CARTAGENA/ Hebreos y nazarenos acompañan la entrada de Jesús

La Burrica conmemora su 75 aniversario arropada por el más prometedor patrimonio californio, los niños

La Cofradía California atesora de cara al futuro un patrimonio de valor incalculable: sus niños y jóvenes. Así quedó de manifiesto en la representación de la entrada de Jesús en Jerusalén. Más de cinco mil chavales peregrinaron este domingo por una imaginaria Tierra Prometida, muchos más vestidos de nazarenos que de hebreos, para acompañar el solemne momento en que el hijo de Dios entra en la ciudad santa. Como en los pasajes de los textos sagrados, el público alfombró el cortejo no de palmas y olivos, sino de ovaciones para premiar el esfuerzo de la chavalería.

La procesión salió puntual y rápida, hasta el punto de que a las cinco y cuarto de la tarde los guiones avanzaban por la calle Mayor con paso firme, abriendo camino a los granaderos y a los personajes bíblicos. Atentos a los movimentos de sus sudarios desfilaron los niños del Prendimiento y de la Cena, antes de que la apoteosis llegara con las niñas sampedristas de la Samaritana, desfilando perfectas indistintamente a los sones de ‘San Pedro Apóstol’ y de ‘Mektub’, magistralmente interpretadas por la Agrupación Musical Sauces. La música es pilar básico en el desfile cartagenero y así lo interpretaron también las portapasos de la Conversión de la Samaritana, llevando el trono como mandan los cánones, al menos en las primeras calles del recorrido. La alcaldesa, Ana Belén Castejón, les dio la salida desde la iglesia.

En la tarde del 75 aniversario de la procesión infantil de la Cofradía California, los hebreos de Santiago Apóstol pusieron el contrapunto, con sus varas de olivo, al mar de palmas en que quedó convertida la procesión. Desfilaron demostrando las enseñanzas propias de los días de ensayos -tercio sin miedo a las curvas; paradas y salidas sin marcar-, precediendo a los hebreos de la Coronación de Espinas y su trono del Sermón de la Montaña, llevado a hombros de jóvenes.

En una tarde fantástica de primavera, los siguientes actores de la representación fueron los hebreos de San Pedro guiando al trono de la Imposición del Primado, llevado a hombros por quienes pronto tomarán el relevo de sus mayores bajo las varas del titular, el Martes Santo.

La obra de Quirós

El tercio infantil de la Sentencia, que como el de la Cena carece de trono, precedió al del Ósculo y su grupo escultórico de Los Milagros de Jesús, obra realizada en 1993 por el artista de Santa Lucía Juan José Quirós, que presenció la procesión desde su balcón de la calle del Cañón y aplaudió al paso de sus imágenes.

Fue caer el sol y levantarse el viento en la tarde primaveral, pero eso no impidió el lucimiento de los últimos tercios de hebreos salidos de Santa María, empezando por el de la Oración en el Huerto, con su característico Ángel, y el grupo escultórico de Jesús camino de Jerusalén. Tal que olivos de Getsemaní eran las ramas utilizadas por sus pequeños hebreos para desfilar sincrónicos por unas calles convertidas hasta el próximo domingo en una imaginaria Jerusalén para acoger la representación de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.

Llevaba la procesión casi dos horas en marcha cuando irrumpieron en la calle del Aire los penitentes de la Agrupación de la Virgen, abriendo camino a la escenificación del pasaje de Jesús con los Niños. Y por detrás la Flagelación y la Unción de Jesús en Betania, de negro y encarnado, precedido por otra oleada de nazarenos de túnicas encarnadas repartiendo caramelos y postales de un Domingo de Ramos histórico.

Los tres tercios sanjuanistas, esforzados y serios en el desfile pese a ser muy jóvenes, cerraron el cortejo acompañando el trono de la Entrada de Jesús en Jerusalén, la popular Burrica, titular de la jornada más alegre y bulliciosa de toda la Semana Santa. La mesa de la cofradía, con su hermano mayor, Juan Carlos de la Cerra, desfilaron con palmas. Les acompañó la alcaldesa.