Este año se conmemora el 40 aniversario de la legalización de la primera asociación de mujeres en el municipio
Los retos y las necesidades han cambiado, pero la esencia es la misma: ser un punto de encuentro

De derecha a izquierda, Maria Dolores Bolarín, Carmen Morales y Mari Luz Álvarez. / Francis Díaz
Judit López Picazo 07 ABR 2025 6:01 ORM
«Propusimos estudiar las necesidades propias de la mujer, porque nos sentíamos las ‘criadas’ del resto de asociaciones«, relata Mari Luz Álvarez, la primera representante del primer centro de la mujer que se legalizó en el municipio de Murcia en 1981, el de Cabezo de Torres. Este 2025 se conmemora el 40 aniversario de estos puntos de encuentro, de «la primera puerta para contar los problemas» de muchas mujeres, como explica María Dolores Bolarín, directiva del centro de la mujer del barrio de San Antolín.
La directiva de San Antolín afirma estar segura de que todas las que desarrollan la misma labor que ella han «escuchado relatos muy duros», y el resto de las presentes lo confirman. En el centro de la mujer del barrio del Progreso sí han recibido muchas llamadas de mujeres que sufren violencia de género, según confirma la secretaria del centro, Almudena Martínez, y en el de Cabezo de Torres no tantas, pero también, afirma la actual directiva, Carmen Morales.
Cuando les notifican un caso de violencia machista, desde los centros de la mujer se ponen en contacto con Servicios Sociales y resalta Bolarín que «desde el Ayuntamiento siempre han estado apoyando«. De hecho, en este año en que se celebra el 40 aniversario, el Consistorio, a través de la Concejalía de Mujer dirigida por Ascensión Carreño, pone el acento «en la importancia y el valor que ha tenido el movimiento asociativo de mujeres en el municipio de Murcia para alcanzar los actuales niveles de igualdad», dentro del tercer plan estratégico para la igualdad de mujeres y hombres.
Punto de encuentro
En la actualidad hay 75 centros de la mujer en todo el municipio y el reto es compaginar las nuevas demandas sin perder la esencia: ser un punto de encuentro. Las representantes de los centros del Cabezo, El Progreso y San Antolín coinciden en que lo más demandado son las actividades físicas. Pero «no somos un gimnasio», matiza Bolarín, quien pone el acento en la capacidad formativa de estas asociaciones. Bolarín explica que en San Antolín ofrecen un abanico muy grande de actividades, pero, sobre todo, enfocadas en la cultura porque «te da libertad». En el mismo sentido se expresa la secretaria del barrio del Progreso, Almudena, un ejemplo de relevo generacional en la dirección de estos centros, quien cuestiona que hoy en día hay una «obsesión del culto al cuerpo» y que «las actividades físico-deportivas son las que arrasan».
Y es que los retos y necesidades de las mujeres han cambiado, pero no tanto. Por ello es importante fortalecer la colaboración entre las asociaciones de mujeres, como fomenta el Ayuntamiento a través del proyecto ‘Centros de la Mujer en Red’, que pretende crear espacios de encuentro. Ha cambiado el perfil de las mujeres asistentes, pues ahora conviven socias de 18 y 80 años, y «las necesidades de antes ya están cubiertas», explica Almudena Martínez y resalta que ahora hay nuevas demandas, como la inteligencia emocional y la soledad no deseada. Martínez asegura que algunas trabajadoras municipales de los Servicios Sociales le han dicho que hay mujeres que se sienten muy solas. En este sentido, destaca la actividad ‘punto de encuentro’, en la que se reúnen mujeres para hacer cada una lo que quiera, o incluso no hacer nada. Lo importante es estar juntas y hablar. De hecho, Carmen Morales afirma que en Cabezo de Torres asiste «una mujer que solo va a saludar y hablar un rato».
Integración en la cultura
El primer centro de la mujer que se constituyó en el municipio fue el de Cabezo de Torres, en 1984. «Los principios fueron muy duros y, ahora que lo pienso, muy gratificantes» relata Mari Luz Álvarez, la primera representante del centro.
En esa época, a través del Ayuntamiento, se realizaba un estudio de las necesidades en el pueblo, pero solo había dos o tres mujeres, «así que propusimos estudiar las necesidades propias de la mujer, porque nos sentíamos las ‘criadas’ del resto de asociaciones», explica Álvarez.
Querían «formación para integrarse en la sociedad cultural» y el Consistorio les dio el visto bueno, y «así fue como surgieron las reuniones entre mujeres». Al principio, buscaron un local para reunirse y hacer gimnasia, pero pronto consiguieron hitos mayores, como que el ginecólogo Andrés Macanás fuese a la pedanía una vez por semana.
Puerta por puerta
Álvarez detalla que en una semana ya eran unas 200 socias, pero resalta que fueron «puerta por puerta para preguntar si se querían apuntar». También destaca que se organizaban charlas impartidas por diversos profesionales «según las necesidades del momento», pues «la información ahora es un derecho, pero entonces era una necesidad». En este sentido, sobresale la labor que hicieron con los divorcios con una constitución recién instaurada. El objetivo, en palabras de Álvarez, era «llevar el servicio al pueblo».
Asimismo, Álvarez destaca la importancia que estos centros tuvieron en la alfabetización y recuerda con alegría cuando alguna mujer le decía: «qué gusto me da cuando voy y estampo mi firma». En el mismo sentido se expresa Bolarín, la actual dirigente de San Antolín, quien rememora cuando un hombre fue a darle las gracias porque su madre aprendió a leer y a escribir y ahora podía disfrutar al ver la televisión, pues la vida cultural ya no le era algo ajeno.
Bolarín narra una historia muy similar a la de Álvarez. «Es muy duro, pero muy satisfactorio. Al final, sorteamos las piedras en el camino», afirma. Al igual que le ocurrió a Álvarez, su asociación fue «dando tumbos»: fue creada en 1983 como un centro de cultura popular hasta que se formalizó como centro de la mujer y tuvieron que cambiar de local en varias ocasiones, pero no desistieron. Bolarín recuerda que la primera actividad que impartieron fue un taller de pintura, pero querían «hacer algo más», por lo que empezaron a organizar conferencias y, solo un mes después de su creación, el centro reunía a medio centenar de mujeres.
Un inicio diferente, pero también duro, fue la reapertura del centro del barrio del Progreso tras la pandemia de covid-19. Almudena Martínez leyó los estatutos y, junto con Cristina, la actual directiva, se pusieron en contacto con la antigua directiva, pero prácticamente empezaron «desde cero»: muchas mujeres del barrio desconocían siquiera la existencia de la asociación. Martínez lamenta que El Progreso «es un barrio dormitorio; no hay cultura de participación ni asociacionismo». Aun así, desde abril hasta junio de 2022 reunieron a 55 socias.
Para conmemorar el cuarenta aniversario, en Cabezo de Torres habían pensado en un festejo «quizá muy ambicioso», asegura la actual dirigente, Carmen Morales, quien concreta que habían pensado en invitar a todas las directivas de la historia del centro, así como a todas las concejalas del Ayuntamiento, así como a las técnicas que las ayudan en su labor altruista, en un acto conmemorativo con discursos y regalos. Lo que sí que tienen claro es que habrá un mercadillo de mujeres artesanas y, como cuentan con el taller de Bollywood, están pensando en hacer una coreografía. Además, el centro de la mujer del Carmen ha ofrecido representar una obra de teatro. Pero lo importante es rendir homenaje tanto a las mujeres que las precedieron como a las actuales socias.