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Un total de 14 personas han fallecido en las últimas 24 horas por inundaciones y derrumbes
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800.000 gazatíes se están viendo afectados por las inclemencias de la tormenta Byron
«Está lloviendo mucho y hace frío. Ni siquiera los niños tienen ropa para protegerse de la lluvia», dice a RTVE Noticias Abdala Shaqura, un antiguo camarero de la ciudad de Jan Yunis (al sur de la Franja de Gaza), cuyo restaurante fue destruido en un bombardeo israelí. Hoy, desempleado, viudo y al cargo de sus tres hijos, depende enteramente de las comidas preparadas por los comedores sociales y de algunos alimentos enlatados. «Nuestras vidas han mejorado gracias al alto el fuego, hay más seguridad, pero las condiciones siguen siendo muy, muy difíciles. Sin trabajo, sin ingresos y con poca ayuda, no tengo ni para comprar abrigos para mis hijos», lamenta el palestino en un mensaje enviado desde el depauperado enclave costero.
Shaqura es uno de los casi 800.000 gazatíes que se han visto afectados esta semana por el azote del viento y la lluvia de la tormenta polar Byron, que ya que ya ha dejado un total de 14 muertos, entre ellos al menos tres niños. La mayoría de las víctimas mortales se concentran en el barrio de Bir al Naja, en la ciudad de Beit Lahia, donde se ha derrumbado una casa, mientras que al menos otras dos han perecido por la caída de un muro en el barrio de Al Rimal. A estas muertes hay que sumarle las provocadas por las bajas temperaturas, especialmente en el campo de Al Shati, donde también se han producido derrumbes y donde han fallecido al menos dos personas. Además, un niño ha muerto debido a las temperaturas extremas en la ciudad de Gaza, según informaciones de la agencia palestina de noticias Wafa. Además, el jueves, una bebé de ocho meses perdía la vida por las bajas temperaturas en Jan Yunis, según informaciones del diario ‘Filastin’, que apuntaban a que la tienda de su familia había sufrido daños a causa de las lluvias. Las precipitaciones han provocado el derrumbe de otros edificios en la misma localidad y numerosas personas han tenido que ser evacuadas de tiendas de campañas inundadas por la tormenta.
Condiciones insalubres en tiendas inundadas
«La situación es particularmente crítica para los recién nacidos y los más vulnerables«, explica a RTVE.es Raquel Martí, Directora ejecutiva del Comité Español de UNRWA, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina. «En los campamentos de desplazados gestionados por UNRWA, al menos 465 hogares, con más de 2.700 personas, se han visto directamente afectados. Tiendas de campaña, casas y muros se han derrumbado y las lluvias persisten sin tregua. La falta de gas, electricidad y materiales de refugio agrava aún más la situación, mientras los precios de mantas y otros artículos esenciales en el mercado local se han disparado», añade Martí. La española denuncia que el gobierno israelí continúa restringiendo el acceso a materiales indispensables para proteger a las familias del frío y las inundaciones, incluyendo sacos de arena, bombas de agua, madera y contrachapado. «Sin estos suministros, miles de personas permanecen expuestas al frío y al agua, en condiciones que podemos calificar como inhumanas», señala.
La situación ha llevado al Ministerio de Sanidad gazatí, controlado por el Movimiento de Resistencia Islámica, a advertir del riesgo de propagación de enfermedades, especialmente en el caso de problemas respiratorios entre niños, ancianos y enfermos. «Consideramos a la ocupación israelí plenamente responsable de exponer a las familias desplazadas a los riesgos climáticos, ya que continúa cerrando los cruces fronterizos e impidiendo la entrada de artículos de socorro y materiales de refugio», ha declarado Ismail Al-Thawabta, director de la oficina de prensa del gobierno de Gaza, dirigida por Hamás.
Desde la UNRWA, su comisionado general, Philippe Lazzarini, ha lamentado que las condiciones de vida en Gaza «hayan empeorado debido a las fuertes lluvias y a las difíciles circunstancias derivadas del genocidio israelí». «Las calles inundadas y los campamentos húmedos agravan las ya de por sí precarias condiciones de vida, por lo que advertimos que los entornos fríos, húmedos e insalubres aumentan considerablemente el riesgo de enfermedades e infecciones», ha indicado la agencia en un comunicado.
