Telescopios a la búsqueda de alienígenas: «No podemos pensar que somos los únicos»

Fuente: El Mundo

La detección de unas raras ráfagas de radio (FRB) para las que aún no hay explicación científica clara han disparado las especulaciones sobre su posible origen alienígena

Mientras tanto, crecen los proyectos para encontrar rastros de otras civilizaciones

¿Qué mensaje enviarías para contactar con extraterrestres?

Imagine que tiene que buscar una aguja en un gigantesco pajar, pero no sabe qué aspecto tiene una aguja ni tiene la seguridad de que las agujas existen… No muy distinto es el panorama al que se enfrentan los científicos que rastrean el espacio profundo a la búsqueda de señales enviadas por lejanas civilizaciones extraterrestres. Civilizaciones muy avanzadas, claro, porque tendrían que haber sido capaces de crear la tecnología necesaria para llegar a nosotros.

Bajo el nombre genérico de SETI (del inglés search for extra terrestrial intelligence o búsqueda de inteligencia extraterrestre) se engloban todos los proyectos que desde los 60 tratan de dar con señales alienígenas usando diversas tecnologías. El programa más famoso es el de un instituto que también se llama SETI y se hizo popular gracias a la película Contact, estrenada en 1997 y basada en una novela del astrofísico Carl Sagan, pionero a la hora de proponer usar radiotelescopios para buscar señales procedentes de otras formas de vida.

En ella, la actriz Jodie Foster -que en la vida real es una de las mecenas del Instituto SETI- interpreta a una científica que logra contactar con extraterrestres. Dos décadas después del estreno de este film, cualquier contacto con seres alienígenas sigue perteneciendo al terreno de la ciencia ficción. Que se sepa, claro está. Porque sí se han registrado algunas señales anómalas para las que los científicos no han encontrado explicación.

Entre ellas, la reciente detección realizada con el radiotelescopio canadiense CHIMEde un misterioso fenómeno llamado ráfagas de radio rápidas o FRBs (del inglés fast radio bursts), que ha disparado este mes las especulaciones sobre si su origen pudiera ser una civilización extraterrestre.

Las FRBs son fenómenos de gran energía que se manifiestan como un pulso de radio tan fugaz que sólo dura milisegundos. Fueron detectadas por primera vez en 2007 por telescopios australianos y desde entonces se han captado unas 60. El revuelo por la detección anunciada el 9 de enero durante el congreso de la Sociedad Astronómica de EEUU de Seattle y publicada en la revista Nature se debe a que se trata de la segunda vez que se identifica una FRB con pulsos repetidos desde una misma fuente. La primera vez el hallazgo se hizo en 2015 con el radiotelescopio de Arecibo de Puerto Rico.

La hipótesis más respaldada por la comunidad científica es que estas ráfagas raras son causadas por eventos astrofísicos que tienen lugar a miles de millones de años luz de la Tierra, pero algunos astrónomos no descartan que esas FRB tengan un origen artificial y, como propone Avi Loeb, de la Universidad de Harvard (EEUU), que se trate de rayos de energía utilizados para propulsar naves extraterrestres.

Para Vicent J. Martínez, investigador del Observatorio Astronómico de la Universidad de Valencia (UV), la teoría de la civilización extraterrestre «es muy tentadora cuando tienes algo nuevo que no sabes qué es o no encaja. No es lo más probable aunque no se puede descartar«.

«Las explicaciones más plausibles apuntan a que llegan desde muy lejos y podrían provenir de supernovas, choques de agujeros negros…pero realmente no sabemos qué son. Si tuviéramos un buen candidato para explicar las FRB, a nadie se le ocurriría la teoría de los extraterrestres», apunta su colega Fernando Ballesteros, también del Observatorio Astronómico de la UV.

«Cuando hablas de una señal de radio la gente suele pensar en algo artificial porque es así como entendemos la comunicación pero en el universo todo emite en radio: el sol, las estrellas, los planetas gigantes, el gas interestelar…Hay muchas fuentes naturales y por eso existe la radioastronomía», afirma Héctor Socas Navarro, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). En su opinión, «casi nadie que trabaje en SETI cree realmente que las FRB sean artificiales y a la mayoría nos parece que es más una explosión que una señal».

