El tenista murciano derrota al francés Halys por 6-4 y 6-2 en Indian Wells y se enfrentará el lunes a Denis Shapovalov.

GREGORIO LEÓN
Suelta un «¡Vamoos!» que queda apagado por los aplausos que brotan desde las gradas. Levanta las manos y agradece el apoyo prestado, con una sonrisa indisimulada. No es la resolución de un torneo, ni espera erigido en una peana un trofeo. Pero es una victoria que devuelve a Carlos Alcaraz al carril, después de derrape en Doha. El murciano ha asumido su responsabilidad tenística. Todos los focos apuntan a él, después de dos triunfos encadenados en Indian Wells. Y no ha defraudado en su nueva comparecencia. El desierto californiano es para él un hábitat en el que desenvuelve su juego con naturalidad.
Fue la última sonrisa de Carlitos. La primera llegó al fotografiarse junto a Lance Davis, que ahuyentó los miedos que no le producen rivales de la talla de Djokovic o Sinner. El ataque de abejas que sufrió el año pasado dejó imágenes que produjeron hilaridad. Y este sábado debía aparecer con los dos antagonistas, Alcaraz y Quentin Halys. Honores para él. Y esta vez sin abejas, el jugador criado en El Palmar no tuvo que emplearse a fondo para reducir al enemigo, por mucho que el francés hubiera ya advertido de sus capacidades eliminando a Pablo Carreño. Es verdad que hizo un amago de rebelión en el primer set, atreviéndose a un break, pero Alcaraz cortó de raíz la tentativa, y atrapó el primer set por 6-4, en 41 minutos de tenis que solo flaqueó en el servicio, con un porcentaje que se quedó en el 67 por 100.
El segundo fue coser y cantar para el murciano. Firmó una ruptura en el primer juego, confirmada con su servicio. Y así, más eficaz en el servicio que en el primer capítulo, regalando derechazos y dejadas, se lo llevó sin despeinarse, 6-2.
El lunes se enfrentará al canadiense Denis Shapovalov, número 28 del mundo. En un torneo que, con nueva superficie, está triturando a tenistas que se postulaban para la victoria (pregunten a Zverev o a Djokovic) Carlos Alcaraz debe mostrar seriedad y aplicación. La que le ha llevado a cumplir los pronósticos en su primer partido.