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Donald Trump y Joe Biden se juegan la Casa Blanca en un puñado de estados en los que el resultado es incierto
- Un puñado de estados, una docena a lo sumo, con Florida y cinco estados del llamado Cinturón del Óxido a la cabeza, serán los que en última instancia decidan el resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, que ofrecen un escenario previo casi calcado al de 2016: los sondeos dan ganador al candidato demócrata, Joe Biden, y otorgan al republicano Donald Trump poco más del 10 % de posibilidades de repetir victoria, a pesar de que en esta ocasión concurre como aspirante a la reelección y, sobre todo, de que hace cuatro años ya fue capaz de voltear los pronósticos.
Trump perdió el voto popular en el conjunto del país frente a Hillary Clinton, pero venció porque los estadounidenses no votan directamente a su presidente, sino que eligen a los representantes de su estado en el Colegio Electoral, una institución cuya única función es elegir al presidente y al vicepresidente. Cada estado elige un número de delegados en función de su población -en todos menos dos, Nebraska y Maine, bajo la fórmula winner-takes-all, el que gana se lleva todos- y es necesario sumar una mayoría simple de 270 para alcanzar la Casa Blanca, un sistema que protege a los estados menos poblados y, por encima de todo, concede una extraordinaria importancia a los estados indecisos, denominados en la jerga electoral battleground states (estados en disputa) o swing states (estados pendulares, cambiantes).
Buena parte de los que están en disputa este año son los mismos que en 2016, aunque las circunstancias sean muy distintas: Trump ya no es un arribista extemporáneo, sino el presidente de los Estados Unidos; el país sufre la peor pandemia en más de un siglo y, como consecuencia, la peor crisis económica desde la Gran Recesión, con las consecuencias que todo ello puede tener en el ánimo de los electores; y la sensación de urgencia histórica es aún más acuciante que entonces.
En el conjunto del país, Biden