MURCIA/ “He descubierto que el Señor quiere que me santifique por medio del sacerdocio”, Ramiro Ginés Ciller Alemán

El templo parroquial de San Francisco Javier – San Antón de Murcia acogerá su ordenación sacerdotal el próximo sábado 14 de julio.

Con 24 años recién cumplidos, Ramiro Ginés Ciller Alemán está convencido de que quiere ofrecer toda su vida al sacerdocio, lo que confirmará con el sí convencido que dará el próximo sábado 14 de julio, a las 19:30 horas, en la parroquia de San Francisco Javier – San Antón de Murcia, en la celebración presidida por el Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes.

La vocación de Ramiro surgió siendo él muy pequeño, con un acercamiento al Señor en el día a día, que comenzó en su Primera Comunión. “La relación con la Eucaristía siempre ha estado presente en mi vocación”, explica el diácono, “porque el sacerdote es el hombre de la Eucaristía. Conforme yo iba aprendiendo lo que era, mi corazón se iba apegando al Señor”.

Con tan sólo 9 años acudía sin falta a la misa dominical y comenzaba a frecuentar la misa diaria. Esto hizo que su párroco le invitara a ser monaguillo, algo que él veía como una llamada de Dios “a estar más cerca suya”. La cercanía a la figura del sacerdote le hizo preguntarse por qué él no podía ser también uno, con el cuestionamiento propio de un niño de su edad. Esto, unido a varias visitas al seminario con motivo de los encuentros anuales de monaguillos y lo atractivo que a Ramiro le resultaba ver a chicos de su edad allí, hizo que se cuestionara su vocación. Se lo comentó a su párroco y este le invitó a iniciar su formación en el seminario menor.

Su primer diurnal (libro que contiene los rezos de la Liturgia de las Horas) está marcado con una fecha: el día de Santa Teresa de Jesús de 2006. Con 12 años ingresó en el Seminario Menor de San José, donde comenzó la dirección espiritual con un sacerdote que fue clave en su vocación, Miguel Conesa. “Él fue quien me mostró la misericordia que Dios ha tenido conmigo durante toda mi vida y lo que supone el gran regalo de la vocación”, señala.

Su meta la tiene clara: “El Señor quiere que me santifique por medio del sacerdocio”. Una vocación que Ramiro ha ido reafirmando cada vez más, a pesar de las dificultades que ha ido encontrando a lo largo del camino, donde ha podido ver (sobre todo en la época de instituto) que incluso le han dado de lado por su elección de vida. “Pero ahí está la valentía de reafirmarte en la fe, en tu opción por Jesucristo y de querer entregarle la vida a Él”.

Con la entrada en el seminario mayor surgieron las dudas, pero este joven tuvo siempre presente cuatro pilares que le han ayudado a permanecer fiel: la Eucaristía, la oración, la Virgen María y la dirección espiritual. “El Señor es fiel y su misericordia conmigo ha sido tremenda –puntualiza– y cuando uno experimenta la misericordia de Dios no puede hacer otra cosa que acogerla con todo el corazón y entregarse a ella”.

El ejemplo de vida entregada de los sacerdotes ha sido para él un testimonio de fidelidad y obediencia. “Es grandioso ver cómo uno, cuando permanece fiel, da fruto”; y esto le anima a seguir con su vocación. “Ver sus vidas y su ilusión me hace ver que Dios siempre es fiel y que esa ilusión la va a mantener siempre en mi corazón”.

Su etapa de diaconado la ha pasado en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de su ciudad natal, Murcia, donde ha podido descubrir el sentido del servicio al altar y a los pobres. “Quizá no se vea, pero si uno se propone servir a los pobres desde lo escondido sí que lo consigue”. Ramiro se propuso hablar con algunos pobres de la ciudad y mostrarles su preocupación y su amor, y así lo ha hecho. Un tiempo que ha vivido intensamente como preparación al sacerdocio.

A tan sólo unos días de su ordenación, se presenta ante ella “con mucho temor y temblor”, pero también muy ilusionado y con gran celo por poder llegar a ser un “hombre de la Eucaristía”, llenarse de ella y darla a los demás.

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