Un torrente de indignación en Murcia por las riadas y el desastre del Mar Menor

La Verdad

La marcha, convocada por las inundaciones del mes pasado, fue la excusa perfecta para mostrar la rabia por el estado de la laguna y la inacción de los gobiernos

Esta vez, la riada solo fue de gente indignada, impotente, triste. De personas atemorizadas. Un torrente de ciudadanos hastiados de ser «el sumidero de la Región». No eran aún las siete de la tarde, hora oficial del inicio de la protesta, y varios miles de personas ya tocaban con rabia el silbato y el tambor y las trompetas. Y exigían «más soluciones y menos comisiones»; y lucían decenas de pancartas en las que se podía leer ‘Stop inundaciones’, ‘SOS Mar Menor’. O simplemente pedían «que vivan los peces», como cantaba un grupo de niñas que, sin levantar aún dos palmos del suelo, ya han vivido en primera persona su primera catástrofe ecológica.

Miles de vecinos procedentes de Los Alcázares y Torre Pacheco, pero también de la capital, de Cartagena y de otras localidades de la Región, participaron ayer en la manifestación convocada por los municipios más castigados por la gota fría del mes pasado, a la que se sumaron muchos cientos de ciudadanos que aún tienen en la memoria, bien frescas, las imágenes de los peces suicidándose en las orillas del Mar Menor.

El resultado fue una manifestación multitudinaria, mucho más caldeada de lo habitual en cuanto a las reivindicaciones, con algunos adjetivos calificativos dirigidos a los políticos -representantes públicos de toda clase, condición y administración- que iban desde «incapaces y mentirosos» a «corruptos y asesinos». Otros son irreproducibles. El hartazgo de la gente era más que patente. La fotógrafa Ana Bernal, murciana veraneante en Los Alcázares, pedía «que las fuerzas políticas se pongan de acuerdo de una vez por todas para solucionar lo que está pasando en el Mar Menor. Hablan mucho, se hacen muchas fotos. Pero siempre que pasa algo se oculta, y Murcia es el culo del mundo. Nos debería ayudar toda España, como pasó con el ‘Prestige’».

«Sufre la población, sufre el ecosistema y los políticos no hacen nada; estamos hartos», criticaba una empleada de la UPCT con los ojos cargados de lágrimas

A la trabajadora de la Universidad Politécnica de Cartagena María José Lucas, que vive desde hace 16 años en Los Alcázares, prácticamente se le saltaban las lágrimas al relatar cómo han afectado a gran parte de las familias (y a todo el pueblo) las dos grandes inundaciones de los tres últimos años. «Nos estábamos recuperando de la primera, pagando préstamos de coches y casas, y esta segunda riada nos ha pillado por sorpresa. Ha sido un caos, mucho más dura que la anterior. Exigimos que los políticos se pongan las pilas de una vez y nos ayuden. Sufre el Mar Menor, sufre la población, y los políticos no hacen absolutamente nada. Nada. Estamos hartos, hartos de los políticos, y decimos ‘basta ya’», lamentaba entre el estruendo de cientos de silbatos. «Si no veis soluciones, queremos dimisiones», se arrancaba algún espontáneo sin megáfono. «No estamos dispuestos a esperar a que haya muertos», rimaba otro vecino de Los Alcázares.

«No hay voluntad política»

Cree María José Lucas que «hay soluciones, lo que no hay es voluntad política para aplicarlas». La indignación generalizada se mezclaba en un tóxico cóctel ingerido durante muchos años ya con la «frustración», la «impotencia», el «cabreo», la «tristeza» y hasta el «miedo» de muchos manifestantes. Miedo, sí, «a que llegue otra gota fría y se lleve otra vez todo por delante. El problema es que las lluvias llegarán seguro. Por desgracia, va a volver a suceder», temía Isabel Lucas, también de Los Alcázares. Como ella, otros muchos vecinos reclamaban en pancartas poder «vivir sin miedo». Aunque las reivindicaciones se expresaban en cualquier superficie válida. Incluso en una barcaza transportada ‘ad hoc’ hasta Murcia, donde ahora mismo hay más faena que en los puertos pesqueros del Mar Menor. Miembros de la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar participaron también en la marcha pertrechados con camisetas negras y familias preocupadas. «Mi padre se ha quedado en el paro», clamaba un crío en otro cartel. Antonio Martínez, padre de dos hijos y empleado en la lonja de San Pedro, estaba lleno de «incertidumbre» por lo que pueda suceder en su trabajo, relacionado de forma directa con la pesca en la zona. Y recordaba que «lo peor» del desastre del Mar Menor son «las más de cien familias de pescadores que ahora mismo no tienen de qué comer».

Pilar Sánchez, por su parte, tiraba más de emociones y sentimientos intangibles y recordaba a su madre, «de 88 años, a la que el Mar Menor le ha dado la vida estos últimos tiempos, y no queremos llevarla por el disgusto tan grande que puede llevarse. Sería hundirla. Ni DANA, ni ‘dano’, ni nada. Esto se sabe desde hace muchísimos años, y han ido a matar» la laguna. Cerca de Pilar, Pedro Vicente criticaba «la agricultura sin control y el urbanismo salvaje» desarrollado en la zona, y que «ningún líder político ha mirado de frente al problema en todos estos años».

La protesta, convocada en un principio por los ayuntamientos de Los Alcázares y Torre Pacheco, discurrió desde el Palacio de San Esteban, sede del Gobierno autonómico, hasta la Delegación del Gobierno, donde los representantes vecinales fueron recibidos por el delegado, Francisco Jiménez. Este se comprometió a «agilizar» con el Ejecutivo central todos los trámites necesarios para que «esto no vuelva a pasar». Las soluciones, como apuntaban algunos manifestantes megáfono en mano, puede que estén simplemente en «las inversiones» que nunca llegan.

La marcha de ayer, como recordaban muchos ciudadanos, solo fue «el aperitivo» de la gran manifestación que se está gestando para el día 30 en Cartagena (18 horas, plaza de España), convocada por diferentes colectivos sociales como la Federación de Asociaciones de Vecinos de la Comarca de Cartagena, el Pacto por el Mar Menor y varias organizaciones ecologistas. «Si tenemos que salir a la calle una y mil veces, lo vamos a hacer», avisan