Y es que, según explica, «las FRB son pulsos, no señales moduladas que tengan información. Y vienen de cualquier parte, pensamos que de fuera de nuestra galaxia pero no estamos seguros. Si llegan de tan lejos, debe haber algo muy potente que las produjo porque la energía que liberan en un milisegundo es equivalente a la que emite un sol en un año», detalla.

«No sabemos su origen pero como son emisiones de muy alta energía, hay que ver qué procesos astrofísicos pueden liberarla. Y ahí entran los remanentes de supernova, que son explosiones estelares que terminan en un púlsar o un agujero negro; también pueden ser emisiones que provengan de un disco alrededor de un agujero negro o en una galaxia supermasiva», propone desde Santiago de Chile Andrés Pérez Sánchez, astrónomo del Observatorio Europeo Austral (ESO).

Pérez, que trabaja en el radiotelescopio ALMA, coincide en que «no se puede descartar» la teoría de los seres alienígenas, pero «la probabilidad es muy baja».Como argumenta, «en la Tierra tenemos la posibilidad de mandar señales para que sean detectadas en el espacio, pero ¿cuántas especies de las que viven en la Tierra pueden enviar esas señales? Sólo los humanos«.

Para esclarecer de qué región del cielo proceden y qué las produce, hacen falta más detecciones, por eso hay grandes expectativas puestas en el telescopio CHIME, que ya durante la fase de pruebas del verano de 2018, detectó 13 FRB, entre ellas la que ha suscitado tanta expectación.

Como repasa Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional (IGN), «las búsquedas en el óptico fueron ya propuestas poco después de que Charlie Townes descubriese el láser, en los 60. La idea es que una civilización extraterrestre podría utilizar láseres de alta potencia (como los que se están desarrollando ya en la Tierra) para impulsar naves espaciales o realizar emisiones de banda muy ancha».

«Hay SETI pasivo (intentar escuchar señales) y SETI activo (enviar señales desde la Tierra), que es el más controvertido porque hay gente que opina que los extraterrestres podrían venir a destruirnos», señala Héctor Socas. El mismísimo Stephen Hawking alertó del riesgo de conseguir contactar con extraterrestres, algo que intentaron en 1974 Frank Drake y Carl Sagan mandando desde un radiotelescopio el llamado mensaje de Arecibo, una emisión de radio que informaría sobre nuestra existencia a posibles seres alienígenas.

Pero en opinión de Socas, esos temores son infundados: «En primer lugar nadie puede viajar más rápido que la Luz y aunque nuestras señales fueran detectadas por otra civilización, tardarían muchísimo tiempo en llegar a nosotros. Y en segundo lugar, no creo que les interesara venir a por nuestros recursos porque, al contrario de lo que nos suelen decir, la Tierra es un sitio muy común y no tenemos materiales o minerales que no se puedan encontrar en otro sitio», reflexiona el astrofísico canario.

La financiación privada está permitiendo hacer realidad diversos proyectos de búsqueda extraterrestre, un campo que ha atraído a multimillonarios como Yuri Milner (DST Global) y Mark Zuckerberg (Facebook), padres de las iniciativas Breakthrough. Mientras Breakthrough Starshot pretende enviar naves del tamaño de un microchip, al sistema estelar más cercano para comprobar si hay vida, Breakthrough Listen escucha señales de radio para buscar civilizaciones extraterrestres.

Con los años, el Instituto SETI ha ido mejorando su tecnología y en la actualidad tiene en marcha varios programas para buscar rastros alienígenas en regiones más amplias del cielo mediante distintos sistemas. Su instalación principal son las antenas del Allen Telescope Array (ATA) en California.

También la NASA está interesada en empezar a financiar proyectos SETI que no estén basados en la búsqueda de ondas de radio, que es la estrategia en el que se basa la gran mayoría de esos programas. «La NASA quiere hacer cosas que no haya hecho nadie», señala Héctor Socas, que en septiembre participó en una reunión de expertos en Houston organizada por la agencia espacial de EEUU para conocer cuáles son los tecnomarcadores más interesantes.

De la misma forma que existen biomarcadores para determinar si un planeta puede ser habitable, los científicos buscan tecnomarcadores o rastros de tecnología en otros mundos. Ya en 1960 el físico Freeman Fyson propuso una hipotética megaestructura (conocida como la esfera de Dyson) alrededor de una estrella que permitiría a una civilización avanzada aprovechar al máximo la energía de su astro.

