El Ayuntamiento prepara una intervención integral en este eje histórico que incluirá la transformación de los espacios peatonales y nueva iluminación
Desde la fundación de la ciudad de Murcia, se han situado frente al río Segura los edificios que eran símbolo de poder y sedes del gobierno civil y religioso. Alcázares, palacios y mezquitas mayores con el paso de los años pasaron a ser iglesias, catedrales, palacios episcopales, tribunales o ayuntamientos. 12 siglos después, las estructuras del poder político, judicial y religioso siguen mirando haciendo al mismo lugar: el Staber para los griegos, el Thader según los romanos o el nahr Al-Abyad (río blanco) de los árabes.
A día de hoy, esa fachada fluvial sigue siendo el escenario de un eje histórico de inmuebles centenarios desde la plaza de la Cruz Roja hasta el Mercado de Verónicas. Se trata de uno de los corredores monumentales más importantes de Murcia y sin embargo, no es un punto especialmente atractivo y pasa casi desapercibido para muchos vecinos y visitantes.
En poco metros podemos encontrar el edificio de Covalecencia (1915), el inmueble que acoge el instituto Licenciado Francisco Cascales (1767), el Mirador del Palacio Episcopal, conocido como ‘El Martillo’, del siglo XVIII, el Palacio Almudí (siglo XV), el Edificio Victoria, la Casa de los Jarrones, El Edificio Zabálburu, o el propio Mercado de Verónicas (1910).
Según ha podido saber La Opinión, con motivo de la conmemoración de los 1.200 años de la fundación de la ciudad el próximo año se va a realizar una intervención integral en este eje que servirá además de enlace natural a las actuaciones emprendidas en los últimos años en el marco del proyecto estratégico Murcia Río.
Esta intervención incluirá en su primera fase la sustitución de las actuales farolas, más propias de una autovía que de un entorno monumental, por otras más clásicas, acordes a la importancia del lugar en que se ubican. También se instalará un sistema de iluminación para realzar la fachada de los diversos edificios históricos con el fin de dotar de uniformidad a la estampa.
Además, se procederá a la sustitución del mobiliario urbano por otro más acorde al entorno.
Según fuentes municipales, lo que se persigue con estas actuaciones es dotar a este eje «de una uniformidad en cuanto a mobiliario e iluminación, para generar una sensación de unidad que permita concebir la fachada como un todo, con el objetivo de que se entienda el eje de forma conjunta como símbolo de la identidad e historia de la ciudad».
En una segunda fase, el equipo de Gobierno de José Ballesta será todavía más ambicioso y dotará al entorno de un adoquinado que transformará los espacios peatonales de la cornisa fluvial.
Por otra parte, se aprovecharán los últimos avances en la telefonía móvil y el desarrollo de la inteligencia artificial para que los murcianos y los turistas puedan conocer cómo ha cambiado la fisionomía de este corredor a lo largo de los siglos. Para ello, a través de los dispositivos móviles, se podrá acceder a recreaciones e imágenes antiguas de cada uno de los inmuebles. «Los murcianos podrán emprender a pie de calle un viaje inmersivo por la milenaria historia de la ciudad», explican desde el Ayuntamiento, que aclara que se trata de un proyecto que se extenderá de forma paulatina a todo el casco histórico», indican estas fuentes.
Con esta actuación integral, el Consistorio murciano busca poner en valor un entorno de gran importancia histórica y monumental, al tiempo que vuelve a colocar al río en el centro de la vertebración de la vida de la ciudad, tal y como hizo durante la Feria de Murcia, cuando aprovechó las plazas, jardines y paseos fluviales para celebrar allí buena parte de la programación de este año.
La puesta en valor de este enclave complementa además otro eje monumental en la ciudad, el formado por la plaza Circular, paseo Alfonso X, Santo Domingo, Trapería, plaza de la Cruz, Cardenal Belluga, calle Arenal y Glorieta de España, hasta llegar al Puente Viejo, para el que, tal y como avanzó La Opinión, también hay un proyecto de rehabilitación integral que opta al 2% Cultural.
Otros elementos singulares
Se constituyen así dos grandes ejes para los murcianos, uno que de norte a sur recorre la ciudad desde la estación de Zaraíche hasta la iglesia del Carmen pasando por la Catedral, Glorieta y el Puente Viejo, y otro que la recorre de oeste a este, desde el histórico paseo del Malecón y el nuevo paseo fluvial hasta la Convalecencia.
En el marco de esta intervención, también se pondrán en valor elementos singulares de ciertos edificios, como las inscripciones, escudos o el relieve de la Matrona de la ciudad en el Palacio Almudí.
Otros elementos singulares en los que se actuará será el Puente Viejo, el Puente de Hierro y la Pasarela Manterola y en algunas de las esculturas, como el famoso ‘León del Malecón’, la ‘Venus en bicicleta’ de Campillo y otras esculturas como la de San Francisco de Asís, Abderramán II o Rubén Darío.
León del Malecón
La intervención no sólo actuará sobre los inmuebles históricos, sino también sobre algunos elementos singulares, como la esculturas. Una de ellas será el León del Malecón, ubicado junto a la pasarela Manterola. Se trata de una réplica del monumento emblemático que se puede visitar en el Museo de la Ciudad.
La ‘Matrona del Almudí’
En la austera fachada del palacio Almudí se encuentra el relieve ‘La Matrona del Almudí’, obra de Hernando de Torquemada. Según los expertos, la piedra esculpida representa a una matrona quitándose a su hijo del pecho, para compartir el alimento con otro niño extraño, alegoría de la caridad y nobleza murciana.
Una fachada fluvial llena de historia
Entre los inmuebles históricos que miran al río Segura se encuentra el edificio del Hotel Victoria. Hasta el siglo XV este espacio fue ocupado por el Palacio Árabe, tras su demolición se construyó allí el Alcázar Real. En el siglo XVIII corrió la misma suerte y se derribó para convertirse en Palacio de la Inquisición. Finalmente, en el siglo XIX se derribaron las ruinas que quedaban y comenzó la construcción del Hotel Universal, inaugurado en 1890, que posteriormente se denominaría Hotel Reina Victoria, que cerro sus puertas en 1977.
El Edificio de Convalecencia
El 30 de noviembre de 1915 se inauguraba solemnemente el edificio de la Convalecencia como hospital, ubicado en pleno corazón de Murcia. Aquel día, la prensa se hizo eco del acto, calificando el edificio de suntuoso y alabando «el buen gusto que ha presidido en la ornamentación y mobiliario». El edificio se sometió a una profunda remodelación en los años 80, liderada por el arquitecto Manuel García Cerdán y, en junio de 1987, el equipo del rector Antonio Soler y distintas dependencias comenzaron a trasladarse a este inmueble.