Juan Alcaraz Díaz (ASUNTOS POLICIALES)
Este largo título es por el que se conoce en el lenguaje policial a ese tipo de prostitución que desde hace décadas, llena de esclavas sexuales rotondas, cruces de carretera y locales de alterne que, con sus rótulos iluminan autovías y polígonos industriales.
Se trata de un negocio que ha llegado a alcanzar dimensiones de fábrica y que ahora se encuentra en declive, dados los estragos que causó la pasada crisis económica y que en los años de bonanza impulsó de manera desorbitada. Era un mundo que atraía a las hienas mercantiles que lo mismo traficaban con jovencitas que con cabras. Afortunadamente, a muchos de ellos su codicia los llevó a la cárcel.
El tradicional paisaje de la prostitución española empezó a cambiar a primeros de la década de los 80 del siglo pasado. Fueron las Olimpiadas celebradas en Barcelona en 1.992, las que pusieron de manifiesto la necesidad de carne fresca, especialmente de Sudamérica. Había poco material para tanta demanda y estaban muy castigadas.
De esta manera, el proxeneta habitual pasó a traficante con el propósito de abaratar el precio de la compra de la mercancía. Aprendieron como las trataban con las que ellos tenían en los clubes y con los traficantes que les traían el género. Así, consiguieron que pasaran la frontera : colombianas, venezolanas, brasileñas y uruguayas.
El negocio permitía multiplicar la inversión fácilmente. El precio de salida era de unos 1.000.- euros por cada una, repartidos entre los 300.- euros para el captador y los 700.- euros restantes para el viaje. Una vez en España, se las recogía en el aeropuerto, -principalmente en el de Madrid- , si era vuelo directo ; y las llevaban a los clubes donde empezaban una carrera contrarreloj de la que nunca iban a salir bien paradas. Durante el trayecto hasta su destino eran aleccionadas sobre lo que les esperaba.
Una vez en el lugar de trabajo, su deuda era ya de 6.000.-euros y no paraba de crecer. De la parte que obtenían por sus servicios, 3.000.- euros era para costear su plaza en el club ; 50.- euros diarios por su manutención ; otros 50.- euros como sanción por llegar tarde y así un largo etcétera.
La deuda también se incrementaba por las gestiones para arreglar la documentación como residente extranjera ; los periódicos análisis clínicos ; los abortos; la ropa…… Cualquier excusa era válida para obligarlas a seguir trabajando entre 12 y 14 horas diarias.
En este mundo es muy difícil diferenciar entre prostitución y víctima de trata de seres humanos porque ambas son explotadas. Es muy raro encontrarse con alguien que trabaje allí de manera libre. Son las circunstancias personales de cada una de ellas ( miseria, madres solteras… ) las que les obligan.
Pero cuando quieren salir es casi imposible. Las mujeres dejan de ser personas para convertirse en mercancías y a nadie le parece importar el sufrimiento que hay detrás. Para el empresario es un negocio y para el cliente una satisfacción. El delito de trata de seres humanos tiene dos vertientes claramente diferenciadas, según el fin que persigan : la explotación laboral o la sexual. En la prostitución es corriente que aparezcan ambas, a veces juntas, a veces separadas. Esta forma de delincuencia no apareció prevista y penada en nuestro Código Penal, hasta el año 2.010.
Antes, solo se perseguía la inmigración ilegal porque se pensaba que, hasta entonces las mujeres entraban en España libremente. No había denuncias y solamente cuando alguna de ellas se escapaba del club o del piso, estaban dispuestas a decir las amenazas, coacciones, malos tratos y violaciones de las que eran objeto. En esa situación, ellas abrían las cortinas de su intimidad y dejaban ver la trastienda de la realidad.
El tiempo transcurrido desde entonces y el apoyo normativo ha puesto de manifiesto que, 8 de cada 10 mujeres prostituidas, lo son contra su voluntad y que en esta criminalidad, España ocupa el primer puesto en la Unión Europea y el tercero a nivel mundial.
La mayoría de las víctimas son chicas muy jóvenes, proceden de familias desestructuradas, sin recursos de ninguna clase y necesitan salir de ese entorno para ayudar al sustento de la familia. Además, son extranjeras y llegan a un país del que no conocen nada pero que les ha animado el idioma y la cultura en general.
La mayoría no se rebelan porque romperían el sueño por el que han venido a cumplir. Por eso sus explotadores aprovechan al máximo el tiempo en que son productivas y que no suele pasar de tres años. El primer año, la mujer genera mucho dinero,; el segundo ya está harta y baja su rendimiento por lo que empieza a recibir amenazas ; y el tercero ya están destrozadas física y psíquicamente. Muchas de ellas ya son adictas a las drogas y al alcohol y es el momento de ser traspasadas a clubes de tercera clase.
Esto ocurre, frecuentemente, con las chicas originarias del mundo hispano. Las subsaharianas lo tienen peor porque, además de sufrir lo mismo que las anteriores, hay que añadir su sometimiento al vudú, ese rito de brujería que las amenaza, a ellas y a sus familiares, si no cumplen con lo prometido y pagan sus deuda
Es curioso como los proxenetas de estas chicas, que son auténticos verdugos, apenas aparecen en el debate de la prostitución, parece que no existen o que son invisibles. Igual ocurre con el entramado financiero de este fenómeno delictivo internacional.
Este negocio floreciente, con sus épocas buenas y malas, cuenta con la anuencia y complicidad de muchos ayuntamientos ; de los abogados que llevan la documentación del comercio carnal y de las chicas; de los médicos que las atienden ; de la laxitud de las leyes; del entramado de las empresas para camuflar el dinero de los beneficios ; los numerosos testaferros que utilizan y también el mirar para otro lado de toda la sociedad que lleva permitiéndolo un montón de años.
Ahora, solo nos queda educar a nuestros jóvenes en relaciones sexuales y afectivas sanas. Ellos son los grandes demandantes de la pornografía en internet y cada vez a más temprana edad. Para ellos, el porno, la prostitución y la trata forman parte de lo mismo : el ocio. Porque cada vez, llegan más jóvenes al sexo de pago y cada vez son más machistas.
El pasado martes, 30 de julio, se celebró el Día Mundial contra la Trata, según dispuso la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2.013, para concienciar sobre la situación de las víctimas del tráfico humano y para promocionar y proteger sus derechos.