Los Nobel denuncian el «terrible trato de los rohinyás en Birmania»

  • Los Derechos Humanos fundamentales «están siendo ignorados» en el mundo
  • Aung San Suu Kyi logró el Nobel de la Paz en 1991 por «su compromiso no violento con la democracia»
  • Los premios Nobel en la Sala de Conciertos de Estocolmo durante la ceremonia de entrega de los galardones. AFP PHOTO JONATHAN NACKSTRAND
  • Los Derechos Humanos fundamentales «están siendo ignorados» en el mundo, «siendo un ejemplo terrible el trato de los rohinyás en Birmania», ha dicho durante la ceremonia de entrega de los Premios Nobel el presidente de esa fundación, Carl-Hendrik Heldin.

    En un discurso inusualmente directo al hacer referencia a un caso concreto, aunque dentro de la sutileza que caracteriza estos galardones, Heldin se ha referido a la situación de esa minoría musulmana en Birmania.

    Este tema de preocupación internacional ha llegodo así a la ceremonia presidida por los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia para entregar los Premios Nobel de Física, Química, Medicina, Literatura y Economía.

    En la lista de Nobel de la Paz figura la actual consejera de Estado birmana, Aung San Suu Kyi, que en 1991 logró el galardón por «su compromiso no violento con la democracia y los Derechos Humanos», pero cuya tibia reacción ante la crisis de los rohinyá ha levantado voces pidiendo que se le retirase.

    Heldin ha defendido que, gracias a los progresos científicos, culturales y económicos, ahora «tenemos sociedades en las que la gente es capaz de vivir la vida que desea, en un grado que el mundo no había visto nunca antes«. Sin embargo, «demasiada gente está viviendo bajo una amenaza constante de violencia».

    Además, en la era de la «postverdad», las escuelas son «más importantes que nunca», pues los jóvenes «necesitan sólidos conocimientos de alta calidad» y aprender a situarse ante el resto en una discusión, «respetar las diferentes opiniones y encontrar vías para llegar juntos a conclusiones sensatas».

    La Sala de Conciertos de Estocolmo acoge la ceremonia

    La ceremonia de premios había empezado minutos antes en la Sala de Conciertos de Estocolmo, tras la llegada de los reyes, de la princesa heredera Victoria y de su esposo, el príncipe Daniel.

    Los once hombres laureados han recogido de manos del monarca la medalla, el diploma y el certificado monetario de nueve millones de coronas suecas (943.784 euros), que les acredita como nuevos nobel, tras lo que hicieron una reverencia al rey, a los miembros de la Academia Sueca y al público.

    Antes los logros de todos ellos fueron glosados. Como los del nobel de Literatura Kazuo Ishiguro, quien con sus relatos «ayuda a los seres humanos a vernos a nosotros mismos, sumergidos como estamos en una violenta historia sin final», ha dicho la secretaria permanente de la Academia Sueca, Sara Danius.

    Los estadounidenses Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne, son Nobel de Física por sus contribuciones para detectar las ondas gravitacionales, que abren «posibilidades inesperadas» de explorar partes invisibles de Universo, donde, como decía el astrónomo Carl Sagan, «algo increíble espera a ser conocido».

    En ciencia, «las revoluciones son de naturaleza internacional y llegan a través de la colaboración», como hicieron el suizo Jacques Dubochet, el germano-estadounidense Joachim Frank y el británico Richard Henderson para desarrollar la criomicroscopía electrónica, que les valió el Nobel de Química.

    Los nobel de Medicina de este año son los estadounidenses Jeffrey Hall, Michael Rosbash y Michael Young, cuyos descubrimientos sobre los mecanismos que controlan los ritmos circadianos de los seres vivos «tienen importantes implicaciones para la salud humana».

    Mientras que los trabajos del estadounidense Richard Thaler, galardonado en Economía por sus contribuciones a la economía del comportamiento, «han tenido un significativo impacto en el mundo real de la formulación de políticas y no menos en el campo del diseño de programas de pensiones».

    Con la entrega de este premio se cerraba una gala que seguía a la celebrada horas antes en Oslo, donde se entregó el Nobel de la Paz a la Campaña Internacional para la Abolición de Armas Nucleares.