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Los equipos de rescate del GREIM y el GERA entrenan al límite para salvar las vidas de otros
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Desde la pandemia de la COVID-19, se ha disparado el número de personas que hacen senderismo
Un equipo de Informe Semanal sobrevuela Huesca en un helicóptero de la Guardia Civil. Apenas hay viento, y el cielo está despejado. Desde el aire, se ven los imponentes paisajes del Pirineo Aragonés. Se trata de uno de los equipos de rescate que más vidas salva en la montaña: el GREIM, el Grupo de Rescate Especial de la Guardia Civil. En sus más de 50 años de historia, ha ayudado a más de 35.000 personas. Están operativos en toda España, pero en esta zona su presencia es vital, porque es una las que tiene más accidentes del país.
En verano, con millones de personas de vacaciones disfrutando de días más largos, es cuando más rescates se producen. «Hay días que hemos llegado a hacer hasta 18 rescates en un día entre los dos helicópteros que tenemos», asegura el brigada José Manuel García Varcárcel, piloto de la Guardia Civil condecorado por su trabajo de salvamento, con más de 2.000 rescates.
Desde la pandemia de la COVID-19, en toda España se ha disparado el número de personas que quieren pasar su tiempo libre en la montaña, y con ello, el número de accidentes. “A nivel nacional, el año pasado (2024) hubo 166 muertos, que son demasiados”, se lamenta el Sargento de la Guardia Civil Eloy Báscones, jefe del GREIM de Boltaña.
Varios tipos de rescates
En su base, en Huesca, apenas hay un día que no suene el teléfono para pedir ayuda. Su demarcación abarca el Parque Nacional de Ordesa y zonas del Pirineo Aragonés, que durante todo el año, son un imán para los amantes de la naturaleza y también para los que les gusta hacer actividades de montaña.
“Sobre todo hacemos rescates de senderistas, pero también hacemos en barrancos o a escaladores. Y luego tenemos también algún rescate de espeleología, que es una actividad que implica mucho personal y son bastante complejos. Estamos hablando de que si una persona se queda a 400 metros, hay que llegar hasta ese nivel para poder extraer a esa persona hasta el exterior”.
El sargento Eloy considera que “muchos de estos rescates se podrían evitar si somos conscientes de los peligros que hay en la montaña y preparamos o planificamos mejor las actividades”.
La experiencia en la montaña explicada por Carlos Soria
Pocos como conocen la montaña como Carlos Soria, leyenda viva del alpinismo mundial. A sus 86 años, ha coronado 12 de los 14 ochomiles del planeta, diez de ellos después de cumplir los sesenta. Presume de “conservar todos los dedos de las manos y de los pies” después de haber realizado este hito que nadie más en el mundo ha logrado.
“En los 14 he estado por encima de los 8.000. Y en el Dhaulagiri, que ha sido el terror de mi vida, en el que más veces he ido, he estado a 8.050 metros y tiene 8.167. Pero me bajé porque vale más la vida que arriesgar. En un momento en el que nos habíamos equivocado, se hacía tarde, empezaba a cambiar el tiempo y nos dimos la vuelta muy cerca de la cumbre. Pero estoy aquí, vivo”.
La prudencia es esencial para sobrevivir en la alta montaña, pero aún así, nadie, ni los más experimentados como Carlos, están libres de un accidente fortuito. En su impresionante historial, solo ha tenido un percance y no fue directamente provocado por él. Hace dos años, en el Himalaya, la caída accidental de uno de los Sherpas que le acompañaba le arrastró a más 7.000 metros de altitud.
“La cuerda tiró de nosotros. Caímos tres personas, yo el último con el peso de las otras tres. Mi pié se quedó clavado en la nieve y ahí se me rompió, o quizás fue durante la caída, no estoy seguro”. Todavía recuerda el traumático rescate: “Fue terrible, sobre todo las primeras ocho o diez horas, porque era travesía y yo tenía fractura abierta de tibia y peroné. Iba con mi amigo Sito Carcavilla, nos ayudaron los sherpas, pero íbamos a pelo sin camilla. Yo ayudaba con las manos, pero bajar así fue muy duro”.
La sierra de Madrid como foco de accidentes
Además de ser precavido, Carlos Soria entrena cada día. Tiene un pequeño gimnasio, con rocódromo incluido, en su casa, situada a los pies de la Sierra de Guadarrama, el segundo parque Nacional con más visitantes después del Teide.
Y ahí, en Navacerrada, está situada estratégicamente la base de los GERA, el grupo de Rescate de Montaña de los bomberos de la Comunidad de Madrid. El jefe supervisor, Israel Yagüe, señala que la proximidad de la capital hace que mucha gente se anime a ir a la montaña de forma improvisada.
“Aquí realizamos bastantes rescates porque la ciudad está bastante cerca de la montaña, es decir, la montaña es muy accesible. En 40 minutos te puedes poner desde el centro de la ciudad hasta aquí. Y claro, pues hay veces que la gente no va del todo equipada. El año pasado hicimos más de 300 intervenciones de montaña, de los cuales cerca de 250 fueron rescates y el resto fueron búsquedas de montaña”.
