La economía china se ralentiza en el segundo trimestre

China crece un 6,7%, una décima menos que entre enero y marzo, debido a los esfuerzos para contener el crédito. El país no nota aún los efectos de la guerra comercial.

EL PAÍS

China creció un 6,7% durante el segundo trimestre del año, una tasa ligeramente menor a la registrada durante los tres primeros meses de 2018. Se trata, una vez más, de un comportamiento extremadamente estable para la segunda economía mundial, a pesar de estar inmersa en una campaña para controlar los riesgos financieros procedentes de la abultada deuda corporativa que ha lastrado la actividad del sector industrial en los últimos meses. A esta circunstancia se le suma además la incertidumbre derivada de su conflicto comercial con Estados Unidos, si bien su impacto no se aprecia aún en el cuadro macroeconómico de las autoridades del gigante asiático.

Varios indicadores han perdido fuelle en los últimos tres meses: la inversión en activos fijos ha pasado de crecer un 7,5% en marzo a un 6% en junio, la producción industrial de un 6,8% en el primer trimestre a un 6% en el segundo, o las ventas al por menor del 9,8% al 9%, informa la Oficina Nacional de Estadísticas china. La desaceleración se debe en un cierto cambio de paradigma de las autoridades, que tras dar prácticamente por cumplido su objetivo de crecimiento para este año (de alrededor del un 6,5%), han decidido incrementar los esfuerzos para contener el crecimiento de la deuda y reducir la hasta ahora prolífica actividad del sector bancario en la sombra, cuyos negocios suponen un riesgo para la economía del país.

Las empresas han notado este cambio de tendencia con un encarecimiento del crédito, lo que ha arrastrado a la baja los niveles tanto de inversión como de producción industrial entre abril y junio.

Los vaivenes internos, sumados a la incertidumbre derivada del conflicto comercial con Estados Unidos, han provocado ya unas primeras medidas de flexibilización monetaria por parte del Banco Central chino, que recortó a finales de junio el coeficiente de caja de las principales entidades bancarias del país. Si los indicadores siguen a la baja, las autoridades deberán decidir en la segunda mitad del año si suavizan esta campaña para controlar los niveles de deuda o, en cambio, dejan que el crecimiento económico se deslice por debajo del 6,5%. Ya hay varios señales, como el incremento súbito de la concesión de préstamos bancarios durante el mes de junio, que indican que Pekín se inclina más por la primera opción. En caso de una debilidad mayor de la prevista, Pekín tiene preparadas herramientas para espolear la actividad empresarial, desde rebajas fiscales a incluso un posible recorte de los tipos de interés de referencia.

El gigante asiático, segunda economía mundial y primera potencia comercial, no nota de momento los efectos de su conflicto arancelario con Estados Unidos. La primera ronda significativa de tarifas entre ambos países, que afectan a mercancías valoradas en 34.000 millones de dólares por cada lado, no tiene efectos sobre estos datos porque los nuevos impuestos entraron en vigor el mes de julio. Su impacto en la contabilidad nacional, de haberlo, empezará a sentirse a partir de la segunda mitad de año y el próximo. La incertidumbre derivada de este conflicto, sin embargo, sí ha hecho mella en los mercados financieros y en los índices de confianza empresarial. También ha provocado una nada despreciable depreciación de la moneda china, el yuan, que ha perdido frente al dólar alrededor de un 6% en el último trimestre.

Durante los primeros seis meses de 2018, el desequilibrio comercial entre China y Estados Unidos siguió ensanchándose. Pekín registró un superávit comercial con Washington récord, de 115.000 millones de euros, un crecimiento del 13,8% con respecto al mismo periodo del año anterior, según datos de las aduanas chinas.