Por su parte, desde el gobierno de Benjamín Netanyahu, aseguran que «Israel sigue comprometido con su obligación de facilitar la ayuda humanitaria en virtud del acuerdo de alto el fuego con Hamás (octubre de 2025), con cientos de camiones que ingresan diariamente a Gaza con suministros esenciales en coordinación con la ONU, donantes y socios privados».
Una afirmación que, sin embargo, ponen en cuestión otras organizaciones no gubernamentales como Save the Children: «A pesar de que algunas tiendas de campaña y lonas han entrado en Gaza desde el anuncio de la primera fase del plan de paz hace dos meses, todavía no ha entrado madera, postes de tiendas de campaña ni herramientas debido a las restricciones a lo que las autoridades israelíes consideran artículos de ‘doble uso’. Los planes anunciados por las autoridades israelíes la semana pasada para reabrir el cruce de Rafah para los palestinos que salen de Gaza no incluyen la entrada de ayuda y no hacen nada para satisfacer las necesidades básicas de supervivencia de los casi dos millones de personas dentro de la Franja que han experimentado dificultades inimaginables durante dos años de violencia implacable», reza un comunicado difundido por la ONG.
Ayuda insuficiente
Las autoridades gazatíes lideradas por Hamás afirman que Israel no está permitiendo la entrada de toda la ayuda que se acordó en el frágil alto el fuego. Y las agencias de ayuda humanitaria sostienen casi de forma unánime que Israel está bloqueando artículos esenciales. Mientras, desde Israel, aseguran que el Estado hebreo está cumpliendo con sus obligaciones y acusa a las agencias de ineficiencia y de no prevenir el robo por parte de Hamás, algo que el grupo niega.
Acusaciones aparte, la ayuda que consigue entrar en Gaza estos días llega a un territorio exhausto, que apenas tiene margen para absorber otro golpe como la tormenta Byron. Las agencias humanitarias calculan que más de 795.000 personas viven en refugios improvisados o en zonas fácilmente inundables, un dato que da la medida del deterioro acumulado. Sobre el papel, el alto el fuego fijó un volumen sostenido de convoyes, pero los recuentos independientes muestran que el flujo real queda muy por debajo de lo necesario para sostener servicios básicos. Israel asegura haber ampliado la capacidad de entrada, pero incluso sus propias cifras revelan una brecha persistente que Byron ha dejado al descubierto.
La tormenta ha convertido esa brecha en una cuestión de supervivencia cotidiana. Sobre el terreno, los locales describen escenas de tiendas colapsadas, alimentos arruinados por la humedad y materiales básicos empapados, mientras técnicos humanitarios advierten que equipos esenciales de refugio – bombas de achique, lonas reforzadas, madera estructural – siguen sin autorización o han sufrido retrasos significativos. La ayuda que logra pasar se queda corta porque no contiene lo que más se necesita: lo que permitiría reconstruir un mínimo de protección frente al clima.
A ello se suman obstáculos logísticos y de seguridad que ralentizan cualquier despliegue. Las organizaciones humanitarias hablan de ventanas de entrada que se abren y se cierran de un día para otro, controles que retienen camiones durante horas y discrepancias en los recuentos de carga que complican la planificación. El resultado es un territorio que, en plena tormenta, recibe una ayuda intermitente y fragmentada, insuficiente para estabilizar la situación sanitaria o reforzar refugios antes de la próxima lluvia. Sin un aumento sostenido de convoyes y la autorización inmediata de entrada de materiales de drenaje, alertan, la crisis seguirá profundizándose en uno de los inviernos más duros que ha vivido Gaza. «Rezo para que ustedes puedan contar nuestra historia, para que la comunidad internacional nos ayude y poder al menos comprarles ropa de abrigo y comida a mis hijos. No se olviden de Gaza», concluye Abdala Shaqura desde Jan Yunis.
“«Rezo para que ustedes puedan contar nuestra historia, para que la comunidad internacional nos ayude y poder al menos comprarles ropa de abrigo y comida a mis hijos»“