fractura en la vértebra cervical C4, según las primeras pruebas, y una fuerte contusión en el tórax, así como en el cráneo y el brazo, además de un esguince de rodilla.