«Hay cadáveres que no hemos podido encontrar»
Entrenamiento constante
Para poder salvar, los rescatadores entrenan prácticamente a diario. Tienen que ser expertos en todas las disciplinas de montaña, desde la escalada, el barranquismo o el esquí de fondo, porque tienen que llegar a los mismos escenarios donde se producen los accidentes.
Los bomberos de la Comunidad de Madrid, practican como si fuera una emergencia real tres veces por semana. Ni siquiera en los simulacros hay cabida para la improvisación. En la sala de coordinación, Álvaro Pérez de Zabalza, jefe de equipo, explica los pasos para poder extraer a una persona con una pierna rota. Esta maniobra es esencial, porque más de la mitad de sus intervenciones son por traumatismos.
“Vamos a ir a la zona de Cabezas de Hierro. Vamos a hacer una maniobra invernal. Vamos a simular que una persona tiene un accidente en nieve o en hielo y nos activan para parar un rescate ¿Todo el mundo lo tiene claro? ¡Todos los intervinientes tienen que llevar piolet, crampones, mochila de rescate e invernal!”.
Y esta vez, con la presencia de Informe Semanal, también da instrucciones para que el equipo pueda grabar con seguridad: “Las laderas son muy empinadas en la parte de arriba, pero luego van perdiendo pendiente, la idea es dejaros ahí para que podáis instalar el equipo, tengáis una buena visión y no haya peligro de caída”.
La práctica comienza a la una de la tarde. Es la hora límite de salida para evitar que los cambios bruscos de tiempo puedan poner en riesgo la operación. Durante los 15 minutos de vuelo en helicóptero, se notan las rachas de viento mientras se sobrevuela los picos de la Sierra de Guadarrama, hasta llegar a la parte más alta donde los bomberos comienzan la complicada operación sobre una vertiente helada.
“La nieve normalmente es dura, por lo que si no llevas un material apropiado, te puedes deslizar ladera abajo. Y luego, además, está toda la peligrosidad que conlleva el helicóptero en este entorno con tanto viento, racheado y cambiante”, explica el responsable de los GERA, Israel Yagüe, antes de apresurar el retorno a la base por un viento que pone en riesgo la seguridad.
El tiempo de reacción
El tiempo es clave en los rescates. Nada más recibir una llamada de emergencias del 112 o del 061 los equipos de salvamento se ponen en marcha. El helicóptero, o “Cuco”, como lo llama la Guardia Civil, es fundamental para salvar vidas. Permite llegar a lugares inaccesibles o donde a pie se tardaría horas o días. Pero llegar a esos lugares, muchas veces hostiles, también es arriesgado. Cada maniobra implica lidiar con amenazas muchas veces eimprevisibles.
“El viento cuando estás en alta montaña te puede venir de muchas direcciones y puedes entrar en una zona que llamamos un circo, o una zona confinada, en la que el viento te esté empujando contra la pared literalmente, o incluso te esté hundiendo y sea muy complicado salir de ahí».
Para Jose Manuel Valcárcel, piloto de la Guardia Civil, lo prioritario es llegar lo más rápido posible para extraer al herido de una zona que es hostil, incluso aunque solo tenga un esguince. “Estamos hablando de que dependiendo de las lesiones, dependiendo de la meteorología, esa persona es muy fácil que acabe falleciendo, incluso con lesiones que a priori no son graves. ¿Por qué? Porque puede estar a 20 grados bajo cero y, evidentemente, puede entrar en hipotermia y lo que al principio era algo leve acaba siendo mortal”.
Como en las operaciones de los GERA, en los rescates del GREIM también viaja un sanitario, que tiene que aplicar la medicina de urgencia en condiciones extremas. Nacho Castillón, médico del 061 en Aragón, y formado para trabajar en alta montaña, cuenta que hay dos modalidades de accidente: “Los más frecuentes suelen ser los menos graves, como lesiones de tobillo o de rodilla. Y luego tenemos las prácticas de la alta montaña, el tema de los deportes aéreos, como el parapente, el salto base, etc., que son menos frecuentes, afortunadamente, pero son los más graves”.
Su demarcación incluye el Aneto (3.404 metros), un lugar con una belleza imponente y con rutas que cientos de personas quieren explorar. En verano, hay tanta gente que, a veces, se forman colas de espera. Castillón alerta de que no todo el mundo está preparado para subir el pico más alto de los Pirineos y el segundo de la península: “Ahora se ha puesto de moda una especie de cadenas, hay unas botas que no son ni crampones y la gente, pues claro, se resbala en el glaciar. Y nos ha pasado tener que hacer 15 rescates en un día a personas que no tenían el material o el equipamiento adecuado para progresar por el glaciar del Aneto”. Y, gesticulando con los brazos para simular un tobogán, añade: “Y ves resbalones, así zup, zup, gente cayendo y volando por el glaciar”.
La montaña no se libra de las modas, muchas de ellas alimentadas por influencers que convierten rutas, no siempre fáciles, en destinos virales. “¿Quién no conoce el Caminito del Rey en Málaga? ¿Y la ruta del Cares? Hace 15 años no se conocía tanto como ahora y es rara la persona que no lo ha hecho”.
