Arturo Pérez Reverte: «Una novela actual me parece vulgar, porque el tiempo en que vivimos es vulgar»

El autor publica ‘Revolución’, un libro donde se ha metido de lleno en la revolución mexicana

CADENA SER

En pleno debate sobre la impronta ideológica en las obras de ficción -ahí tienen el lío monumental con Blonde, la película de Marilyn Monroe, como ejemplo-, el escritor Arturo Pérez Reverte, uno de los más populares y prolíficos de nuestra literatura, presenta nuevo libro, Revolución. En él donde zanja ese debate o, al menos, así lo ha explicado en un desayuno con periodistas. «Esta novela no tiene a un protagonista que crea en la revolución o en la causa del pueblo. Es un chico joven, no tiene una ideología en su compartamiento, es un ingeniero de minas que ve que surge una revolución y que los revolucionarios hacen cosas que le hacen aprender sobre él mismo y sobre la vida. Es un hombre que mira. Él no cree en la causa, cree en los seres humanos», decía Reverte en la presentación de su nueva obra, que publica Alfaguara.

Revolución ha llevado al escritor al México de Pancho Villa y Zapata, que aparecen como personajes en una novela que toma la historia como contexto para reflexionar sobre temas actuales. La guerra, las ideologías, la violencia se cuelan a través de una historia de aventuras en torno a un protagonista masculino, Martín Garret, y tres mujeres. «No es una recreación, escribo historia para comprender mejor el presente. Siempre planteo problemas de ahora. Son personas que tienen unos conflictos plenamente actuales, por eso utilizo la historia como telón de fondo, porque sin la historia el hombre moderno está perdido», explicaba sobre el motivo de indagar en este viaje al México de 1911.

Un protagonista que no tiene ideología, ni está con unos, ni con otros. Le pilla la revolución y decide quedarse. «Cuando lo ves desde fuera, las ideologías son fáciles de identificar: esto es nazi, esto comunista. Cuando te acercas al ser humano, lo que prima son las contradicciones. Yo prefiero moverme con hérores donde no haya ideología, aunque la tengan», reconoce. «No me apetece hacer una novela ideológica, lo que quiero contar es cómo el ser humano se comporta, porque la ideología puede engañar, pero el ser humano no engaña». Y añadía: «Para mí es más importante un hombre que viola a una mujer que la ideología, que además puede engañar y manipular. Pero cuando estás frente al ser humano no hay engaño ninguno».

Esta vez, la novedad es que el protagonista tiene algo de la propia autobiografía del escritor. «Hay elementos autobiográficos. Es la ventaja de ser mayor, que uno puede usar elementos de su vida y convertirlos en literatura. Nada de lo que hay me pasó a mí, pero sí el modo en que el personaje termina mirando al mundo», explicaba a la prensa. Lo cierto es que, salvo algunas excepciones, como Territorio Comanche, un libro sus recuerdos como reportero en la Guerra de los Balcanes, los personajes de Pérez Reverte se alejan del propio escritor.

«Como periodista he cubierto varias revoluciones, la de Rumanía, la del Salvador, la de Nicaragua. Los he visto sufrir, luchar y morir y pagar los precios que se pagan. La revolución es muy triste. Por lo general, las pierden quienes las hacen y las ganan los que se apropian de ellas. A la novela la recorre un poso de melancolía, de tanta sangre derramada para ver lo que es México ahora, la desigualdad sigue, la tristeza, sigue, el caciquismo sigue, la violencia sigue. Tengo la melancolía en que todas las reovluciones terminan en un Daniel Ortega y eso es muy triste. Lo que no quiere decir que no haya que hacerlas. Hay momentos en los que el ser humano debe lenvatarse y pelear».

Con El italiano, Línea de Fuego o Sidi -sus últimos títulos publicados-, Reverte se ha sumergido en hechos históricos, dice que no le interesa contar el presente. «Una novela actual, me parece vulgar, porque el tiempo en que vivimos es vulgar. Ahora todo se soluciona con un teléfono móvil», explicaba el autor que próximamente verá otra de sus novelas, La piel del tambor, adaptada a la gran pantalla. «En un tiempo como este donde todo son consignas fáciles y tuits, pues está novela da una visión diferente de lo que es lo habitual. Estoy orgulloso de eso. Soy un escritor honrado, no intento congraciarme con el mundo en el que vivo ahora», añadía. Sobre el cine también ha tenido su momento: «La película de Banderas no era buena, ese no era Pancho Villa. Se ha dado una imagen falsa de él, muy folclórica… ni siquiera el Zapata de Marlo Brando era bueno. El cine no es una fuente fiable. Hay que ir a la narración», explicaba sobre cómo ha querido huir en su novela del relato cinematográfico de aquel proceso político mexicano.

Al igual que en Alatriste, Reverte nos presenta una novela de iniciación. De un joven que vive una aventura a través de los años violentos de la Revolución Mexicana y que aprende, como él aprendido cuando estuvo en la guerra. «Los años de la guerra fueron una etapa de aprendizaje muy tremenda que me marcaron como persona y novelista. El botín de aquel momento iniciático se lo he prestado al personaje», decía.

Reverte se ha metido de lleno en controlar el lenguaje mexicano de aquellos años. Ha leído, ha consultado expertos y ha contado una historia que llevaba dentro desde niño, cuando su abuelo le hablaba de Pancho Villa. No es la primera vez que habla de México en una de sus novelas, ya lo hizo en La reina del sur, que tuvo su polémica entonces. Ahora no le preocupa si vuelve a repetirse aquella historia. «Si la polémica es oportuna y el libro es más conocido con ella, pues estupendo. Eso ayuda siempre». En cualquier caso, asegura que para él la polémica entre España y México es totalmente absurda.

Preguntado por qué no se traducen autores españoles en Europa, salvo algunas excepciones como su amigo Javier Marías, Vila-Matas o él mismo, explicaba lo siguiente: «En España hay una tendencia a escribir temas más hacia dentro, vinculados a la realidad local, para dentro de la frontera, son temas candentes de la realidad política española. Eso a un francés, a un italiano o a un chino le importa un bledo. Es posible que la razón sea esa».

El escritor ya se encuentra escribiendo su próximo libro. «No tengo agonía creativa, lo mío es un trabajo», decía. También ha hablado de la situación de la literatura en España. «Uno cree que lo ha aprendido todo, pero no es verdad. Una novela es un pretexto estupendo para reflexionar, leer y aprender. Yo me levanto y trabajo todo el día y luego leo. Vivo en el mundo en el que estoy. Un novelista es un cazador, vas por la vida con tu escopeta». Y es que para Arturo Pérez Reverte escribir se parece mucho a cazar. «Una novela es una manera de no envejecer de una manera sórdida, sino de envejecer de una manera espléndida. Hay muchos novelistas muertos y que no lo saben. A mí también me puede pasar, espero que me lo digan en ese caso», aunque reconoce que mantiene el espíritu de caza necesario para escribir. «Ese espíritu de caza es formidable».