Es la mayor iniciativa de reforestación de la historia y ya se han repoblado 18 millones de hectáreas
LA OPINIÓN
El desierto del Sáhara, el más extenso del planeta, avanza imparable; cada año, una media de 1,5 millones de hectáreas, el equivalente a la superficie de la provincia de Toledo. En los últimos cien años, el Sáhara ha crecido un 10%, debido en parte al cambio climático. Detener su avance se ha convertido en un objetivo prioritario. La esperanza tiene nombre: la Gran Muralla Verde.
Los primeros pasos para restaurar bosques y suelos en el entorno del desierto del Sáhara correspondieron a dos pioneras.
La keniata Wangari Maathai (premio Nobel de la paz en 2004) inició una iniciativa liderada por mujeres llamada ‘Movimiento Cinturón Verde’, que ha logrado plantar más de 40 millones de árboles en varios países africanos.
La empresaria tunecina Sarah Toumi, por su lado, impulso otro movimiento, ‘Acacias para todos’, que ha conseguido plantar más de 650.000 árboles en su país.
Estos dos proyectos guardan relación con la Gran Muralla Verde, que persigue frenar el avance del Sáhara hacia el Sur, creando un cinturón vegetal de 7.700 kilómetros de longitud y 15 de anchura entre Senegal y Eritrea, en las zonas más áridas del Sahel.
Hasta ahora, se han restaurado casi 18 millones de hectáreas de tierras degradadas, el doble de la superficie de Castilla y León
La meta es restaurar en los próximos años unos 100 millones de hectáreas de tierra, el equivalente al doble de la superficie de España. Será el mayor plan de reforestación jamás abordado y el mayor proyecto agroforestal de la historia.
Hasta ahora, se han restaurado casi 18 millones de hectáreas de tierras degradadas, el doble de la superficie de Castilla y León, y se ha creado un mosaico de paisajes verdes y productivos en los once países del Sahel: Senegal, Mauritania, Malí, Burkina Faso, Argelia, Níger, Nigeria, Chad, Camerún, Sudán y Eritrea.
Diez millones de empleos
El colosal proyecto de la Gran Muralla Verde fue iniciado por la Unión Africana en 2007. Nació como un ambicioso programa de plantación de árboles, pero ha acabado convirtiéndose en una iniciativa integral de desarrollo rural, ideada para ayudar a las personas y a la naturaleza a hacer frente a las consecuencias cada vez mas graves de la emergencia climática y la degradación de ecosistemas vitales.
El objetivo es ahora conseguir para 2030 la restauración de los citados 100 millones de hectáreas, almacenar 250 millones de toneladas de carbono y crear 10 millones de puestos de trabajo. Y proporcionar seguridad alimentaria e hídrica, hábitat para plantas y animales salvajes y una razón para que los habitantes permanezcan en una región asolada por la sequía y la pobreza.
El objetivo es ahora conseguir para 2030 la restauración de 100 millones de hectáreas y crear 10 millones de puestos de trabajo
«Esta iniciativa está cambiando la vida de muchas personas de África, incluso en países propensos a conflictos. También demuestra los grandes beneficios de la restauración en paisajes gravemente amenazados por el cambio climático«, destaca Mirey Atallah, máxima responsable de la Subdivisión de Naturaleza para el Clima del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
De la Gran Muralla Verde, ideada para promover el desarrollo sostenible y la mitigación del cambio climático, se beneficiarán comunidades vulnerables desde Senegal hasta Etiopía. Entre los objetivos del proyecto figuran recuperar técnicas de cultivo tradicionales y especies que han desaparecido del Sahel a causa de la desertificación.
El proyecto, que incluye la restauración de bosques y suelos, ha permitido, por ejemplo, que las mujeres de Kollo, en Burkina Faso, consigan tierras para cultivar moringa, un árbol cuyas hojas, semillas y flores tienen gran valor nutricional y numerosas propiedades terapéuticas.