Patricia Toledo, encargada de la librería Desnivel, conoce las tendencias de cada momento. Por este local histórico de Madrid, de finales del siglo XIX, ha pasado la élite del alpinismo de España, como Carlos Soria o Sito Carcavilla e internacional como Reinhold Messner o Maurice Herzog. Cada rincón de este lugar rinde homenaje a esos grandes deportistas.
Aquí acuden clientes que buscan desde el encanto de los mapas de papel, hasta guías y manuales para perfeccionar técnicas de montaña. “Hemos notado la moda de correr en la montaña. Pero la escalada ha sido el deporte por excelencia que más hemos notado. Hace unos años no iba tanta gente, ahora vemos a muchísima”.
“¡Portea, portea, portea!»
«Porteo es proteger a tu compañera en caso de que se caiga. Tu le das cuerda a tope y porteas para que si se cae en un terreno como este, donde se puede dar con un árbol, una rama o una piedra, no se rompa los tobillos”, explica Alfonso Puerta, de la Cooperativa Guías del Pirineo.
Es el tercer día del curso de tecnificación de escalada y es estricto en el cumplimiento de las normas. Hay tres alumnos colgados de una pared vertical y tres abajo controlando la subida. Nadie puede cometer un error. “Estamos jugando con la seguridad de las personas. Somos exigentes por la seguridad que debe haber en este tipo de actividades. En nuestro caso estamos en continuo reciclaje, porque el material cambia, las maniobras cambian y hay que estar actualizados para poder transmitirlo y para que se pueda disfrutar de la naturaleza desde la seguridad”.
En el Gran Trail de Sobrarbe, en Huesca, las normas también son muy estrictas. Es una carrera que puede durar entre siete y trece horas, y en el recorrido puede ocurrir cualquier imprevisto. Por eso, la organización obliga a todos los participantes a llevar desde varias prendas de ropa, el teléfono cargado, mapa y hasta un silbato. Los cascos están prohibidos.
“No vale decir me he comprado unas bambas y salgo a la montaña porque he visto a Kilian Jornet… hay que estar preparado“
Josep, corredor de este trail, asegura que es “una carrera de montaña muy dura, entonces hay que empezar poquito a poco, no vale decir me he comprado unas bambas y salgo a la montaña porque he visto a Kilian Jornet que lo hace muy bien y yo quiero hacer lo mismo”. En 2025, como otros años, muchos competidores no han podido terminarla.
Javi decidió retirarse cuando llevaba 45 kilómetros porque no estaba en condiciones para acabarla y, sabe, que ser evacuado no es algo sencillo. “Te puedes torcer el tobillo, caerte, y el rescate se puede complicar mucho. Y la temperatura del cuerpo puede bajar a una velocidad muy rápida en el momento que paras de hacer deporte”.
¿Quién paga los rescates?
Estar federado en deportes de montaña garantiza el pago de los rescates. En España rige el principio básico de socorrer a cualquier persona que esté en peligro. Por eso, ni la Guardia Civil ni comunidades como Madrid cobran los rescates.
Sin embargo, en casos de imprudencia, algunas autonomías pueden llegar a cobrar hasta 8.000 euros. “No es solo el tema económico”, reflexiona Israel Yagüe, el jefe Supervisor del GERA de Bomberos de la Comunidad de Madrid, “sino que si el helicóptero se está utilizando en una intervención que no es muy grave, luego si sale otra operación que sí requiere de nuestra urgencia no vamos a poder tenerlo”.
“En montaña es muy difícil probar la negligencia o la imprudencia porque lo que para mí puede ser muy sencillo, para otra persona puede ser muy complicado y al revés”, explica el jefe del GREIM de Boltaña, Eloy Caso, “pero sí que vemos casos flagrantes de gente que va a la montaña en chanclas, gente que va a la montaña sin protegerse del sol, gente que no se hidrata o que no utiliza el material que requiere la actividad y luego tenemos que evacuarlos por un golpe de calor”, añade.
Pero su misión, recalcan, “no es valorar si es imprudencia o no”, esa investigación, nos indican, será después. Su objetivo, reitera el piloto de la Guardia Civil, José Manuel García, es “sacar a la persona que ha tenido un accidente lo antes posible para que las heridas no lleguen a ser más graves y para que tenga una atención sanitaria, si es requerida, lo antes posible”.
Todos los especialistas coinciden que para disfrutar de la montaña hay que minimizar los riesgos y tomar medidas como planificar la ruta, mirar el tiempo, saber si la zona tiene cobertura y, si es posible, ir acompañado. Aún así, nadie está libre sufrir un accidente, en ese caso los equipos de rescate recuerdan que siempre que necesitemos la ayuda del helicóptero levantemos los dos brazos hacia arriba para hacer una “Y”, que significa “YES”.
Cuando no lo necesitemos habrá que levantar un brazo hacia arriba y el otro hacia abajo en diagonal para marcar una forma de “N” que significa “NO”.