En la misma línea, Socas es el autor de un artículo científico en el que propone el uso de telescopios para intentar detectar posibles satélites geoestacionarios construidos por otras civilizaciones. En la Tierra esos satélites están ubicados en una órbita muy precisa, a 36.000 km de distancia, y Socas cree que se podrían detectar en otros mundos con el mismo método de tránsito con el que se detectan ahora los planetas fuera del Sistema Solar.

Aunque admite «que es muy difícil ver estas estructuras en otras estrellas y hay muchas incertidumbres, pues no sabemos cómo es de común es la inteligencia y la tecnología, cada vez somos capaces de observar mejor y eso hace que tengamos más posibilidades de encontrar las civilizaciones».

También se ha propuesto estudiar huellas de calor y de contaminación atmosféricaen otros mundos, asumiendo que la concentración de población y de industria en ciertas zonas darían pistas sobre si están habitados. «El problema es que no tendríamos forma de distinguir esas huellas de un fenómeno natural, pues el calor podría provenir de un volcán, por ejemplo».

Lo mismo ocurre con las señales de radio de las que se ha sospechado que podrían ser artificiales: siempre se puede encontrar una explicación en la naturaleza. Entre ellas destaca la señal Wow!, captada en 1977 por el telescopio Big Ear de Ohio (EEUU). Fue muy potente y duró varios minutos pero no se volvió a repetir. «Tras su detección inicial, la señal ha sido buscada con ahínco, y siempre sin éxito. Mientras no se vuelva a medir, continuará siendo una curiosidad», señala Bachiller.

Años después, un estudio explicó el origen de Wow! en un cometa, pero fue rebatido por otros investigadores. También Bachiller opina que la hipótesis del cometa puede descartarse: «Sin embargo, una interferencia causada por una emisora o algún dispositivo eléctrico (o dentro del propio observatorio) podría haber causado la señal de manera esporádica».

Otra señal intrigante fue la SHGb02+14A, detectada en 2003 desde Arecibo en tres ocasiones pero más débil que Wow!. Fernando Ballesteros cree que «no se puede descartar que fuera ruido».

Como señala Vicent Martínez, el revuelo por la última FRB ha coincidido con los rumores sobre el enigmático asteroide Oumuamua, con una rara forma de puro alargado sobre el que se ha especulado que podría ser un vehículo espacial. «Por la altísima velocidad a la que viaja sabemos que viene de fuera del Sistema Solar.Nunca se había observado un objeto así, que fuera 10 veces más grande de largo que de ancho. Cuando se descubrió estaba muy cerca del Sol y no se vio que emanara gases, como ocurriría si fuera una roca con hielo. Parecía que era una roca inerte pero al empezar a alejarse ha empezado a acelerarse y no tenemos forma de explicar esa aceleración», resume el astrónomo.

Fernando Ballesteros cree que «debe emitir algún tipo de gases, quizás muy tenues y localizados, que explicarían esa aceleración, aunque hay científicos que creen que puede ser compatible con una vela solar, un tipo de tecnología que estamos probando en la Tierra y que se basa en usar el viento y la radiación solar para empujar una nave a velocidades muy altas».

Lo cierto es que todo los que tiene que ver con extraterrestres causa gran expectación pero mientras hay científicos como Silvano Colombano, del Centro Ames de la NASA, que proponen que la búsqueda de vida extraterrestre debería «ser más agresiva» y se debe dedicar más esfuerzos a ella, para otros es una pérdida de tiempo y dinero. Andrés Pérez es de los que piensa que es muy importante destinar dinero a esa búsqueda: «El universo es tan vasto que no podemos pensar que somos los únicos. Lo importante es que se definan los procedimientos y la búsqueda se base en experimentos científicos y no en especulaciones».

«La búsqueda de vida inteligente se realiza a ciegas, tanteando en la completa oscuridad así que las posibilidades de éxito son imposibles de evaluar. Por ello, mientras no tengamos idea de dónde mirar o escuchar, creo que una inversión muy cuantiosa en proyectos específicos para búsqueda de vida inteligente no está bien justificada», opina Rafael Bachiller que, sin embargo, no considera descabellado lo que se está haciendo ahora: «Usar parte del tiempo de observación de algunos radiotelescopios, mientras no están siendo utilizados para astronomía, para dejarlos escuchar esperando a ver si salta la liebre por algún lado».