El artista unionense ha elaborado con sacos procedentes de los cinco continentes, de forma artesanal («a veces para avanzar hay que dar un paso atrás») sobre una base de 66 metros cuadrados, una brillante creación cromática de emociones que supone un paseo por la singular sierra unionense y un regreso a los principios del festival en este capítulo.
La 61 edición del festival nacido en el año 61 del pasado siglo ha arrancado con la novedosa presentación de la escenografía del escenario de la ‘Catedral del cante’.
Lydia Martín fue la encargada de dirigir este acto y la periodista lo hizo de forma ágil, primero con la proyección de muestras de lo que será el vídeo del ‘así se hizo’ que se proyectará el último sábado del festival en la Casa del Piñón y después con una amena entrevista con el autor, el unionense Esteban Bernal Aguirre (quien también sabe llegar al espectador con su vocabulario de persona cercana), en cuyo transcurso pudimos conocer las ideas que pasaron por su mente para esta creación, el gran apoyo de su esposa, las dudas que también tuvo sobre su impacto, el arduo (y solitario) trabajo en una gran nave de La Maquinista de Levante y, especialmente, que cada paso que ha dado ha tenido un motivo.
El Cante de las Minas, entre otras facetas artísticas, también ofrece a los espectadores, a diferencia de la gran mayoría de festivales, la oportunidad de disfrutar de un arte de gran dimensión, a la vez que efímero. Fue el caso de la proyección sobre la fachada de hace unos años y, especialmente, de su escenario. Aquí no basta con poner el nombre del evento, en absoluto, en La Unión se va mucho más allá, pues ese hueco de 12 x 5,5 metros es la base de una gran obra.