Condenado un entrenador de fútbol por abusar de un niño al que daba clases en La Unión

El individuo, que se obsesionó con el menor y llegó a fingir un infarto y decirle que era por su culpa, está pendiente de entrar en prisión para cumplir cuatro años entre rejas

LA OPINIÓN

La víctima tenía 9 años de edad cuando sufrió los abusos que tanto la Audiencia Provincial como el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Murcia consideran probados; ahora tiene 12 y se encuentra ya bien, arropado por su familia y a la espera de que se ejecute la sentencia que condena al que fuera su entrenador de fútbol por abusar sexualmente de él. Los intereses del menor y de la madre del mismo fueron defendidos por la letrada Pepi Cánovas Vicente ante la Sección Quinta de Audiencia, con sede en Cartagena, que dictó la sentencia que ahora confirma el TSJ de Murcia.

Los hechos tuvieron lugar en la localidad de La Unión. El entrenador, de 26 años, comenzó a mostrar un comportamiento «excesivo» para con el pequeño: le hacía regalos e iba con él a eventos deportivos. En dos ocasiones, mientras el menor estaba entrenando, se sobrepasó con él: lo sometió a tocamientos en sus genitales, la primera vez por encima del pantalón de deporte y la segunda, aprovechando que estaban a solas, le bajó la ropa para seguir abusando sexualmente de él. El niño le dijo que parase.

Asimismo, el tribunal considera probado que el entrenador instaba a los compañeros de equipo del menor en un juego online a que «influyeran» sobre él para que le hiciese caso, al tiempo que siguió mandando mensajes, pidiendo perdón y con peticiones de amistad, hasta el punto que un día envió «una foto simulando haber sufrido un infarto, indicando que lo había tenido por culpa de él y su desatención». Además, el sujeto dijo a la tía del niño que, si lo denunciaban, mataría a los padres del pequeño y después al propio menor.

La Audiencia condenó a este individuo a cuatro años de prisión por un delito de abuso sexual y a indemnizar a su víctima con mil euros por los daños morales causados. Por las amenazas, además, otro año de cárcel. El entrenador recurrió y alegó que la declaración del niño era «inverosímil», aunque el tribunal no lo ve así, sino «totalmente verosímil» y sin las contradicciones a las que aludía, sin concretar cuáles eran, la defensa del individuo. Además del pequeño, declararon parientes de este (como su tía, a la que él contó lo que le hacía el entrenador) y otros menores compañeros del equipo de fútbol, testigos de la «especial relación» que el entrenador tenía con su víctima: los niños vieron cómo le regalaba bolsas de golosinas y aseguraron que solo le prestaba atención a él en los entrenamientos.