Actitud indigna y mezquina de Ayuso y Almeida con Almudena Grandes

Ninguno de los máximos representantes de Madrid acudieron al tanatorio, no hubo ninguna nota de pésame oficial y durante el funeral el alcalde de Madrid estaba dando saltitos por las piedras de un riachuelo y la presidenta visitaba un Belén

CADENA SER

El pasado septiembre cuando Francia organizó todo un funeral de estado tras la muerte de Jean-Paul Belmondo, les hablaba a esta misma hora de la envidia que producía la capacidad que tiene ese país de poner en valor a la cultura, la capacidad de reconocer a sus artistas por su trayectoria profesional. Solo por eso, por su valía y por la huella que dejan. Ese mismo día intentaba buscar un paralelismo aquí, en España, me planteaba que pasaría si muriera…., y no encontraba un nombre para poder ponerme en la situación que se estaba viviendo con el funeral a Belmondo.

Yo no sabía entonces que la enfermedad de Almudena Grandes había vuelto a aparecer y que su final estaba tan cerca, aunque lo hubiera sabido tampoco me lo hubiera creído, pero el sábado encontré ese nombre que en septiembre no me salía. El dolor tremendo que ha atravesado el país con su muerte, sobre todo el dolor de su familia y de sus amigos, pero también a todos aquellos lectores que con Almudena conocieron el terror que se ha vivido en este país o recuperaron esa parte de la memoria que algunos quieren seccionarnos, ese dolor me hizo pensar que no valía la pena poner el acento en la indecente actitud del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid con la muerte de Almudena.

Ninguno de sus máximos representantes acudió al tanatorio, no hubo ninguna nota de pésame oficial y durante el funeral el alcalde de Madrid estaba dando saltitos por las piedras de un riachuelo y la presidenta visitaba un Belén, y si esto ya parece una actitud indigna de los más altos representantes de la capital de un país democrático, la unión de la derecha y de la ultraderecha en el Ayuntamiento para negar el título de hija predilecta a Almudena o para negarse a poner su nombre a una biblioteca pública es ya un ejercicio de mezquindad difícilmente explicable. O si Almudena Grandes no es de los suyos, era una roja, y hablaba de la Guerra Civil de lo que sufrieron unos y de lo que hicieron sufrir otros. Y ella como todos los que no somos como ellos no cabemos en su modelo de país. Así entienden ellos la democracia.

De Vox no se puede esperar nada, de este PP arrastrado por la ultraderecha hasta mimetizarse ya tampoco y de Ciudadanos, qué les voy a decir, su deriva les ha llevado ya a la irrelevancia. Afortunadamente de los dirigentes de estos partidos nadie se acordará en unos años. Almudena Grandes es ya parte de la historia. Pero, a pesar de este consuelo, no nos merecemos lo que está pasando, ¿en que clase de país nos estamos convirtiendo?