Nadal no falla ante Dimitrov y se mete en la final de Montecarlo

El Masters 1000 de Montecarlo no ejerce como tal si no tiene a Rafael Nadal como uno de sus dos finalistas. El diez veces campeón en las pistas del Principado firmó su pase al último partido tras derrotar a Grigor Dimitrov (6-4, 6-1) en un encuentro con dos caras bien diferenciadas, una de mayor desgaste y otra de navegación plácida, pero ambas con un denominador común, la victoria final del rey de la tierra, que quiere levantar la Undécima el domingo en una pista que tiene tan dominada como la central de su amado Roland Garros.

El guión del encuentro frente a Thiem pareció repetirse en el inicio. Un jugador metiendo todas las bolas, que no podía ser otro que Nasal, frente a uno de los favoritos del cuadro, que sucumbía ante la impenetrabilidad de su rival. El 3-0 fue el resultado de un notable cúmulo de peloteos, en cantidad y calidad, que en el momento decisivo siempre caían del lado del manacorense.

Dimitrov, a pesar del mazazo inicial, no se tensó, consciente de que no tenía nada que perder ante el rey de la tierra, e inesperadamente encontró un resquicio, que le valió el empate a tres tras un juego fácil al servicio y los inesperados errores de Rafa con su saque y en el juego posterior. Las dos rachas que abrieron el partido dejaron paso a una igualdad, justa según lo visto en Montecarlo, y que llevaba el set a una decisión apretada y de detalles.

Todo hay que decirlo, el juego de Nadal no estaba siendo el más brillante, mientras que Dimitrov estaba igualando su mejor versión mostrada en la semana, por lo que el marcador igualado no era más que un presagio de que, a poco que el número uno cambiara de marcha, se apuntaría el set. Lo hizo de forma progresiva y casi invisible, sin brillo hasta el último punto, donde con una derecha espectacular a la línea finiquitó el saque de su rival y la manga inicial del partido.

Segundo set sin historia

La fuga del primer set no pareció afectar al juego de Dimitrov, aparentemente preparado para levantarse en un primer juego en el que anduvo cerca de quebrar el saque de Nadal e imponerse desde el primer momento, pero la realidad estaba pintada de un color muy distinto al que tenía el búlgaro en su cabeza, y a la segunda, Rafa aprovechaba una triple pelota de break que iba a significar el final del partido en cuanto a juego se refiere.

Grigor apagó su esperanza y con ello sus golpes pasaron a estar a merced del jugador más dominante de la historia en una pista de arcilla. Vestido a juego con la superficie en la que se ha erigido en monarca, Nadal sumó sin necesitar de una brillantez preponderante para acabar con un dominante 6-1 y confirmarse como finalista de uno de ‘sus’ torneos.