Estas emprendedoras han creado una cooperativa y han construido una pequeña tienda donde preparan y venden productos como jabones, galletas y pasteles.
Técnicas agrícolas tradicionales
Los agricultores de Kollo han vuelto a aplicar una técnica tradicional para recuperar las tierras degradadas y evitar la desertización cavando hoyos o zanjas en forma de medialuna. Las zanjas, también llamadas ‘pozos zai’ y ‘medias lunas’, captan la escasa agua de lluvia y la dirigen hacia las plantas en crecimiento.
Asimismo, se está aplicando otro método de eficacia probada, denominado ‘regeneración natural asistida’, que consiste en cercar zonas de terreno para proteger los árboles y el resto de la vegetación de los animales de pastoreo y los leñadores, y permitir que se regeneren. Una vez establecidas, las parcelas con sombra también pueden ofrecer buenas condiciones para el cultivo o la apicultura.
Hombres y mujeres también están recibiendo formación en prácticas agroforestales y otras formas de aumentar sus ingresos.
La Gran Muralla Verde ha venido a demostrar que es posible hacer frente a la triple crisis global: la del cambio climático, la de la pérdida de naturaleza y biodiversidad, y la de la contaminación y los residuos.
El presupuesto de la Gran Muralla Verde asciende a 3.700 millones de euros, comprometidos durante la Cumbre del Clima de París de 2015.
Los fondos son aportados mayoritariamente por el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo, la Unión Europea, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y entidades privadas como la International Conservation Caucus Foundation.
El economista agrícola Alisher Mirzabaev, del Centro de Investigación para el Desarrollo (ZEF) de la Universidad de Bonn, dirigió hace dos años un estudio en el que se analizaron las medidas más adecuadas para la restauración de tierras en el Sahel.
El escollo de los conflictos violentos
La investigación, titulada ‘Eficiencia económica y objetivos de la Gran Muralla Verde Africana’ y publicada en la revista ‘Nature’, concluyó que cada dólar invertido en la restauración de tierras en el Sahel rinde en promedio 1,2 dólares, oscilando esta cantidad entre 1,1 y 4,4 dólares en todos los escenarios.
El documento resalta que se necesitan como máximo diez años para que las actividades de restauración de tierras alcancen un «punto de equilibrio desde la perspectiva social», representando beneficios ecosistémicos tanto a precios de mercado como no comerciales.
El presupuesto de la Gran Muralla Verde asciende a 3.700 millones de euros, comprometidos durante la cumbre del Clima de París de 2015.
Para financiar todas las actividades propuestas de restauración de tierras, según los autores, se necesita una inversión de 44.000 millones de dólares (algo más de 41.000 millones euros) en el escenario aconsejado, que permitiría restaurar 28 millones de hectáreas, equivalente a la superficie de la Italia peninsular.
La inversión necesaria se situaría entre 18.000 y 70.000 millones de dólares en todos los escenarios estudiados por Mirzabaev y su equipo.
Más conclusiones del estudio: los conflictos violentos en el Sahel son el principal escollo del proyecto, pues reducían en 2021 la accesibilidad a estos ecosistemas degradados de 27,9 millones de hectáreas a 14,1 millones de hectáreas.
El estudio destaca actividades y lugares donde la restauración de tierras es económicamente atractiva y ecológicamente sostenible, incluso después de tener en cuenta las menores tasas de supervivencia de árboles y pastos plantados. la persistencia de los factores que impulsan la degradación de la tierra y el creciente número de conflictos violentos que obstaculizan la restauración de la tierra en el Sahel.
Entre los efectos positivos de la Gran Muralla Verde, destacan también la mejora del clima local, la disminución de la erosión eólica y los servicios proporcionados por los polinizadores, que a su vez aumentan el rendimiento de los cultivos.
Estudio sobre la Gran Muralla Verde: https://www.nature.com/articles/s41893-021-00801-8
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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es