Morir dando a luz, el drama por el que fallecen 830 mujeres cada día en el mundo

Fuente: El Mundo

1.700 gramos y 47 centímetros. Acaba de nacer. Ha llegado al mundo en Daru, un pequeño pueblo de Sierra Leona, un país africano donde la mitad de la población vive con menos de un dólar al día. Todavía no tiene nombre y ya es huérfana, una circunstancia que disminuye sus probabilidades de sobrevivir. También las del resto de sus hermanos.

La mortalidad materna (RMM) es uno de los principales problemas de este territorio en el que cada mujer tiene de media 4,36 hijos. Allí una de cada ocho mujeres fallece dando a luz como le ha sucedido a la madre de este bebé. De hecho, tiene la tasa de RMM más alta del mundo: 1.360 muertes por cada 100.000 nacimientos. Le siguen República Democrática del Congo (882) y Chad (856).

Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada cinco minutos tres mujeres fallecen en el mundo por complicaciones durante el embarazo y el parto. Es decir, 830 cada día, cerca de 300.000 cada año. El 99% de esas muertes se produce en países en vías de desarrollo (más de la mitad en África subsahariana y casi un tercio en Asia Meridional) y cerca del 75% serían evitables con medidas básicas.

Sakina con su décimo hijo en la maternidad del Hospital General de Lulingu en la República Democrática del Congo.Foto: Marta Soszynska/ Médicos Sin Fronteras.

La responsable de Ginecología y Obstetricia de Médicos Sin Fronteras (MSF), Sonia Guinovart, clasifica en cinco las principales causas: «Hemorragias, trastornos hipertensivos, infecciones, abortos no seguros y obstrucciones durante el parto». Hay muchas más y de índole muy diversa (la distancia entre los poblados y los centros sanitarios, la falta de ambulancias, la escasez de visitas médicas prenatales o la ausencia de agua corriente y jabón en los hospitales…), pero todas se pueden resumir en una sola palabra: pobreza.

Una de las claves para reducir esta cifra de mortalidad en el binomio mamá-bebé es garantizar el acceso a los cuidados obstétricos adecuados. Algo difícil de conseguir si se tiene en cuenta que en muchos de estos países se dan contextos muy difíciles: emergencias humanitarias, guerras, desastres naturales, migraciones… que suponen la descomposición de sus débiles sistemas de salud. «Es necesario mejorar las infraestructuras -a veces, la electricidad no funciona y los trabajadores emplean la linterna del teléfono móvil o las velas para alumbrarse- y aumentar el personal sanitario», apuntan desde la asociación Amref, una ONG dedicada a la mejora de salud de África. Si en España el número de médicos es de cuatro por cada mil habitantes, según datos recogidos por Index Mundi, en Kenia es de 0,1 y en Etiopía de tan solo 0,03.

Una mujer india con su hijo recién nacido.Foto: Unicef.

La mayor parte de las muertes se producen durante el tercer trimestre del embarazo, en el parto o en las 48 horas posteriores. Por ello, la atención sanitaria durante todo el proceso es fundamental, ya que pueden prevenir muchos de estos fallecimientos. Recientemente la OMS incrementó el número de visitas prenatales de cuatro a ocho.Según la organización, un mínimo de ocho contactos puede reducir las muertes perinatales hasta en ocho por cada 1.000 nacimientos, en comparación con un mínimo de cuatro visitas. «A nivel mundial solo un 64% de las mujeres realizan cuatro o más visitas a lo largo de su embarazo», puntualizan desde Unicef.

El mayor riesgo de mortalidad materna lo tienen las mujeres menores de 15 años, ya que su cuerpo no está preparado. De hecho, el riesgo de muerte de estas niñas es entre dos y cuatro veces mayor que el del resto de mujeres. «Es fundamental que la población disponga de información sobre salud reproductiva para que puedan planificar cuándo y cómo ser madres», señala Blanca Carazo, responsable de programas de UNICEF Comité Español.

Además, este tipo de embarazos tiene otro tipo de consecuencias, ya que la mayor parte de estas adolescentes abandonan la escuela, lo que disminuye sus opciones de encontrar trabajo y, por tanto, de escapar del círculo de pobreza y exclusión.

Partos no profesionalizados

Ante esa falta de infraestructuras y su dificultad de acceso muchas mujeres alumbran a sus hijos en sus propias casas con la única compañía de una partera tradicional, quien carece de los conocimientos médicos adecuados si el parto se complica y en caso de que identifiquen el problema no pueden llamar a una ambulancia porque ese transporte no existe.

Issata Sow, de Sierra Leona, con su bebé.Foto: Unicef.

Al ser una figura tan valorada en muchas culturas, la asociación Médicos Sin Fronteras ha comenzado un proyecto piloto en Sierra Leona en el que estas mujeres tienen un nuevo rol: identificar en las mujeres embarazadas casos de tensión alta. Para ello, las parteras recorren las casas con un sencillo aparato con un código de luces parecido a un semáforo para que cuando el resultado sea rojo refieran a las futuras mamás al hospital.

Desde Amref también apuestan por trabajar directamente con la Comunidad y forman lo que llaman agentes de salud, quienes van casa por casa haciendo pequeños chequeos a sus vecinos y recolectando datos para elaborar las estadísticas, un paso esencial para poder solucionar el problema.

El caso de EE.UU.

Se da la paradoja de que en Estados Unidos, uno de los países más ricos del mundo, la cifra de mortalidad materna ha pasado de 7,2 muertes por cada 100.000 nacimientos en 1987 a 17,8 en el año 2011. Se trata de una tasa mucho mayor que la que registran países como Irán o Líbano. Los factores que explican ese empeoramiento son, entre otros, la obesidad, el retraso de la maternidad, los embarazos adolescentes o la falta de acceso a una atención médica de calidad asequible para todos los bolsillos. Al igual que sucede en muchos países, EE.UU. ha desarrollado en los últimos años bolsas de pobreza que tienen un mayor riesgo de sufrir exclusión médica. «Hace falta voluntad política para garantizar el acceso sanitario universal de todos los ciudadanos», concluye Blanca Carazo, responsable de programas de UNICEF Comité Español.